En la opinión del experto en educación, hay que cambiar el modelo de cooperación para América Latina, pero también cambiar valores fundamentales de la educación en esta nueva era en la que la agenda mundial se está replanteando críticamente los paradigmas que se barajaron en el siglo pasado.
- POR TONY CARMONA
- Periodista
Mariano Jabonero es el candidato del gobierno de España a presidir, a partir del próximo 26 de abril, la Secretaría General de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), cargo que no le es extraño, ya que ocupó la dirección general de esa organización del 2003 al 2010, a más de colaborar con la institución permanentemente; de hecho, toda su vida profesional, más allá de esa labor, está dedicada a la educación y en gran parte dentro del mundo iberoamericano, dirigiendo instituciones diversas o coordinando reuniones de ministros y expertos, lo que le permite mirando hacia atrás, con su experiencia, y conociendo la coyuntura actual, desde las dos orillas, plantear y llevar adelante el desafío que se propone en esta nueva etapa: la consigna que ha expuesto en varios foros y medios es que hay que cambiar el modelo de cooperación para América Latina, pero también cambiar valores fundamentales de la educación en esta nueva era en la que la agenda mundial se está replanteando críticamente los paradigmas que se barajaron en el siglo pasado. En esta entrevista, Jabonero expone su concepción de cómo encarar la educación hoy, en tiempo presente y mirando hacia el futuro.
–Al hablar de la educación en particular, Ud. incluye una materia nueva, a más de las que se consideran tradicionalmente bases fundamentales, como la matemática y la lectura, la de "competencias no cognitivas", que tiene más que ver con la cultura social, cívica, una temática que convencionalmente no se ha planteado y que resulta novedosa y hasta desconcertante aunque la fundamentación que ya ha expuesto y argumentado en sus declaraciones es simple y contundente: "al hablar de habilidades sociales, se habla de ciudadanía, de trabajo en equipo…" y Ud. lo justifica con claridad: "una cosa es saber mecánica y otra es saber trabajar con un grupo de ingenieros mecánicos". El argumento es contundente, pero ¿cómo se va a aplicar en la práctica?:
–Tenemos que hacer posible una nueva educación, para una nueva ciudadanía en un tiempo diferente. Las recientes crisis que hemos sufrido, a uno y otro lado del océano, nos han proporcionado importantes enseñanzas: en primer lugar, que no es suficiente saber, sino que es aún más importante lo que podemos hacer con lo que sabemos, es decir, el desarrollo de competencias. Y que importan por igual las instrumentales como las no cognitivas, como son, por ejemplo: ser buenos ciudadanos, ser solidarios, saber expresarnos, atender y comprender a los demás y ponernos en su situación: en resumen, saber y saber compartir y convivir. La escuela debe asumir todo esto como una prioridad en su trabajo cotidiano.
A título de ejemplo, los directivos de algunas de las grandes empresas multinacionales que nos llevaron a la última gran crisis, tenían los títulos de los mejores doctorados y maestrías, pero no demostraron ser ciudadanos éticos ni responsables. Eso no debe volver a ocurrir, y en la escuela está buena parte de la solución para que así sea.
–A su juicio, ¿las políticas que se aplicaron en el siglo pasado, tanto en lo pedagógico como en lo presupuestario, son hoy objeto de revisión?, ¿cuáles serían hoy las nuevas propuestas?
–Un reconocido experto educativo, Brunner, afirma que la escuela iberoamericana vive hoy pendiente de atender dos agendas: hacer frente a los incumplimientos del siglo XX y a los retos del siglo XXI.
A finales del siglo pasado se formularon grandes utopías sociopolíticas, psicopedagógicas y tecnológicas que apenas se tradujeron en mejoras educativas reales. Hoy todos compartimos que los avances cuantitativos, en términos de cobertura son importantes, pero que persiste el reto de lograr mejor educación para todos, es decir, una oferta de calidad en condiciones de equidad, porque no hay sistema educativo de éxito en el mundo que no aúne esas dos categorías: calidad e igualdad.
En estos momentos contamos con un poderoso recurso para formular políticas más eficaces: gracias a las evaluaciones disponemos de datos, de evidencias sobre lo que ocurre en nuestras escuelas y sistemas educativos y con ello podemos construir respuestas a partir de esas evidencias y no de meras opiniones, como ocurrió hasta hace poco.
–Propone también que hay que replantear el modelo de cooperación para América Latina, lo que implica en cierta medida cambiar el modelo de integración y el modelo de educación, es decir un cambio importante que tiene que convocar a todos los protagonista. ¿Hay bases consensuadas para implementar ese cambio?
–Efectivamente, existe un consenso al respecto de que la cooperación debe tener un enfoque y dimensión iberoamericana: debe construirse desde la región, es decir, desde los veinticuatro países iberoamericanos situados a uno y otro lado del océano, y debe hacerse conjuntamente en respuesta a las necesidades compartidas por todos.
