Por Sara Valenzuela

Apenas el domingo pasado, el cardenal Adalberto Martínez recordaba con una emotiva carta de agradecimiento y esperanza el aniversario 40 de su ordenación sacerdotal, y hoy recordamos su tercer año como el primer cardenal paraguayo, reviendo hoy no solo el sentimiento de aquel 27 de agosto de 2022 cuando, durante el consistorio, el papa Francisco le daba un regalo invaluable al Paraguay, sino que analizando el trayecto de representación histórica que ha vivido la Iglesia paraguaya.

Proveniente de una familia humilde y con un temple que jamás olvidaría sus raíces, Adalberto Martínez Flores, actual arzobispo metropolitano de la Santísima Asunción, ha vivido estos tres últimos años con el gran peso y honor de representar al Paraguay y a su pueblo católico ante la Santa Sede en Roma, luego de convertirse en el primer purpurado paraguayo, asistiendo a eventos clave y siendo parte incluso de la elección del actual Papa, un hecho en el que Paraguay jamás había tenido un representante.

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En conversación con La Nación / Nación Media, el comunicador católico Mariano Mercado recordó que la noticia de que Paraguay contaría con un cardenal nacido en tierra paraguaya fue histórica y emocionante, convirtiéndose a su vez en cierta medida en un reconocimiento no solo a la trayectoria pastoral de monseñor Adalberto Martínez, sino también a la fe viva del pueblo paraguayo.

“Tener un cardenal significa que Paraguay tiene voz más cercana y presente en la Iglesia universal, en los espacios en los que se toman decisiones de gran trascendencia. Es una presencia que nos fortalece y nos abre al mundo, mostrando que, aunque somos un país pequeño en territorio, la fe del pueblo es grande y fecunda. Esto lo había dicho el mismo papa Francisco cuando estuvo en nuestro país”, comentó Mercado, respecto al gran significado de este cargo.

En cuanto a la Iglesia católica, él mismo subrayó que esto significa también, en gran medida, una mayor cercanía con el Papa y con el corazón mismo de la Iglesia, ya que el cardenal Martínez lleva consigo la historia, la esperanza y los desafíos de todo un pueblo, al igual que una responsabilidad enorme, ya que debe actuar como puente entre Paraguay y el obispo de Roma, maximizando así la realidad local ante la universalidad de la Iglesia católica.

Momento en que el Santo Padre se dirigía hacia el actual cardenal Adalberto Martínez en la ceremonia de nombramiento. Foto: Gentileza

En varias de sus homilías e intervenciones, el cardenal Martínez ha dejado siempre el mensaje de amor al prójimo y su voluntad por luchar por los menos favorecidos, recordando que asistir a los más débiles y necesitados es un llamado al que todo católico debe recurrir siempre con un corazón servicial y humilde.

“Mi elección nació de la certeza de que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida, y en Él encontré la fuente y la razón de mi entrega. Estos años de misterio me han enseñado la importancia que tiene el pastor de ser próximo, cercano, especialmente hacia los más vulnerables del rebaño que el Señor nos confía: los pobres, los enfermos, los pequeños y los olvidados”, comentó el cardenal durante la lectura de su carta por su 40 aniversario de sacerdocio.

Aprovechando siempre cada espacio en el que tiene la oportunidad de participar como representante católico del Paraguay, el cardenal Martínez ha dejado en claro que la prioridad de la Iglesia paraguaya es acompañar a su pueblo a afrontar las diversas y difíciles realidades con las que tiene que lidiar día a día, enseñándoles siempre que la voluntad de Dios es permanecer firmes y fieles a su palabra.

Desafíos

En ese sentido, Mariano Mercado reflexionó sobre los desafíos que enfrenta el cardenal paraguayo, destacando que, desde su punto de vista, el principal desafío con el que cuenta es el del acompañamiento de una sociedad que vive cambios profundos marcados por la desigualdad y las heridas sociales, al tiempo de trabajar pastoralmente en nombre de una gran esperanza.

“La Iglesia tiene su misión fundamental de anunciar el Evangelio, buscar la salvación de las almas, pero también denunciar las injusticias. Él tiene la misión de ser voz profética, de guiar con firmeza y ternura, y de ayudar a que la Iglesia en Paraguay siga siendo cercana al pueblo, especialmente a los más pobres y necesitados, como siempre lo hizo siendo sacerdote, obispo y ahora cardenal”, finalizó Mariano Mercado.

El contar con un representante como el cardenal Adalberto Martínez no solo se ha convertido en un hecho histórico para la Iglesia paraguaya, sino que marca también la posibilidad de que la Iglesia cuente cada vez con mayor representación y cooperación de paraguayos con un testimonio de fe que promueva una Iglesia católica más firme y comprometida con el pueblo.

El cardenal Martínez ha dejado en claro que la prioridad de la Iglesia paraguaya es acompañar a su pueblo a afrontar las diversas y difíciles realidades con las que tiene que lidiar día a día. Foto: Nacion Media

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