Mar del Plata, Argentina | AFP.

Por Eitan ABRAMOVICH y Carlos REYES, con Liliana SAMUEL en Buenos Aires

La angustiosa búsqueda del submarino argentino con 44 tripulantes perdido en el Atlántico desde hace seis días, se intensificaba este martes con fuerte colaboración internacional, gracias a una mejora de las adversas condiciones climáticas.

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Una balsa inflada a la deriva que había sido divisada en la madrugada del martes por una aeronave y a la que dos buques se acercaron a rescatar en medio de la fuerte tormenta, estaba vacía y no pertenece al submarino, informó el portavoz de la Marina de Guerra (Armada), Enrique Balbi, en rueda de prensa este martes en Buenos Aires.

A su vez, fueron divisadas en el horizonte dos bengalas blancas pero no fue posible aún ubicar su origen. Se presume que no son del “ARA San Juan” porque los submarinos cuentan con bengalas rojas para emergencias y verdes para adiestramiento, dijo el portavoz.

“No habíamos descartado ninguna hipótesis. Suponiendo la fase más crítica que sería que el submarino esté en inmersión y que no pueda emerger, estamos en el sexto día de oxígeno”, dijo Balbi, quien prefirió “no aventurar conjeturas sin más evidencias”.

Sin salir a la superficie, el “San Juan” tiene capacidad de oxígeno para su tripulación por siete días y siete noches.

“Como submarinista, no pierdo esperanzas”, dijo.

Consideró auspiciosa la mejora del clima luego de varios días de temporal con fuertes vientos y olas de cinco y seis metros, que hacían casi imposible la búsqueda en superficie.

“Por suerte empieza a bajar la intensidad del viento, con olas de tres o cuatro metros, que permitiría un barrido tridimensional del fondo”, afirmó Balbi.

El submarino zarpó hace nueve días de Ushuaia, en el extremo sur de Argentina, y era esperado el domingo pasado en Mar del Plata, 400 km al sur, su apostadero habitual.

Destellos de ilusión

Tras haberse ilusionado en los últimos días con dos indicios que resultaron negativos, la incertidumbre se fue transformando en angustia para los familiares de los tripulantes.

“Es una mezcla de sensaciones, dolor, impotencia, por momentos esperanza. La sensación es que ya llegan, que nos van a decir hoy, ‘Ya llegan’”, confesó María Morales, madre de Luis, uno de los tripulantes, al llegar este martes a la base Naval de Mar del Plata.

Un ruido desde el fondo del mar registrado el lunes por buques argentinos, generó ilusión hasta que se descartó que proviniera del submarino.

Un día antes habían sido la noticia, luego desechada, de siete llamadas satelitales la que por varias horas había encendido una luz de esperanza.

“Empieza a brillar una lucecita y luego se apaga”, expresó María Morales.

La Armada reveló el martes que el “San Juan” había reportado una avería en las baterías, previo a su última comunicación el miércoles pasado a las 10H30 GMT, cuando navegaba por el Golfo San Jorge, a 450 km de la costa argentina.

No se conoce la magnitud de la falla ni si afectó su capacidad de propulsión o de emerger.

Búsqueda incesante

La zona de búsqueda inicial era un área de 300 km de diámetro en esa zona del Atlántico donde la profundidad varía entre 200 y 350 metros, que ya fue “barrida al ciento por ciento”, dijo Balbi.

Pero la posibilidad de que se halle a la deriva obligó a ampliar la zona de búsqueda y abarca 482.507 km2, precisó el ministerio de Defensa.

Una docena de aviones y 16 buques de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Brasil, Chile, Perú, Colombia y Uruguay, se fueron sumando al operativo de búsqueda y rescate lanzado el jueves pasado.

Eliana Krawczyk, de 35 años, la primera oficial submarinista de Sudamérica, integra la experimentada tripulación del “San Juan”. Hay varios padres de niños pequeños.

En su mayoría viven en Mar del Plata, ciudad portuaria y mayor balneario de Argentina, cuya Base Naval se transformó en el epicentro de la angustiosa espera de los familiares.

Entre ellos, algunos pesimistas evocan la tragedia del submarino nuclear ruso “Kursk”, que en agosto de 2000, naufragó en el mar de Barents, causando la muerte a 118 miembros de su tripulación en el mayor accidente de submarino en 30 años.

Cartas, banderas con mensajes y carteles cuelgan del alambrado que rodea la base, con vista al mar, al que los familiares ruegan que devuelva el submarino.

Si el desenlace fuera trágico, para Argentina sería la peor pérdida militar desde la guerra de Malvinas en 1982, en la que murieron 649 soldados argentinos.


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