Estudió Gemología -la rama de la mineralogía que aborda el estudio de las piedras preciosas- en el Gemological Institute of America (GIA) de Nueva York. Desde Srta. Conchita se dedica al diseño de joyas para usar durante todo el día; mientras, la marca que lleva su nombre se especializa en colecciones de joyas-arte.

Por: Jazmín Gómez Fleitas

Fotografía: Néstor Soto

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Producción: Juan Àngel Monzón

Expuesta a temprana edad y durante toda su vida al arte, Andrea (25) sabía que por ahí corría su pasión, pero no lograba descifrar el cómo ponerlo en práctica. Hija del arquitecto Pedro Barrail, señala que tenía contacto con "museos, libros, revistas, teatros, galerías… todo detrás de mi padre el arquitecto y artista".

Pero si hay un punto de partida, algo que se fue uniendo con todo lo demás para traerla hasta lo que hace hoy, serían las gemas. "Mis papás me regalaban pequeñas piedras que traían de Brasil, como de colección, pero para niños. Cuarzo de diferentes clases en su mayoría. Mi papá le regaló joyas a mi mamá que él mismo diseñó. Y a los 19, más o menos, me di cuenta que quería hacer joyería pero que no tenía idea de esta industria, ni cómo entrar a este mundo, así que me puse a investigar".

Fue así como primeramente realiza un curso de verano de diseño de joyas en la IED de Barcelona, y luego, parte a Nueva York. En la ciudad de Gaudí dio el primer gran paso hacia sus sueños, pero fue en la Gran Manzana donde se empezó a concretar. "La verdad es que en GIA fue donde realmente aprendí acerca de todo, antes no tenía idea y buscaba aproximarme. Esto es mucho más que hacer un producto y vender. Las gemas son frutos de la naturaleza únicos, no hay dos piedras exactas. Todos tienen una historia que contar y una identidad", reflexiona.

El Gemological Institute es la mayor autoridad en joyería. Andrea realizó un máster intensivo que duró siete meses el año pasado. Los primeros dos meses se enfocaron en diamantes y, los siguientes, en todas las demás gemas. "El fin era aprender toda la ciencia detrás de las piedras que se usan. Antes de cada clase teníamos que tener leídas unas 200 páginas y la primera mitad de la clase se repasaba lo del día anterior", explica.

Allí aprendió acerca de la composición química, la interacción de la luz con los cristales, los tipos de cortes, la historia de la joyería, la minería, el peso, el color, la venta y un poco más. La parte práctica se desarrollaba en un laboratorio donde clasificaban las piedras identificando el corte, color, claridad y peso. Lo hizo en más de 450 piezas. "Es increíble cómo, por ejemplo, el color puede hacer un valor de miles de dólares en una gema. O cómo el diamante más nuevo se creó hace dos billones de años, si hablamos de los naturales y no de los sintéticos, claro".

Detrás de la creación

Su trabajo no sólo se basa en el brillo de las gemas, sino en el de vivir una pasión. Con el diseño de joyas, Andrea pudo fusionar su amor por el arte, el diseño y la posibilidad de crear. "Dar con la gemología fue algo en lo que siento que Dios me encaminó. Como cuando todas las piezas coinciden. No sabía que podía ser una opción pero me siento muy bendecida por haber dado con ella".

Andrea trabaja en ello desde el 2013, todos los días trata de leer artículos para mantenerse al tanto de lo que está pasando en ese mundo y no olvida lo que uno de sus profesores le dijo: "Tus ojos brillan y recibís extasiada lo que aprendemos". Además, agrega: "Fue increíble haber conocido y estado entre personas de diferentes partes del mundo que venían de generaciones de minería, cortes de piedras, fábricas de joyas, y yo entre ellos (risas)".

Destaca que su mirada ya no es la misma. "Me entrenaron para ver los colores de una manera distinta. Cada vez que hablo con alguien, me fijo en sus aros, anillos y le pregunto si los puedo mirar más de cerca, y observar los metales o las piedras que decidieron usar. Me siento llena de emoción, como que la vida brilla más porque puedo identificar las piedras que la Tierra creó y son parte de la vida de una persona. Que fueron cortados por gente del otro lado del mundo, viviendo una vida totalmente distinta a la nuestra".

Acerca de cómo se elige la gema adecuada para una joya, Andrea nos dice que no es tarea sencilla. Se tienen en cuenta tres aspectos: el modelo de la joya, el metal usado y el tamaño de las piedras. Una respuesta rápida sería que si se trata de un anillo, no debería ser una piedra blanda; es decir, una que se raye fácilmente. "Según la escala de MOHS, el diamante es la piedra más dura, le siguen el zafiro y el rubí. Tampoco debería tener muchos cleavages (clivajes); es decir, la tendencia que tiene un cristal para romperse limpiamente a lo largo de distintos niveles".

Si una piedra es blanda o tiene cleavages, se recomienda usarlas en colgantes o aros, porque las pulseras y anillos se golpean con frecuencia, por lo cual necesitan piedras más resistentes. En su marca Andrea Barrail, ella trabaja en oro de 18k y piedras 100% naturales. En Srta Conchita, en oro, plata y piedras naturales. En ambos casos, son joyas hechas a mano.

Ahora, sus piedras favoritas son los diamantes incluidos. Diamantes que tienen pequeñas partículas de carbón que no se transformaron a diamante y que tienen color marrón, gris, blanco o negro. "Son mis favoritos porque son únicos. No existen dos iguales. Los blancos son hermosos y los más preciados en general, pero los prefiero en marrón o gris. Siento que no tienen competencia porque tienen una identidad propia. Para mí representan cómo en la belleza de la imperfección se encuentra lo que los hace únicos".

Diseño de exportación

Su primera exposición la realizó en Design Miami con la galería de Cristina Grajalles en diciembre de 2016. Ahora se encuentra en negociaciones para seguir llevando sus diseños a Estados Unidos, ya que todos los presentados anteriormente fueron adquiridos. En el Instagram se la encuentra como @srtaconchita y @andreabarrail, respectivamente.

 

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