Olga Serra es una mujer paraguaya de 70 años que deambula por las calles de Nueva York para encontrar un lugar donde pasar la noche cuando no consigue un refugio que le brinde una cama y alimentos. Tan sólo necesita un lugar cómodo donde ubicar sus pertenencias para lograr un descanso mínimo. Su suerte cambiará para peor cuando ingrese el invierno el próximo 21 de diciembre, en Estados Unidos.

Ella emigró a este país en 1991 cuando prometió un futuro con las necesidades básicas cubiertas a su por aquél entonces pequeño hijo de 6 años. A esta altura de su vida, Olga sufre hambre y frío al no poder encontrar trabajo. Su último empleo fue como empleada doméstica con un buen salario.

En aquella época no se preocupaba del hospedaje porque generalmente se quedaba en las casas donde brindaba servicios. Durante ese tiempo la vida le sonrío a Olga ya que además de poder enviar ganancias económicas a su familia también logró ahorrar una cantidad importante de dinero que luego perdió.

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“La edad me hizo desechable para las familias con las que trabajé por años,me echaron de sus casas, no quieren a alguien como yo, que ya no se mueve tan rápido”, expresó Serra. “En cinco años se acabaron mis ahorros, me quedé con las manos vacías, así que también me echaron de la habitación que rentaba”, comentó Serra al portal El Diario NY.

De igual manera, la mujer reconoce que hoy no desea volver a Paraguay. “Mi hijo no me conoce, la distancia impidió ese cariño de hijo a madre. No me sentiría bienvenida en su vida. Él tiene ahora una familia que cuidar y yo me siento intrusa. Al menos aquí en Nueva York no falta una iglesia que me regale sopa caliente y un suéter, y me puedo quedar en un refugio de la ciudad de vez en cuando. Allá en mi país llegaría directo a la calle, a morirme en la calle de frío y hambre”.

Serra vive una triste realidad en Nueva York, ciudad donde más de 2.000 adultos mayores acuden a los refugios del que diversas organizaciones proveen. El frío dificulta aún más la situación de los desamparados, pues muchos prefieren dormir en las calles antes que en un refugio por miedo a ser golpeados, robados y apuñalados.

Olga confiesa que rechazó ir a varios albergues debido al peligro. Igualmente admitió que existen refugios seguros en la ciudad. “Otras dos mujeres tampoco quisieron ir a Magnolia, ellas han escuchado que puede ser que no salgas de una sola pieza de ahí. Las tres intentamos dormir esa noche en la estación de ferry a Staten Island, pero los guardias nos echaron”, comentó Serra.

“Ser vieja no me salva de una golpiza. Hay personas que sufren enfermedades mentales y son violentas. No todo es malo. He encontrado buenos lugares para descansar, el único problema es que atrás de mí hay muchas otras mujeres esperando para entrar, y eso hace que conseguir un buen lugar sea más difícil. A veces se nos rechaza porque ya hay muchos en lista de espera”, lamenta.

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