El Dr. Sergio Godoy Codas se desempeñaba hasta hace pocos días como ministro asesor jurídico de la Presidencia de la República, cargo al que renunció para asumir su postulación a la Cámara de Senadores. Su propuesta puede ser impactante por su pragmatismo para superar el vicio de la invasión partidista en la Justicia. "Necesitamos tener la madurez política de cancelar ya la representación de las cámaras del Congreso en el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados y el Consejo de la Magistratura".
Mientras lo entrevistamos con esta propuesta era imposible no pensar en lo que –al escucharla– estaría cruzándose por la cabeza de cualquier miembro de la comunidad política (ya sea del oficialismo o la oposición) que en algún momento de su vida parlamentaria definió la suerte de un fiscal o un juez con la vara de su humor político.
–¿Es realmente lo que se escucha? Acabar con la representación del Congreso en estos poderosos organismos
–La propuesta, básicamente, es acabar con la representación parlamentaria que hay en el Jurado y en el Consejo de la Magistratura, entiendo que la injerencia política en estas instituciones es sumamente dañina para nuestra democracia, para nuestras instituciones, ha pervertido y corrompido altamente la Justicia, sometiéndola al poder político, creo que hoy ya nadie escapa de esta injerencia.
–¿Es consciente que esta propuesta provocará un fuerte impacto en el poder político criollo que siempre manejó la justicia?
–Quiero aclarar en primer lugar que esto está lejos de pretender generar un esfuerzo de marketing político o electoralista, es la realidad, es fruto de un proceso que me tocó vivir, y muy de cerca, compartiendo las experiencias y las tribulaciones de las comisiones de reforma judicial que arrancamos en el 2014. Como representante del Ejecutivo presidí el tema del Consejo y el Jurado de Enjuiciamiento y fuimos tratando ley por ley para ver qué podíamos sugerir, luego como proyecto de ley de un mejor sistema judicial fui viendo a lo largo de los años, fui palpando, que este es un problema que se trata de raíz o no se soluciona nunca. Es un sistema perverso que se reproduce en cada período, hoy en manos de unos, mañana en manos de otros.
–¿La idea es sacar de “esas manos”…?
–Vamos a plantear una herramienta que nos permita eliminar la representación parlamentaria de estos dos órganos. Esta era la idea que incluso lo compartimos con amigos, con gente del Gremio de Abogados de manera que se inaugure una etapa en la que la Justicia se escape de los sectarismos políticos y la temperatura del momento.
–¿Esto debe darse con la modificación de la Constitución…?
–Digamos que la solución de fondo es la modificación de la Constitución. Eso es inapelable porque le daría un marco permanente que estaría por sobre la voluntad política. Pero mi propuesta es aún más desafiante: mi planteo es que ahora, sin más dilación, en el inicio del nuevo período de sesiones del Congreso la clase política allí representada tenga la madurez de dejar –con todos los cuidados legales– sin su participación a estos organismos, de manera que solo sean integrados a la Justicia las representaciones de abogado y las representaciones académicas.
–¿Está hablando de un pacto político?
–Tal cual. Que al empezar su mandato el nuevo Congreso diga a la comunidad nacional: nosotros asumimos que en la Justicia está la crisis a consecuencia de la injerencia política y ante ello decidimos retirar nuestra representación hasta tanto una modificación constitucional defina un esquema permanente.
–¿Y no sería mejor hacer ya la Constituyente?
–Nada garantiza que eso ocurra inmediatamente –ojalá que sí– y mientras tanto ya no podemos esperar más para que la ciudadanía recobre la esperanza en la Justicia.
–¿Esta propuesta puede generar el mal humor de muchos?
–Y es asimismo, yo sé que ese es el escenario, pero yo quiero plantear hoy como ciudadano y mañana, si me permite la gente– como senador que esta eliminación de la representación parlamentaria se haga sin aguardar una modificación constitucional –de inmediato–, que se comprometan si realmente quieren acabar con la injusticia, en tomar la decisión en el Senado y en la Cámara de Diputados de retirar sus representantes.
–Plantearlo como un pacto político. ¿Eso es legal?
–Claramente nuestra Constitución dice que estas dos instituciones tienen que estar conformadas por representantes de la Cámara de Senadores y la Cámara de Diputados, eso es clarísimo, ahora eso está en la parte orgánica de la Constitución, que nos dice cómo funciona el Estado, pero hay otra parte sustancial de nuestra Constitución, la parte dogmática donde establece los principios y los valores donde claramente dice y reconoce a la dignidad humana y habla de los valores máximos de nuestro pueblo, de nuestra Constitución, de nuestra democracia, que son la igualdad, la libertad y la justicia. Y los parlamentarios deben velar, están obligados a velar por la justicia, aparte de la libertad y la igualdad, y cómo tolerar esta situación, cómo aguantar un día más con esta situación que a luz sale el sistema perverso del que antes hablé.
–Sencillamente que el Congreso no integre esos organismos hasta tanto se modifique Constitucionalmente.
