Cada vez más fieles llegan hasta la capi­lla del Monasterio de las Carmelitas de Asunción para participar de la misa espe­cial que se oficia el 28 de cada mes, en presencia de los res­tos y el cerebro incorrupto de María Felicia de Jesús Sacra­mento (Chiquitunga). Ella es la mujer paraguaya –que en un futuro– podrá erigirse como la primera santa de Paraguay, ya que el proceso de beatificación está avanzado.

A la celebración de cada 28 no solo asisten los que piden una gracia o milagro a "Chiqui­tunga", ya sea de salud, tra­bajo, bienestar, paz, etc, sino los que ya gozan de la gracia recibida. En la medida en que se dan a conocer las intercesio­nes de "Chiquitunga", crece la devoción hacia esta religiosa que falleció el 28 de marzo de 1959. Una de las personas que vivió cerca de "Chiquitunga" es la hermana María Yolanda Gorostiaga Pirotta, quien por mucho tiempo fue Madre Superiora en el Convento de las Carmelitas Descalzas en Asunción. Ella no solo conoció, sino que además trabajó bajo el liderazgo de "Chiquitunga" en la Acción Católica.

La hermana María Yolanda tenía 11 años cuando conoció a “Chiquitunga”.FOTO: FERNANDO RIVEROS

Cuando la hermana María Yolanda era niña, "Chiqui­tunga" era delegada arqui­diocesana de la Acción Cató­lica, que era un movimiento que ayudaba a los sacerdo­tes en el apostolado de la Igle­sia y estaba muy bien organi­zado, recordó la religiosa, quien todavía vive en el convento de las Carmelitas. "Yo la cono­cía antes de que ella entrara al convento.

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Yo era chiquita, tenía entre 11 y 12 años. Ella vivía en Villarrica, pero luego se tras­ladó con su familia a Asun­ción. Era de la Acción Católica y le dieron el cargo de encar­gada de las pequeñas. Yo per­tenecía a ese grupo", recordó la hermana. Explicó que además de las pequeñas, también esta­ban las aspirantes y las seño­ritas.

María Yolanda sostiene que a "Chiquitunga" siempre se la vio alegre, activa e incansa­ble, ayudando y aportando con todos, incluso en las cosas más pequeñas. "En el Parque Caba­llero se hacían representacio­nes evangélicas por grupos y ella siempre estaba corriendo de un grupo a otro para ayudar­les y apoyarles a todos. Se repre­sentaba una Cena del Evange­lio y corriendo se iba para ver al grupo que representaba otra puesta", indicó.

Numerosos objetos con la imagen de “Chiquitunga” se venden en el convento.FOTO: FERNANDO RIVEROS

Si bien trabajó bajo su coordi­nación durante mucho tiempo, la religiosa aseguró que nunca tuvo un contacto muy perso­nal con ella. "La conocía por­que a nivel de Acción Católica era famosa, era líder y muy apostólica, no había campo en el que ella no haya traba­jado: con los obreros, ancia­nos, enfermos, niños, jóvenes, presos, con todos. Tenía un sen­tido de solidaridad inmenso", recuerda.

Agregó que la última vez que la vio, fue el día antes que entrara al convento. "Ella subió con nosotros en el auto y la trajimos en el coche. 'Yo, –decía ella – entro mañana (al convento). Soy lo contrario de Jesús, viví 30 años de vida pública y ahora voy a empezar mi vida oculta'. Y esto fue algo profético, porque ella tres años y medio nomás vivió en el con­vento, no llegó a hacer los votos perpetuos", recordó.

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