Por Jaime Egüez, Director del Club de Ejecutivos del Paraguay

En estos días pudimos ver en los medios uno de los mayores reality shows en el sector privado, considerado intocable como lo es el Fútbol Mundial. Para todos parece que tenemos el concepto que la corrupción es un tema lejano, problema de los gobiernos, que nos afectan pero no sabemos cómo. Además de tener la percepción de que es imposible solucionar.

Nada más lejos de la realidad. Pues el origen de todo este problema está en el corazón de cada individuo. En esencia, la voluntad de una persona de buscar un beneficio particular en detrimento de otra mediante un acto que, en apariencia, no puede transparentarse a la sociedad es lo que denominamos un acto corrupto. Un acto viciado de equívocos que no es patrimonio de un sector de la sociedad. También ha sido propagado a través de todos los estamentos, alcanzando al sector privado, al sector de las Entidades de colaboración en la sociedad civil. Y en este caso, por último al segmento del deporte.

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Hemos escuchado el argumento que en el caso del fútbol no se ha causado ningún daño real, pero me parece increíble cómo algunos pueden mirar la dimensión del daño solo considerando el dinero y su origen. El daño es en la confianza donde un participante de un acto fue burlado y estafado en sus intenciones por otro que pagó una dádiva por este favor.

Un buen modo de saber si estamos actuando bien o en forma equivocada (corrupta) es simplemente subiendo a una tarima y comenzar con un micrófono a decir exactamente lo que queremos hacer. Si no nos da vergüenza y el público aprueba la gestión, es muy probable que estemos realizando algo correcto dentro de las pautas morales de la sociedad en la que convivimos. Si, por el contrario, alguien se levanta y nos muestra que el acto está viciado y que hay un daño o injusticia en curso, es muy probable que estemos realizando un acto corrupto.

Este vicio de prácticas que solo puede quedar en el oscurantismo de nuestra realidad diaria ha envenado las mentes de muchos empleados jóvenes en el sector privado, donde hemos visto como de un estado de Amiguismo hemos caído en acciones y comportamientos que pueden ser considerados corruptos. Que un departamento de compras reciba regalos o bonos de fabricantes por sus adquisiciones continuas, favorece una distorsión en el proceso de compras. ¿Compramos porque nos regalan unos televisores de 42" o porque realmente la oficina debe optar por ese proveedor desde una evaluación estricta de su oferta y cumplimiento? Le compro porque es mi amigo y realmente debo favorecerlo independiente que mi acción esté favoreciendo a la empresa donde trabajo.

Hoy estamos en un proceso muy peligroso de contaminación de estas actitudes en los departamentos de compras de las empresas privadas, y como ya lo expuse simplemente deberíamos poner la prueba de fuego, forzando que estas acciones tomen luz a la opinión de terceros, en especial de los dueños de la empresa. Y sean sometidos al análisis riguroso de si es conveniente o no adquirir un producto o servicio de un oferente que nos entrega dinero o especies a cambio del favor de elegirlo.

Estamos cavando una tumba muy profunda para nuestros hijos. Continuar por la senda de no mirar la realidad de los actos corruptos en las empresas tendrá su consecuencia negativa. E igualmente ser no ser implacables para perseguirlos y erradicarlos como dueños o ejecutivos de las mismas, hará que prácticamente las compras y decisiones de una empresa estén supeditadas a la apetencia particular del interlocutor que le toque interactuar con un proveedor determinado. Usted si es dueño y Gerente de alta línea puede llegar a perder totalmente el control de su gestión de compras si no se involucra realmente en investigar y construir procesos que impidan , o por lo menos dificulten, que una persona tenga espacio para solicitar y menos recibir una dadiva por su decisión.

Las decisiones deben ser soberanas. Deben ser orientadas al bien común, sea esta la organización que fuese. No puede haber espacios para amiguismos, preferencias subjetivas y, por último, espacio para entrega de dadiva o favores. Sea una persona que pasa por la prueba del Micrófono público y deje que los demás juzguen su integridad.

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