Un cántaro de cerámica elaborado por la artesana Sandra Ortega e intervenido por el renombrado artista plástico Félix Toranzos se llevaron las tripulaciones que hicieron podio en la competencia internacional que engalanó Itapúa días pasados. Aquí la historia contada por sus propios creadores.

  • Por Jorge Zárate jorge.zarate@nacionmedia.com
  • Fotos: Gentileza Hernán González Galetto (IPA) y Félix Toranzos

El multipremiado artista plástico Félix Toranzos, con su especial impronta de tex­turas y colores, fue el encar­gado de coronar de belleza el kambuchi casco, el peculiar trofeo que se llevaron los pilotos que hicieron podio en la fecha del Campeonato Mundial de Rally realizado en nuestro suelo a fines del pasado agosto.

“Poder realizar esta inter­vención para mí fue muy sig­nificativo. Porque iluminar una pieza con alto contenido cultural no es fácil porque tendría que pensar en los valores intelectuales y dere­chos intelectuales de cada pieza. Como he colaborado en muchas ocasiones y he tam­bién trabajado juntamente con ceramistas de nuestro país, no tuve temor de poder hacerlo”, cuenta en diálogo con La Nación del Finde.

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Para Félix Toranzos haber realizado esta intervención fue muy significa­tivo, “porque ilumi­nar una pieza con alto contenido cul­tural no es fácil”, dice

“La utilización de un objeto así de valor cultural fuerte es valorizarlo profunda­mente. En este caso una pieza de cerámica, pero en varias oportunidades he visto que integraron joyas a estas piezas. Es la primera vez que utilizo mi experien­cia visual en estos objetos”, comenta.

Toranzos, quien es artista visual, arquitecto y diseña­dor gráfico, es considerado uno de los más relevantes representantes de la nueva generación de artistas plásticos paraguayos. Es actual­mente director del Centro Cultural de la Ciudad Carlos Colombino - Manzana de la Rivera y director del Museo Paraguayo de Arte Contem­poráneo del Centro de Artes Visuales/Museo del Barro.

“Creo que lo simbólico no pierde al ser intervenido y en mi caso creo que logré el objetivo. Realmente me encuentro muy sorprendido por la receptividad de este trabajo”, celebra Toranzos
La impronta inconfundible de Toranzos en el premio del WRC Paraguay 2025

SORPRESA Y SATISFACCIÓN

Con experiencia en trofeos, diseñó los Premios Héroes que entrega Nación Media cada año. El artista se mues­tra agradecido con la repercu­sión que tuvieron los trofeos del Rally Mundial: “Real­mente me encuentro muy sorprendido por la recepti­vidad de este trabajo. Me llena de alegría y satisfacción”.

A su vez, considera: “Creo que lo simbólico no pierde al ser intervenido. En mi caso creo que logré el obje­tivo. Quise reflejar en este trabajo la fuerza y la pasión en un premio que va a tras­cender los límites de nuestro país. Esta oportunidad abre campos muy prósperos de poder trabajar en conjunto con los artesanos”, concluye.

NUESTRA TIERRA ROJA

“Más que un premio, esta es una pieza viva de nuestro suelo rojo. La historia de nuestro pueblo, el orgullo de nuestro país”, expresó Santiago Peña al referirse al espíritu del galardón paraguayo

“El trofeo del Rally del Paraguay es mucho más que un premio: es nuestra tierra roja, esa que nos identifica y nos une, transformada con las manos de nuestra gente en un símbolo eterno”, expresó el presidente de la República, Santiago Peña, con la publicación de un video a través de redes sociales, des­tacando las creaciones artísticas que fueron entregadas a los ganadores del WRC ueno Rally del Paraguay 2025, que tuvo lugar en Itapúa entre el 28 y el 31 de agosto pasado.

“Cada campeón que lo alce llevará con­sigo la fuerza de un pueblo, la energía que late en cada rincón del Paraguay y el orgullo de una historia que trasciende generaciones. Porque aquí la tierra es memoria, identidad y arte. Y cuando se convierte en trofeo, se convierte tam­bién en legado”, asevera el mandatario.

