Colombia atraviesa horas de conmoción tras dos ataques coordinados atribuidos a disidencias de las FARC.

Un camión cargado con explosivos estalló este jueves en las inmediaciones de la base aérea Marco Fidel Suárez, en Cali, dejando al menos seis muertos y decenas de heridos, mientras que en Amalfi, Antioquia, un helicóptero de la Policía fue derribado por un dron, provocando la muerte de 13 agentes.

El presidente Gustavo Petro calificó lo ocurrido como “un día de muerte” y responsabilizó a facciones enfrentadas de las disidencias de la extinta guerrilla. En Cali, las autoridades confirmaron la captura de al menos dos sospechosos y reforzaron la seguridad en la zona.

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El atentado en Cali, descrito como el más grave desde 2019, provocó daños en viviendas y comercios, lo que obligó a evacuar varios sectores. En Antioquia, el ataque contra el helicóptero se produjo durante labores de erradicación de cultivos ilícitos, en un hecho atribuido al frente 36 de las disidencias.

La Fiscalía colombiana investiga la participación de estructuras vinculadas al llamado Estado Mayor Central, mientras que el Gobierno anunció un refuerzo militar en las regiones afectadas.

Estos hechos se producen en un contexto de creciente violencia, tras años de relativa calma desde la firma del acuerdo de paz de 2016. Analistas advierten que, si bien el país está lejos de los niveles de violencia de décadas pasadas, los ataques muestran una reorganización y capacidad operativa renovada de los grupos armados ilegales.

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