Zapatero a su zapato. Un principio básico para convivir con los demás. De tan simple, muchos lo transforman y lo hacen complicado para vivir o directamente lo ignoran. Cuando todos están inmersos en un mundo en donde los zapatos han perdido su razón de ser y si no es así poco falta para que lo sea, es extremadamente difícil lograr que el caminar de los zapatos sea armónico, colaborativo y triunfal.

Hay zapatos prestados para todos los gustos. Hay quienes se ponen un zapato hoy y mañana otro y que incluso están dispuestos a cualquier clase de zapatos, es que les da lo mismo, no saben dónde está su zapato o han dejado de pensar en el mismo y se han olvidado que lo tienen. Es probable que nunca hayan escuchado hablar de los zapatos. Es posible que otros zapatos en iguales condiciones les hayan transmitido, por sus propias limitaciones, que son zapatos en serie y que por lo tanto nada podrán cambiar.

Los zapatos extraviados están en todos lados, son zapatos pero no tienen idea que lo son. Es así como el zapato deja de lado su esencia y se presta a la manipulación de otros zapatos o incluso es usado por otros sin que se atreva a ver esa realidad. Zapatos que no tienen voz porque no tienen ni siquiera la intención de tenerla. Se trasladan como zapatos de un lado a otro, su presencia pasa desapercibida para los demás zapatos y conste que no se trata de llamar la atención, sino de aportar al conjunto de zapatos que están junto a ellos. Son tantos los zapatos que nadie puede atreverse a ponerse el zapato del otro; sí puede uno hacer lo que esté a su alcance ante el zapato que necesita su cuidado, aunque nunca será lo mismo que pudiera hacer el propio zapato.

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Zapatos para todos, zapatos en todos, zapatos exclusivos y zapatos de colores, siempre zapatos, en cada zapato la gran posibilidad de distinguirse, hecho que parece que otros zapatos no quieren permitir, incluso cuando transmitan lo contrario, es que hay zapatos egoístas y sólo quieren pisar ellos, olvidando que es tan grande el universo que hay lugar para todos los zapatos. Entonces a la salida del sol los zapatos pueden andar desplegando su saber, y ahí surgen nuevos impedimentos o desafíos, según como lo interpreten los zapatos, ¿desplegarse hacia dónde?, ¿hacer qué?, ¿cómo participar de la caminata llena de zapatos?, y si los zapatos no están preparados para resistir, y si los zapatos están desgastados, o se han estirado o se han encogido, o han sufrido un rayón muy grande, o están rotos en la punta o la suela ya no está por su innegable andar, quizás un zapato se pueda regalar, o muchos zapatos se puedan regalar y otros agradezcan el gesto al pasar, pero el zapato de uno es el zapato de uno y el otro jamás lo podrá igualar.

Pueden llegar otros zapatos y querer imponer las condiciones para caminar entre zapatos, quizás olvidándose que cada zapato sabe hacer su caminar entre los zapatos; ¡vaya de aquellos zapatos, que por no saber decir que no, se encuentren al tiempo usando otros zapatos que no son los que voluntariamente decidieron colocarse!

Hay zapatos para todos los gustos y para todos los usos. Todos los zapatos están esperando la elección de quienes se los pondrán. Ponerse los zapatos puede ser un simple acto o representar una gran decisión. Donde hay muchos zapatos funcionando hay probabilidades que todos sepan qué hace cada zapato y también es posible que no todos lo sepan o incluso que todos esgriman sus opiniones al respeto de otros zapatos y hablen desde su zapato y comparen su recorrido con los otros, sin percatarse que cada zapato pisa única y exclusivamente, dejando su propia huella en el trayecto y eso no tiene parámetros de comparación.

Hay que lustrar los zapatos, siempre un zapato lustrado es un lindo zapato. Es quien lo usa quien lo cuida. A veces el zapato brillante cree que puede desviar el camino o salirse del mismo, por múltiples razones que lo podrían justificar, y es ahí en donde puede perder su brillo y empezar a opacar. Algo que puede estar bajo su control y que para nada implica confort sino todo lo contrario; es que cada zapato se prepara para vivenciar una función concreta y ahí está su noble participación. Cada zapato es útil y tiene que disfrutar de esa condición.

Zapatero a su zapato. Haga lo suyo, lo que sabe hacer, estimule el uso de su zapato, úselo mucho y que sea para transitar los mejores caminos, invite a otros a que focalicen sus esfuerzos en usar sus zapatos. No permita que otros le digan qué zapato debe usar, sí escuche lo que le dicen y saque sus propias conclusiones y actúe respetuosa y libremente. ¡Disfrute de su zapato!

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