“Cada detalle fue trabajado por las manos de nuestras artesanas y elevado por la visión de nuestro artista Félix Toranzos, uniendo lo ancestral con lo contemporáneo, como un puente que lleva lo mejor de Paraguay al mundo”, añade.

El audiovisual remata: “Más que un pre­mio, esta es una pieza viva de nuestro suelo rojo. La historia de nuestro pue­blo, el orgullo de nuestro país, el espí­ritu de nuestra patria, todo imbuido en una pieza que no es solo nuestra, sino de nuestro corazón”.

De Tobatí para el mundo

Sandra comenta que la primera muestra no fue aprobada, pero que cuando le trajeron un casco de rally y pudo palparlo, la energía fluyó

“Me llamaron y pregunta­ron si me animaba a hacer un casco kambuchi, me enviaron una foto y le dije que sí”, cuenta Sandra Ortega, la ceramista de la Compañía 21 de Julio de Tobatí, departamento de Cor­dillera.

La idea era confeccionar un cántaro que se viera como un casco de rally, pero al princi­pio resultó más difícil de lo esperado. “La primera mues­tra fue difícil y le dije a la que vino para recogerlas que me quería rendir nomás, porque me dieron muy corto plazo para presentarlas”, recuerda la artesana.

Allí fue que Natalia Filippini, del Instituto Paraguayo de Artesanía (IPA), “me dijo que no, que tengo que seguir ade­lante y se llevaron la primera muestra y no fue aprobada”. Entonces tuvo una segunda oportunidad cuando la visitó la presidenta del IPA, Andrea Vázquez, y “me trajo el casco de rally para que pueda ver los detalles y tocarlo y me ayudó con el diseño y allí nos anima­mos a hacer”.

Así fue que surgió el modelo que finalmente fue aprobado, pero que tuvo sus dificultades, ya que la cerámica requiere un tiempo de secado para des­pués recién ir al horno: “Les dije que no me apuren, por­que la cerámica si se apura no funciona. Así que se secó bien y lo cociné en el tatakua”, rememora.

La ceramista tobateña Sandra Ortega, las manos que dieron nacimiento a la singular pieza.

DESAFÍO

“Fue un gran desafío porque en ese tiempo vino mucha llu­via y la cerámica no se secaba”, recuerda Sandra sobre el periodo de confección de los trofeos. “Estuvimos 25 días trabajando hasta tarde para poder cumplir con el encargo. Lo hicimos con la ayuda de toda mi familia, mis hijos, mi marido y mi mamá… Tengo siete hijos, de los que cuatro viven conmigo”, comenta.

Es que fue el primer gran encargo para la ceramista de 45 años, que en general tra­baja otras cantidades. “Hago pocas piezas, en cantidad es raro”, cuenta. En este sentido, recuerda que “desde niña le ayudaba a mamá para prepa­rar la arcilla, pero nunca me senté a hacer piezas propias hasta la pandemia, cuando tuve que empezar a hacer artesanías. La primera arte­sanía que hice en 2020 fue un plato y escribí por él: ‘Al que cree todo le es posible’”.

Tras unos días de secado al aire libre, el tatakua hizo lo suyo

Pequeños cantaritos para vender fueron los objetos que le siguieron en la producción, aunque los primeros, según confiesa, “no salieron muy bien, los tengo todavía en mi jardín (risas)”. Lo cierto es que continuó ensayando y “con autodisciplina fui mejo­rando. El cántaro es una artesanía utilitaria porque se puede usar, a la tardecita se le carga el agua y amanece fresquita”, apunta.

De su día a día, cuenta que caminan 20 cuadras para extraer los dos tipos de arci­lla que se mezclan amasando para hacer el ñai’û (el barro necesario) para confeccio­nar sus piezas. “Después se amasa en el tonel, se deja reposar y a trabajar, mol­dear…”, describe del proceso.

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