Doctor Paiva 1456, casi Avda. Carlos Antonio López. Al llegar a este sitio, muchos aseguran que les inunda la paz y hasta algunos se santiguan, mientras inhalan el olor a jazmín que sí se percibe a cierta distancia.
Las personas que transitan por parte de la ciudad saben que la vereda siempre está cubierta de florecitas blancas y al levantar la mirada se topan con las pequeñas hojas verdes y más ramitas con florecitas blancas que conforman la planta de jazmín.
Una placa de cerámica recuerda a la gente que en esa casa vivió sus años de adolescencia y juventud María Felicia de Jesús Sacramentado (Chiquitunga), quien debió abandonar con su familia la natal Villarrica, por cuestiones políticas. Si bien sus padres pudieron adquirir una vivienda propia, previamente debieron vivir en alquiler y muchos años residieron en esa casa, hasta que finalmente compraron el terreno de al lado con una casa y se mudaron allí, pero luego que Chiquitunga haya ingresado al Carmelo.
Desde esta casa fue que Chiquitunga se escapaba por las siestas mientras sus padres dormían para ir hasta la parroquia Cristo Rey, hasta el Hospital de Clínicas y a los bañados, donde servía como una verdadera apóstol de Cristo.
La propiedad hoy pertenece a la escribana Gladys María Elena Delgado Galeano, quien convirtió la vivienda en un estudio notarial. Aún sin saber que se trata de un verdadero santuario, no realizó modificaciones.
Hasta hoy se puede ver el mismo piso por el que caminó Chiquitunga, y en parte quedan al descubierto los ladrillos que sostienen las paredes y el techo que fue la primera cobija de María Felicia, cuando llegó a la capital paraguaya.
"No sabía que esta era la casa de Chiquitunga, porque yo no la conocí a ella. Yo compré hace 35 años la casa de al lado, que era de sus padres, pero donde vivió primeramente la familia al llegar de Villarrica fue esta, que mi finado marido, Amado Saldívar, compró hace 25 años del señor Godoy, quien había alquilado a los Guggiari Echeverría", comentó doña Gladys, de 72 años.
El sitio donde antes dormían las hermanas Guggiari Echeverría es hoy en día una oficina, mientras que el dormitorio de la pareja se convirtió en una biblioteca. El patio donde antes María Felicia realizaba sus oraciones arrodillada y con los brazos abiertos mirando hacia la parroquia Cristo Rey, hoy día tiene no solo una planta de jazmín, sino además sobresale un verde césped.
"Una vez una vidente me dijo que ella estaba acá. Yo la siento. Sé que ella está conmigo", manifestó al indicar que mucha gente llega hasta la casa para pedir favores a Chiquitunga y lleva un ramito de las florecitas blancas, para guardarlas como reliquia, ya que en ese sitio pasó gran parte de su vida la mujer que se convertirá en la primera paraguaya en llegar a los altares.