Coca-Cola ha decidido apelar a la nostalgia y cambiar las botellas de cristal que se sirven en los bares por unas nuevas inspiradas en su modelo original, patentado en 1915 y llamado Contour. La botella no es exactamente como la de hace 100 años, la primera que la marca patentó, ya que en la original el nombre del refresco aparecía en relieve en el cristal.

Mientras, en la botella actual han utilizado pegatinas transparentes, que dan apariencia de serigrafiado. Pero la forma y las curvas sí son las mismas que un siglo atrás: es una botella más baja y más gordita que la que hasta ahora se distribuía en la hostelería. El cambio no ha salido barato: la inversión, ha asegurado la empresa, ha sido de 50 millones de euros.

Jorge Garduño, director general de Coca-Cola en España, ha señalado que esos 50 millones los han puesto entre la propia marca e Iberian Partners, la embotelladora española, envuelta en polémica desde hace dos años por el ERE que presentaron y el cierre de cuatro plantas.

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179 MILLONES DE BOTELLAS

El ejecutivo de Coca-Cola ha evitado explicar cómo se ha distribuido el gasto entre las dos empresas. Pero sí ha concretado en qué se ha utilizado el dinero: "Para sustituir las 170 millones de botellas de cristal que hay en circulación.

También para hacer ajustes en las líneas de producción para que se adapten al nuevo tamaño de la botella, para comprar 14 etiquetadoras nuevas y para realizar una fuerte campaña de apoyo a los bares", ha explicado tras la presentación oficial, realizada esta mañana en Madrid.

La botella de cristal, que se produce en España, está destinada solo a este mercado y solo a la hostelería.

La compañía destaca también un cambio que consideran esencial en la nueva botella: Según Paloma Cruz, responsable de marketing, tiene "la capacidad estándar de Coca-Cola en el mundo", es decir, ocho onzas, que equivalen a 237 mililitros.

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