Por Óscar Gavilán y Pánfilo Leguizamón

ENVIADOS ESPECIALES

Cuanto sufrimiento se pudo haber ahorrado Guaraní si Julián Benítez marcaba el penal sobre el final del primer tiempo. Cuantos corazones de hinchas aurinegros hubiesen descansado un poco antes si Julián elegía el caño derecho del arquero, y no el izquierdo. Pero eso ya queda como parte de la anécdota de este camino histórico por el que está transitando el Aborigen y que lo conduce a una nueva semifinal de Copa Libertadores luego de largos 49 años, tras el empate sin goles conseguido ayer en el Cilindro de esta ciudad.

Racing, que producto del nerviosismo estuvo muy impreciso siempre, intentó salir jugando y Grimi, con un pase corto lo complicó a Saja. Palau fue a pelear, el arquero argentino le cometió penal y se ganó la tarjeta roja.

El penalero en Guaraní siempre fue Santander, pero Julián se sentía seguro y le pidió al "Ropero" para patear y este accedió. Esos doce pasos de distancia entre el arquero y el lanzador parecían interminables, Julián miró el caño izquierdo de Ibáñez (que ingresó tras la expulsión de Saja) y pateó ahí. El arquero adivinó y desvió el penal.

Antes, Racing dominaba pero sin mucha claridad. Nunca encontró los espacios para entrarle a un Guaraní que siempre estuvo bien parado en el medio y atrás. La búsqueda de Racing tuvo que reducirse a los remates de media distancia y a los centros buscando la cabeza de Bou o Milito.

En el ánimo de los locales influyó el penal malogrado por Guaraní. Durante los primeros diez minutos del complemento, la Academia argentina fue en tromba en busca del gol que igualara la serie y tuvo varias oportunidades claras, en los pies de Bou, Fernández y Milito, pero Alfredo Aguilar fue una muralla imposible de sobrepasar bajo los tres caños.

En los últimos minutos Guaraní ya jugó a placer porque Racing era un equipo totalmente partido. Los de Jubero no supieron definir las oportunidades que generaron de contragolpe, pero a sabiendas también de que el rival nunca mostró armas contundentes para hacer daño. La mayor virtud de este plantel aurinegro es la paciencia y así, continúa haciendo historia, una historia de la que disfruta casi todo un país.

El Aborigen deberá enfrentar a otro equipo argentino en semifinales. El 15 de julio jugará el partido de ida ante River Plate en el Monumental de Núñez y una semana después, el 22, definirá ante su gente en el Defensores del Chaco.

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