–Asimismo. Un gesto en positivo, porque tuvimos muchas situaciones similares; por ejemplo, el defensor del Pueblo que durante años no fue nombrado, hoy, hay una fiscala general (Sandra Quiñónez) propuesta por el Ejecutivo que tampoco está siendo nombrada, venciendo los plazos, todos estos son gestos políticos negativos, tuvimos muchos temas con la Corte Suprema, hubo miembros que estuvieron más de lo que corresponde a su período y siguió funcionando todo, pero en gesto negativo; lo que propongo es que se plantee también una excepción, pero en gesto positivo. Tuvimos muchos gestos políticos excepcionales para el mal, ¿por qué no haríamos uno para el bien?
–Estamos hablando de que el Congreso cese la representación, no estamos hablando de que el Congreso anule la figura de la representación, sino que cese la figura de sus representantes.
–Exacto, lo otro solamente se va a poder con una modificación constitucional, te repito, no es ajeno a otras situaciones que vivió nuestra democracia y creo que esta sí va a ser una decisión en positivo para nuestra democracia.
–¿Y eso lo plantearía apenas iniciada la gestión del nuevo Congreso?
–El planteo concreto sería que las cámaras del Congreso –si la gente me permite pueda estar en el Senado– retiren la representación, vía una resolución que insta a nuestros representantes del Senado a presentar sus renuncias, que vuelvan a las Cámaras y dejen esas instituciones sin la intervención política. Eso puede ser de inmediato. Incluso ahora, en este período.
–¿Qué opina el líder del sector al cual correspondes, el presidente de la República?
–Te digo que hace pocos días le comenté mi idea al líder de Honor Colorado, el presidente Horacio Cartes, quien me consultó sobre cómo se plantearía el procedimiento y su legalidad. Días después el Presidente me dijo: "Todo lo que se intente para separar lo partidista de la Justicia es bienvenido. Te animo a que sometas al debate público esta idea".
–¿Asumís que una de las motivaciones de esta ebullición sobre política en la Justicia surge a raíz de lo que ocurrió con un aliado de tu sector político, Óscar González Daher?
–Estoy plenamente convencido de que el sistema en sí es tóxico, es dañino y ha vilipendiado nuestra Justicia, quien sea parte de ese sistema, sea amigo o esté en la vereda del frente no puede seguir en el sistema; no puede seguir interviniendo y por eso creo que esta propuesta va a permitir desenmascarar quiénes realmente quieren un cambio de Justicia o quiénes quieren ocupar el lugar de otro para seguir con lo mismo.
–Demostrará que todo este debate no tiene relación solamente con el interés de un sector de ocupar el lugar de otro.
–Asimismo, creo que a mí personalmente me tocó bastante cotidianamente ver reacciones de actores políticos que no buscan otra cosa que correrle a alguien del medio para seguir haciendo lo mismo, no es por un interés nacional, respetar la Constitución ni nada de eso, sino solo para ocupar el lugar y seguir con lo mismo.
–¿Cuál es tu opinión sobre la indefinición al respecto de la designación del fiscal general del Estado?
–Y es otra de las situaciones de un desequilibrio de poder. Tenemos la obligación de cumplir con los plazos. Eso no se lo perdonaría al Poder Ejecutivo y me tocó vivir de adentro. Probablemente muchos problemas en torno a la Fiscalía ya estarían en tren de superarse si solo se cumplieran los plazos.
–¿Crees que, en materia de poderes, hay una supremacía del Legislativo?
–Yo, principalmente, lo noto en la parte judicial, la injerencia no corresponde, es inapropiada y es grotesca por parte del Congreso en la justicia. En cuanto al desequilibrio con respecto al Ejecutivo, creo que hay una parte crucial que debemos definir bien, si es que el juicio político va a ser la pérdida de la confianza del Congreso o si va a ser realmente un juicio basado en la conducta del Presidente, en una conducta inapropiada, porque una cosa es no comportarse de acuerdo a los intereses del Congreso, otra cosa es comportarte contra la Constitución y el pueblo, entonces tenemos que definir bien, porque actualmente eso no está definido y es como una espada de Damocles de cualquier gobernante.
–Otra de las cuestiones que viviste desde muy cerca también era el tema del tratamiento del Presupuesto.
–En otras experiencias, como en España hay limitaciones para una modificación, es decir, no te pueden tocar por tocar, tiene que haber un criterio porque al final de cuentas quien administra el país es el Ejecutivo. El presidente de la República define un programa de gobierno que es aprobado por los electores y finalmente ese modelo es con frecuencia modificado por intereses sectarios, principalmente vinculados al clientelismo. El tratamiento del Presupuesto debe ser parte de un debate muy serio y maduro en el próximo Congreso. No podemos jugar con una ley de tanta preponderancia para el funcionamiento de la República.
–En el futuro inmediato ¿ves una Constituyente que consagre la reelección?
–Me decís una palabra clave: el futuro, allí está el punto de responsabilidad substancial de los legisladores, mirar el bien de las nuevas generaciones. En una nueva Constituyente tiene que tratarse la reelección, la reelección por un período; inclusive podemos bajar el período a 4 años y que se le premie a lo que los hace bien, es propio de casi todas las democracias avanzadas del mundo, pero nuestro sistema, en el 92, expresó un temor basado en el pasado y allí radicó el error.