Por Augusto dos Santos
El "relato" de gobierno es un ente conformado con un serie de componentes que incluye la estética, la producción de sentidos, el discurso comunicacional y el mito de Gobierno. Supone la posibilidad de que la ciudadanía no solo sepa qué piensa un gobierno, sino que sea aliada de sus aspiraciones y propósitos y compañera de sus grandes ideales para la construcción del futuro.
No se trata de una cuestión comunicacional, sino esencialmente política. De hecho, la comunicación de gobierno no es un hecho comunicacional, sino esencialmente político.
Si se siguiera atentamente los acontecimientos del fin de semana, que arrancan con el asesinato de tres policías, se tendría clara imagen de lo que afirmamos: Hubo dos actuaciones mediáticas que convivieron con la ausencia de relato.
El primero vino de parte de sus autoridades de seguridad, quienes se abalanzaron sobre la tesis de despejar toda duda que fuera el EPP, en tanto en los propios medios se sospechaba de otras hipótesis y los títulos del sábado son elocuentes. Ofrecer información pública, que debe ser inmediata y transparente, no es sinónimo de ser imprudente con ella.
El otro actor fue el propio presidente Cartes, que no solo prefirió la prudencia, sino produjo gestos sobre su necesidad de estar mejor informado y aun después de la primera reunión, a su retorno, no habló del EPP sino de "narcocriminales".
Lamentablemente el intento de construir "un relato" de prudencia y buen criterio se vio abruptamente interrumpido por un comunicado mal redactado, incluso con errores de fecha y por sobre todo, frío con el dolor de las víctimas, que a esa misma hora protagonizaban dolorosas escenas de llanto y desconsuelo en los noticieros estelares de TV.
Otro problema en el relato de Gobierno consiste en no visibilizar cuestiones elementales en la lucha contra el EPP. La organización de los cuadros militares y policiales en el perímetro del EPP sigue todos los protocolos normalmente reconocidos en la estrategia de guerra contra la guerrilla. El trabajo de las unidades de combate es esforzado, sus soldados están ejerciendo con normalidad sus patrullas, caminando los senderos, sudando en los montes; pero nadie distribuyó una foto o un video sobre este lado sublime del esfuerzo.
La ausencia de un relato sobre el esfuerzo combatiente hace que no se transmita el lado heroico de los combatientes, solo sus derrotas. En tanto los combatientes son noticia solo cuando mueren, se instala en el imaginario una historia desmoralizadora sobre su "inutilidad", lo cual no se corresponde con la realidad.
Otra ausencia en el relato de la lucha contra el EPP es sobre un dato que podría ser fácilmente ratificado por el sentido común, pero no se recurre a él: Nunca nos hablaron sobre lo que se evita con la presencia de las fuerzas de la ley en el Norte. ¿Cuántos secuestros? ¿Cuántas operaciones del EPP y sus ramificaciones en las áreas urbanas inclusive? ¿Cuánta muerte? Concretamente, se ha evitado con el acordonamiento del área de sus acciones. De esto no hablamos. La famosa ecuación de ver el vaso medio vacío y no el medio lleno. Nadie cuenta historias sobre el vaso medio lleno.
El relato también olvida un aspecto substancial: el sentido anímico de los héroes de la lucha. Lejos de ubicar a Piñánez, Edelio y los policías fallecidos en los altares de la consideración admirada, como testimonio de contraposición positiva a lo negativo de los criminales armados, se los minimiza.
Con ello, el Gobierno pierde la oportunidad de exhibir referentes como héroes, que desde los tiempos inmemoriales del arte de la guerra ha sido una expresión estética fundamental para sostener la moral. Recuerden a los ejércitos aún diezmados y entregando aun condecoraciones de latón en sus trincheras de derrota inclusive.
Es cierto, la lucha contra el EPP y el narcopoder del Norte no es formalmente una guerra. Pero su relato debe serlo. Necesitamos que el pueblo sienta que los soldados que luchan contra los terroristas del norte son sus héroes. Ese es el relato que falta.