La ONG de la asesora del senador Eduardo Nakayama, que se adjudicó varios cursos de capacitación que suman G. 1.822 millones en el gobierno anterior, rindió una carga diaria de 5 horas de lunes a sábados en capacitación de panadería y confitería; sin embargo, testimonios de alumnos revelan que como mucho llegaban a dos horas, de lunes a viernes.
- Por Rossana Escobar M.
- rossana.escobar@nacionmedia.com
Testimonios de varios alumnos que fueron recabados por nuestro equipo de investigación van ratificando que el convenio para capacitaciones firmado por la exministra de Trabajo Carla Bacigalupo con Enrique Lorenzo Caballero Garay y Celsa Rodríguez Arévalo, presidente y secretaria de la Fundación de Apoyo a la Educación Tecnológica (Fundatec), respectivamente, fue básicamente para cursos procampaña de los que salieron más beneficiados operadores políticos que los alumnos, que buscaron acceder a conocimientos de rápida salida laboral.
Cabe subrayar que Celsa Rodríguez, secretaria de la cuestionada ONG, es del equipo político del senador Eduardo Nakayama y su funcionaria de confianza en el Congreso Nacional. Nuestro medio ya dejó al descubierto el modus operandi de repartija de sueldos y honorarios con dinero público a clan familiar, políticos y operadores provenientes de millonarias transferencias realizadas por el Ministerio del Trabajo en el gobierno anterior.
Dos convenios que suman G. 1.822 millones fueron firmados entre Bacigalupo y Fundatec para cursos de operador corporativo de computadoras, soldador básico, mantenimiento y reparación con instalación de aire, electricidad industrial, panadería y confitería, en jurisdicciones de Alto Paraná y Paraguarí. En el caso del segundo departamento, testimonios de alumnos, además de visitas a sitios donde se consignan las capacitaciones, encontramos una serie de irregularidades que se traducen en un fraude en relación con lo ofertado.
El curso de panadería y confitería, que tuvo como responsable a Sixto García, un autodeclarado operador político en el noveno departamento con limitada formación, dejó con ganas de aprender a varios de los alumnos, según confirmaron a nuestra redacción. Con tres certificados del SNPP de elaboración de torta rellena que duró menos de un mes, de ayudante de cocina de dos meses y de cocina básica de un mes, Fundatec privilegió a don Sixto con un rol, que dicho por funcionarios del Ministerio del Trabajo, requiere un perfil mucho más profesional, de experiencia y alta formación en instrucción metodológica, que el señor no posee.
NO ENTENDÍA
“Yo me di cuenta de que él no sabe nada del tema, yo era la que más se discutía con él por el tema de que él no explicaba bien las cosas y yo suelo hacer pasteles y algunas cosas no me quedaban bien claras y él evadía el tema”, nos había comentado Eliana Giménez, alumna. Esto repercutió en la calidad del curso, la cantidad de participantes y la carga horaria que en la realidad se redujo brutalmente en relación con el certificado expedido y firmado por la exministra Bacigalupo y el presidente de Fundatec.
Eliana y varias otras alumnas cuyas identidades mantenemos en reserva confirmaron que entre 10 y 12 compañeros asistían a clases, y que bajo mucha presión cuando tocaba sacarse fotos para justificar la inversión, iban 15, pero que nunca llegó a la cantidad de 35 personas que constan en las rendiciones presentadas al Ministerio del Trabajo como a la Contraloría de la República.
En una conversación, don Sixto había defendido sus cursos básicos de cocina en el Sevicio Nacional de Promoción profesional (SNPP), quien dijo que sí completaba el cupo de 35 y que sus clases eran de 2 a 5 de la tarde, de lunes a viernes “y así y sábado y domingo yo podía trabajar en mi trabajo de siempre”, que es el de seguridad. Varias de sus alumnas dijeron que las clases como mucho duraban 2 horas al día, a veces una hora incluso.
Sin embargo, en las planillas figuran 5 horas de curso, de lunes a sábado, con esto suman las 95 horas que consignan en los certificados entregados. Testimonios de los alumnos refieren como mucho dos horas diarias, que multiplicado por el calendario de las clases, la cantidad se reduce a las 38 horas, menos de la mitad de lo que figura en los documentos.