Es arquitecto, además de vocalista y guitarrista de Villagrán Bolaños, banda de rock paraguaya que lanzó su tercer disco: Sonidos Siderales. ¿Cómo será el ritmo de su nueva obra?

Por: Micaela Cattáneo
Fotos: Javier Valdéz
Producción: Juan Ángel Monzón

La maqueta estaba casi lista. Miguel o Miky González y el baterista Mauri Román se juntaron a grabar las canciones que marcarían el plano inicial de Villagrán Bolaños, aquel 2011. La fiesta del caos fue la primera pieza de la construcción que pusieron en marcha. Pero a medida que avanzaban niveles -ya con el resto de los integrantes (Miki Napout, Karim Manzur y Fede Wagener)-, la banda se iba consolidando al son de El ritmo subtropical.

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Mientras sucedía todo esto, Miky no dejaba de lado su otra pasión: la arquitectura. ¿Arquitecto que hace música? o ¿Músico que hace arquitectura? "A fin de mes puedo responder eso", dice entre risas. "En realidad, hago ambas cosas. Hay meses en los que no hay obras por las cuales trabajar pero sí hay conciertos, entonces es la música la que me banca. O, viceversa. No estaría bueno dejar ninguna porque hace tiempo que hago ambas cosas", continúa.

Sus dos gustos se articularon a partir de su admiración por el arte. La música habitó en él con más fuerza "desde el colegio" -según lo cuenta-, puntualmente, cuando tenía 14 años y estudiaba guitarra con Kuky Rey, un gran maestro de jazz. "Hasta los 20 seguí practicando. Teóricamente, aprendí muchísimo. Cuando terminé la secundaria, elegí arquitectura porque me gustaba cómo se armaban las cosas. De chico, me encantaba jugar lego. Y como mi papá es ingeniero, de más grande, solía visitar obras con él y me quedaba colgado mirando cómo se construían", recuerda.

Actualmente, forma parte del Estudio de Arquitectura Culata Jovái, conformado por un grupo de profesionales que trabaja en proyectos con criterios de sostenibilidad económica, proyectual y ambiental. "Tratamos de utilizar los recursos de manera consciente. Por ejemplo, si hacemos un pilar de hormigón, no lo revestimos con pintura, lo dejamos como parte de la pared para invertir el dinero en otra pieza de la casa. No construimos de más porque nos interesa mostrar cómo se hizo", explica.

Y es que parte de esa identidad se hace materia fundamental en su proyecto musical, que homenajea -con el nombre- a Carlos Villagrán (Kiko) y Roberto G. Bolaños (El Chavo). "Con la música sucede lo mismo, especialmente, con Villagrán Bolaños, donde tratamos de construir por partes para que todo se entienda y cada cosa tenga su protagonismo", comenta.

Su experiencia en bandas como Amén, Aura -actual Vertical- y Diva le sirvió de cimiento para pisar fuerte sobre los escenarios, posicionando a las canciones de su autoría en planta alta. "Casi siempre toqué temas propios y es lo que quise con Villagrán, desde un principio. Pero la verdad es que, siempre que en las peñas me piden: "Tocá algo", no hago covers porque no sé", cuenta con humor.

Sus influencias musicales también tienen que ver con las historias que cuenta la banda. "Me gusta mucho Calle 13, el Cuarteto de Nos, Bersuit, entre otras; ese rock con un mensaje social, que tenga contenido, muchas veces, acorde a lo que como grupo observamos de la realidad. O quizás, que no tenga que ver con eso pero sí con nuestra forma de pensar", analiza y rememora -entre risas- lo que un tatuador le había dicho sobre la música del grupo: "Ese es medio un rock universitario para nerds, ¿verdad?".

Sonidos de otra dimensión

Después de tres años de trabajo, el tercer álbum de la banda sale a la luz. Sonidos Siderales  busca proximidad no sólo con el público local, sino también con el de afuera. "México y Colombia son los destinos con mayor peso en la industrial musical latinoamericana y son los que nos pueden acercar a otros mercados. En 2015 fuimos a DF para conocer cómo funciona (y es como empezar de nuevo). Pero con este disco queremos empezar a salir, construir una escena en la región", asegura.

A diferencia del primer y segundo disco, Sonidos Siderales es mucho más rockero. Al igual que en El ritmo subtropical, musicalmente, trabajaron con Matías "El Chávez" Méndez (ex-Árbol y productor musical de Kchiporros, No te Va a Gustar, etc.), quien desde ese disco los ayuda a organizar las canciones, desde todo punto de vista. "Nos orientó para encontrar un sonido para la banda. Hay veces que la 'fuga de feeling' (cuando le estás llenando de cosas a la música, sean instrumentales o vocales) no te permite escuchar cómo realmente suena", señala Miky.

“Claro, da gusto tocar pero, a veces, menos es más. A mí me ayudó mucho con la voz, diciéndome que cante como hablaba -por el estilo de la música-. En este disco se ve una madurez, no sólo en cuestiones técnicas, sino como grupo, ya que dos fueron padres, dos se casaron, salimos de la casa de nuestros padres, entre otras cosas”.

Las letras alcanzan otra altura y no se distraen en las curvas, porque se mantienen al margen de la esencia del grupo: cantar muchas palabras. "Es lo que caracterizó siempre a Villagrán. Hay temas con mensajes políticos, pero con otro enfoque. A diferencia de Se viene los zombies (La fiesta del caos) -que es súperdirecto-, en la canción Many monos de este nuevo disco no hay una letra chocante porque la intención es explicar lo que pasa: 'las cosas son así pero podrían ser de otra manera' o 'no todo es tirar piedra, sino ver los errores de uno'", explica.

De hecho, es el tema preferido de la banda, lo escucharon muchísimas veces de ida a sus conciertos por el interior del país. "Soñamos con estar a las tres de la mañana en Rockero, escuchar este tema y verle a la gente bailar. Porque te rompe la cabeza", relata.

Reformar los espacios

En el 2012, Miky obtuvo el primer premio en Rehabilitación y Paisaje en la XVIII Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito (Ecuador). La vivienda que lo hizo merecedor del reconocimiento está ubicada en el centro de Asunción, lugar donde él encuentra las mejores construcciones arquitectónicas de la ciudad. "Me gustan mucho las casonas antiguas de 1800 y tanto. A mí me encanta trabajar sobre obras construidas, pre-existentes", empieza.

Y prosigue: "Hay casas patrimoniales que, generalmente, son intervenidas de forma agresiva y sin buenos resultados. Yo el resto de mi vida me pondría a hacer cosas con clientes que quieran renovar construcciones para un hostal, una residencia de estudiantes, un centro cultural, un boliche, o lo que sea. Nosotros somos como bichos de ciudad, por la movida de la música y la cultura urbana nos movemos mucho por el Centro y hay que darle vida de alguna forma".

Se trata de “activar el espacio”, como comúnmente se conoce en la arquitectura. Y en Villagrán, la música es una forma de impulsar acciones como esta. “Hay una frase de una canción que dice ‘La música interrumpida en la superficie lunar’, la cual hace referencia a cómo los baches cortan las canciones que vas escuchando en el auto. Nuestro disco habla mucho de las cuestiones urbanas”, resume.

Miky compone obras arquitectónicas y construye música. Pero en ese juego metafórico entre sus dos pasiones, él encuentra el secreto para el equilibrio: nunca trabajar sólo.

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