Hace más de 20 años María Estela Duarte trabaja en una de las profesiones más indispensa­bles dentro de la sociedad: la albañilería. Y todo fue, según relató en exclusiva para La Nación/Nación Media, gra­cias a su padre.

Él la inició como su ayudante y ya con el paso del tiempo se volvió una hábil albañil des­tacándose por su perseve­rancia y responsabilidad en el trabajo, luego de cada obra concluida y entregada. “Yo nací en Villarrica, ahí mi papá se desempeñaba como alba­ñil, participó de muchas cons­trucciones, entre ellas la del colegio de la ciudad, y detrás de él fui aprendiendo el oficio”, comenzó contando a LN/NM sobre sus inicios en el oficio.

“Se podría decir que somos constructores de toda la vida; yo ahora vivo en Caa­guazú y sigo trabajando en esto, inclusive con toda mi familia”, comentó María Duarte al indicar que lo aprendido le sigue sir­viendo para ganarse la vida de forma honesta.

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Destacó que, por giros del destino, se casó con un hom­bre que también se dedica a la construcción y con él han proyectado una vida en torno a este oficio, al punto de que, inclusive, sus hijos, ahora ya egresados del cole­gio, se encuentran involu­crados en el trabajo de la albañilería.

Explicó que sus hijos ahora se están desempeñando en diversas tareas con total habilidad, ya que han cre­cido viendo a sus padres tra­bajar de esta manera y rea­lizar los trabajos que para ellos es ahora fuente de ingreso.

“Muchas personas llegaron a criticar mi trabajo, en el sentido de que soy mujer y tenía mis responsabili­dades, en especial cuando mis hijos eran pequeños, pero siempre me organicé, si debía quedarme más en la casa, lo hacía”, comentó esta mujer que, así como una casa, fue construyendo su vida ladrillo a ladrillo.

“Ahora, por ejemplo, mis hijos son todos mayores, ya trabajamos juntos. Cuando hay obras que son un poco más alejadas, nos organi­zamos para llevar todo lo necesario y yo me encargo de hacer toda la comida a la par del trabajo de cuidado de mi familia”, relató Duarte.

IMPACTO POSITIVO

En la misma tesitura, María Estela reconoció que su labor como albañil también ha impactado de manera sumamente posi­tiva en su desarrollo per­sonal, ya que a lo largo de los años ha tenido muy pre­sente la importancia de la familia y de inculcar valo­res a sus hijos.

Esto llegó al punto de que ellos mismos han ele­gido trabajar con ella y su esposo, logrando consolidar un equipo de trabajo fami­liar que logra sustentar con éxito el hogar.

“Nosotros trabajamos de manera familiar, toma­mos trabajos particulares y vamos recibiendo los pedi­dos, conforme entregamos las obras. Mi esposo es el que organiza todo, y él con­fecciona los presupuestos, mientras que yo me encargo de la logística y dirijo a los chicos a la hora de mover­nos”, indicó.

Agregó que muchas veces “no aceptamos trabajos con otros grupos, justamente porque tenemos una refe­rencia que cuidar y tratamos siempre de ser puntuales y cumplir con lo acordado”, relató María Estela.

UNA MUJER ALBAÑIL

María Estela subrayó la importancia de que más mujeres, en especial las jóvenes, entiendan el valor del esfuerzo y el trabajo, ase­gurando que no hay nada más satisfactorio que dis­frutar de los logros que una misma conquista.

“Trabajar como albañil para mí nunca significó explota­ción, sino todo lo contrario, trabajo siempre con cariño, es como cualquier trabajo, tenemos nuestros horarios de descanso, de salida. Es un buen trabajo, y más actual­mente que tenemos muchas herramientas que facilitan mucho el trabajo, es como ir al gimnasio y hacer acti­vidades físicas”, comentó Duarte. Ella animó a todas las mujeres a que persigan sus sueños y que se man­tengan firmes siempre en sus creencias, respetando su integridad y, por sobre todo, buscando la manera de disfrutar de lo que hacen, sirviendo a los demás de manera humilde y respon­sable.

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