Puerto Falcón/Clorinda. Rafael Cuevas, Osvaldo Escobar, Jorge Zárate, enviados especiales.

Una protesta internacional se vivió ayer en el principal paso de nuestro país hacia Argentina, cuando los cortes intermitentes de ruta de los trabajadores de frontera, que viven de pasar mercaderías de un lado a otro, derivaron en complicaciones para el transporte de personas y cargas. Las nuevas reglamentaciones aduaneras puestas en marcha por el Gobierno frenaron de un día para otro la incesante actividad comercial entre Clorinda y Puerto Elsa, Puerto Falcón e Itá Enramada. Esto motivó las medidas de protestas de los paseros, choferes de combis, estibadores, pequeños importadores del lado paraguayo, que al ser brutalmente reprimidos el lunes pasado y ante la falta de respuestas del Ejecutivo, tuvieron ayer la solidaridad de los trabajadores y comerciantes clorindenses que hicieron cortes de ruta en su territorio.

"Vamos a continuar hasta que nos den una respuesta adecuada, porque lo único que recibimos del Gobierno es represión", dijo Zully Jacquet, dirigente de los pequeños importadores, explicando que "por suerte ahora parece que nos van a escuchar porque se solidarizaron con nosotros los hermanos argentinos". La mujer mostró las heridas de 13 perdigones de balas de goma que les disparara la policía el lunes pasado, en ocasión de la represión de un piquete en la zona de Puente Remanso.

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"El Mercosur se olvidó de los paseros, las primeras personas que comenzaron con la actividad de comerciar entre las fronteras", comentó. "Estas normativas están hechas para que solo los grandes importadores puedan trabajar", apuntó.

En principio, el corte de rutas impedía el paso de los camiones, permitiendo el paso de automóviles y ómnibus de pasajeros, pero la situación se agravó cuando los camioneros, enojados por la situación, practicaron su propio corte en el puente San Ignacio de Loyola, que une Falcón con Clorinda. "Si no pasamos nosotros, que no pase nadie", dijo el camionero Roberto Aguirre, mientras un grupo de policías intentaba convencerlos de dejar pasar cada tanto algunos vehículos particulares y los ómnibus, cuyos pasajeros mostraban rostros de fastidio y cansancio.

Automovilistas de ambos lados de la frontera y de los países del Cono Sur, como Uruguay y Chile, protestaron por la situación. "Es increíble, nosotros esperábamos poder avanzar lo más posible en Argentina esta tarde, pero parece que nos vamos a quedar aquí", se quejaba el uruguayo Juan Sanguinetti.

Augusto Velázquez llevó a su tía Beba, de 90 años, a hacerse atender en Clorinda y quedó varado en la cola de regreso. Los camioneros que transportan frutas, verduras, carnes, pastas congeladas, comenzaban a ponerse nerviosos porque la mercadería se iba a perder.

Pero quizá la imagen de la jornada fuera la de Daniel Ortiz y familia. El camión que le traía la mudanza desde Buenos Aires a Capiatá no tenía los papeles para cruzar la frontera, por lo que todos sus muebles y pertenencias quedaron en el asfalto del centro aduanero conjunto, donde para pasar el rato, su hijo Kenny jugaba con el perrito Kencho.

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