Sus objetivos no son ya asistenciales o compensatorios, como ocurrió en décadas pasadas, sino hacer frente a retos comunes y compartir fortalezas, necesidades de mejora de la competencia técnica y conseguir capacidad de respuesta eficaz ante necesidades. Todo desde una lógica y estrategia regional iberoamericana.
–Hay una frase suya que me parece clave y, aunque obvia, no la solemos apreciar con el valor que presupone: "No siempre más es sinónimo de mejor".
–Además de ser una teoría estética y un lema de la Cepal, es razonable pensar así en Iberoamérica cuando la región invierte más que nunca en educación, llegando a superar la media mundial. La afirmación se hace más evidente si se conocen ejemplos de otros países: Luxemburgo y Estados Unidos, entre otros, invierten mucho más por alumno que Corea, Finlandia y Portugal, y sus rendimientos son mucho más bajos que los de estos países.
Si bien es importante invertir más, es más importante aún saber dónde se invierte: contamos con investigaciones solventes que demuestran que invertir en determinados rubros en educación es absolutamente ineficiente y muy provechoso en otros.
–Si bien se prioriza y se centra más el análisis y la inversión en la enseñanza media, no suele pensarse tanto en otro de los temas que propone como fundamental: la urgencia de invertir más y mejorar la educación infantil.
–El premio Nobel de Economía del 2000, Heckman, consiguió ese galardón al demostrar que la inversión social más rentable y que, en consecuencia, más retorno produce, es la que se hace en educación infantil. Junto a eso, la mejora de la calidad y equidad de la educación básica y la lucha contra el fracaso y la deserción en educación secundaria son, sin lugar a dudas, los pilares para la mejora de los sistemas educativos.
Insisto en la absoluta importancia del desarrollo intelectual temprano, así como llevar a cabo un trabajo interagencial al respecto: somos varios los organismos internacionales que trabajamos en la región por la mejora de la educación y no es comprensible, ni eficiente, que lo hagamos de manera separada o no coordinada.
–Un tema que limita la educación en la región es el de las lenguas autóctonas; incluso el del guaraní, que se enseña oficialmente y se habla extendidamente en la América meridional y que es lengua oficial del Mercosur, pero no tiene una política regional, ni, en la práctica, personal capacitado y formas de aplicación para garantizar el derecho de los guaraní hablantes en su tránsito y desenvolvimiento regional. Es más limitada aún la comunicación de otros pueblos y su acceso a la educación, habiendo incluso lenguas en peligro de extinción. ¿Se puede implementar una política regional para garantizar el uso de la lengua madre?
–Se están desarrollando experiencias importantes al respecto en toda Iberoamérica y en otras regiones del mundo en las que conviven diferentes lenguas. En cualquier caso, es importante descartar cualquier posición de imposición hegemónica de una lengua sobre otras, como ocurrió en el pasado y como parece que vuelve a ocurrir en algunos lugares a partir de posiciones identitarias que hacen recordar situaciones supremacistas que ya creíamos superadas.
Nuestra riqueza parte del reconocimiento y apoyo a la diversidad, más aún en una región en la que contamos con dos lenguas francas de proyección global, el portugués y el español, y otras muchas que son parte de nuestro más querido patrimonio familiar y cultural, cuya existencia y preservación son parte de nuestras señas de identidad y de nuestro futuro y, por ello, deben contar con una política regional a su favor.
–Dada la preocupación mundial por las amenazas al medio ambiente, particularmente en la región, ¿hay un plan para educar en valores de defensa del sistema ecológico?
–Considero que hay sensibilidad social y voluntad política a favor de la conservación del medio ambiente, pero quizás deberíamos insistir más a través de los medios de comunicación y de la escuela en que tenemos una grave responsabilidad de solidaridad generacional: recibimos un planeta de nuestros padres, que debemos transmitir a nuestros hijos al menos en las mismas condiciones, si no mejores, que tenía cuando nos lo confiaron nuestros antepasados.
–¿Está al tanto de la práctica que llevó adelante el actual gobierno paraguayo de becar tanto a docentes y a estudiantes paraguayos a universidades de prestigio internacional, recuperando la experiencia llevada a cabo por el ex presidente Carlos Antonio López en el siglo diecinueve, y que fue parte en aquel entonces de una propuesta exitosa de modernización del país?
–Conozco y valoro de manera muy positiva la experiencia. Creo que responde a una moderna concepción de la sociedad globalizada y del conocimiento: es necesario acceder al conocimiento allá donde éste sea más emergente e innovador para, a continuación, compartirlo con los conciudadanos, con la nación que ofreció de manera generosa esa oportunidad, quizás privilegio, para construir un país más próspero.
Este programa, como otros de movilidad académica y de internacionalización de la universidad, son parte de las iniciativas más eficaces a favor del desarrollo de nuestras naciones en un mundo globalizado y digitalizado en el que el conocimiento y las competencias son la más importante divisa.