Doña Asunción Ayala fue la señora que recibió al papa Francisco en su vivienda del Bañado Norte. Con esa visita ella se siente bendecida y curada, ya que tiene un problema en la columna que la aqueja desde hace años y que incluso la dejó por tres meses en una silla de ruedas.
"Avy'aiterei ha aime porâve ahecha guive el papa Franciscope, ha ndahéi ahechánteva, a añoa voi che chupe. Uperô che añandu peteî pirî ha py'a guapy che korasôme (Me siento muy feliz y mucho mejor después que vi al papa Francisco y no sólo lo vi, también lo abracé. En ese momento, sentí un escalofrío, una gran paz en mi corazón)", señaló muy emocionada la pobladora.
"Ya me siento curada y con ánimo de luchar nuevamente. Cuando me dijeron que el Santo Padre llegaría a mi casa yo no creí, después ya me empecé a preparar, le pedí a mis hijos que arreglen la casa porque va llegar el Papa acá les dije. Mi hijo Rubén fue el que me pintó la casa, él vive conmigo, es quien me cuida", afirmó Asunción.
"El Papa llegó a mi casa porque soy una mujer bendecida por Dios, esa visita nunca voy a olvidar. Ese hombre transmite algo que no se cómo explicar, toda mi familia estuvo conmigo y sintió lo mismo que yo", señaló la mujer.
Dijo que le avisaron sus vecinos que fue la elegida para que el Sumo Pontífice llegue a su humilde hogar. Ella desde hace varios años es pobladora del barrio Bañado Norte de Asunción. Vive en una casita con sus dos hijos, en uno de los pasillos del barrio ribereño. Pero no importó la precariedad para recibir al representante de Cristo en la tierra, pero se esmeraron para que el lugar sea acogedor.
"No puedo creer que haya llegado el Santo Padre en la casa de mi mamá, cuando nos enteramos que vendría al Paraguay todo nos parecía lejano, pensábamos que solo íbamos a verlo por la tele", comentó Nancy Ayala, hija de Asunción.
"A todos los que estábamos acá nos regaló un rosario de Roma, nos hizo sentir que nosotros éramos los importantes y no él", dijo emocionada Nancy.