En esta entrevista con El Gran Domingo de La Nación, la científica paraguaya Dra. Antonieta Rojas, bióloga de formación especialista en medicina tropical y entomología médica, habla de su reciente reconocimiento internacional por el desarrollo de un compuesto sintético para el tratamiento de la enfermedad de Chagas y la leishmaniasis. Su trabajo le valió el Premio Ingenias Latam 2025, que es otorgado a mujeres que se destacan en la creación de soluciones innovadoras a las necesidades de sus comunidades.

Uno de los principa­les desafíos sanita­rios de los países en desarrollo es la falta de medi­camentos para las enferme­dades que son propias de esas regiones. Esto se debe a que la fabricación de estas en muchos casos no interesan o no son rentables para las grandes firmas farmacéuti­cas que poseen el know-how y la capacidad financiera para hacerlo, que en su mayoría se encuentran en Estados Uni­dos y Europa.

Esto genera la persistencia de enfermedades descuidadas o negligenciadas, un calco un tanto forzado en este último caso de la expresión en inglés “neglected diseases”. La mayo­ría de estas afecciones se con­centran en las zonas del trópico y subtrópico, que se caracteri­zan por climas calientes pro­picios para la proliferación de vectores.

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Se trata de un trabajo grupal por la que la Dra. Rojas fue reconocida junto con grupos de investigadores de Uruguay y del Centro para el Desarrollo de la Investigación Científica (CEDIC) Paraguay, además de sus compañeras María Celeste Vega y Miriam Rolón.

La ceremonia de premiación fue realizada el pasado 4 de setiembre en la sede del Ins­tituto Nacional de Propiedad Industrial (INAPI) en San­tiago de Chile y contó con la presencia de representantes de las instituciones organi­zadoras: la Oficina de Propie­dad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), a través del proyecto AL-INVEST Verde DPI, el INAPI de Chile, el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI) de Brasil, la Dirección Nacio­nal de la Propiedad Indus­trial (DNPI) de Uruguay y la Dirección Nacional de Pro­piedad Intelectual (DINAPI) de Paraguay.

La Dra. Rojas comenta lo que significa este reconoci­miento al tiempo de brindar una panorámica de la actua­lidad de la participación de las mujeres en los sistemas de propiedad intelectual y de innovación.

–¿Podría contarnos en pri­mer lugar qué es el premio Ingenias Latam 2025 que le fue otorgado reciente­mente?

–El premio es otorgado por la Unión Europea a través de su oficina de propiedad intelec­tual para visibilizar a muje­res innovadoras de Amé­rica Latina y proyectar sus invenciones y creaciones en un escenario internacional. Para eso revisan patentes o registros en propiedad inte­lectual que estuvieran vigen­tes y que fueran de mujeres. Se reconoció a investigadoras de Chile, Brasil, Paraguay y Uruguay.

PATENTE DE INVENCIÓN

–¿En qué consiste el tra­bajo que realizaron?

–Es una patente, un estudio de varios años de investigado­res que terminó en el registro de una patente de invención. Nosotros identificamos molé­culas sintéticas que mostraron actividad sobre el parásito que causa la enfermedad de Cha­gas y también sobre el pará­sito que causa la leishmaniasis. Comenzamos a estudiar esa molécula y se hicieron deriva­dos de ella. Entonces fuimos armando de manera sintética muchos derivados hasta que identificamos un derivado que tenía actividad sobre los dos parásitos simultáneamente.

–¿Cuáles son las ventajas que reporta el descubri­miento que realizaron?

–La obtención de esa sín­tesis, de esa molécula, si la hacíamos de forma normal, iba a ser muy costoso. Enton­ces, la idea es producir una droga mediante un proceso de obtención de esa molé­cula que fuera más barato y, sobre todo, que se consiguiera la pureza del compuesto para que fuera después escalable. Si esto se va a producir en cantidad, no puede ser caro el proceso. Nadie va a que­rer pedir la licencia de esa patente si producirlo es muy caro. Entonces, para identi­ficar esta molécula, que tiene muy buena actividad sobre ambos parásitos, se acortó el proceso de obtención de esta molécula sintética, hacién­dolo mucho más barato con la idea de que pudiera ser esca­lado con facilidad.

ENFERMEDADES OLVIDADAS

–Y ahora el siguiente paso sería buscar una industria farmacéutica que quiera desarrollar el medica­mento...

–Exacto, pero hay una ins­titución internacional que se ocupa de la producción de moléculas para drogas de estas enfermedades que se llaman olvidadas o negligenciadas, porque los tratamientos son escasos. En el caso de la enfer­medad de Chagas, no cura 100 % el medicamento actual y, en el caso de la leishmaniasis, los medicamentos son tóxicos al dosaje que se necesita para que realmente sean efectivos, por lo que se suelen producir efectos colaterales importan­tes. Ahora la patente está a dis­posición del DNDi (Iniciativa Medicamentos para Enferme­dades Olvidadas) para que ellos puedan hacer nuevos ensayos para comprobar la efectividad y esperemos que en el corto plazo puedan encontrar las bondades de esta droga.

–Cuando uno escucha de leishmaniasis asocia sobre todo a los perros, pero esta­mos hablando de trata­miento en humanos, ¿no?

–Los perros sufren igual que los humanos. La leishmania­sis que sufren los perros es la leishmaniasis visceral, que el humano también sufre. Si el humano, por ejemplo, no se trata y tiene leishmaniasis, a la larga puede causarle la muerte. Después está la cutánea, que es como una llaga ñarõ (agresiva) que sale. Para esa hay también tratamientos, pero son muy tóxicos. O sea, algunas per­sonas se curan, pero sufren muchos efectos secundarios.

Las investigadoras paraguayas Miriam Rolón, Antonieta Rojas de Arias y María Celeste Vega

RESPONSABILIDAD

–¿Qué significa para usted este reconocimiento a nivel profesional?

–Es una gran responsabilidad, porque tiene una doble conno­tación para mí y, por supuesto, para mi grupo. Es excelente que hayan reconocido un tra­bajo de muchos años. Esta es una patente que está compar­tida con un grupo uruguayo que también nos apoyó. Estu­diamos de 15 a 20 años las moléculas. Para nosotros es primero una demostración de que sí podemos hacer ese tipo de estudios en Paraguay, que tenemos gente formada y que cada vez se forman mejores profesionales en el área de la investigación como para llevar adelante este tipo de estudios. Entonces, es importante que se mantenga el financiamiento para que podamos seguir gene­rando este tipo de resultados. Por otro lado, como el premio es a mujeres me siento com­prometida con apoyar a otras mujeres para que consigan también hacer este tipo de trayecto en su carrera como científicas para poder alcanzar resultados de productos que sean de utilidad pública como este en particular.

–¿Cómo está la participa­ción de las mujeres en este tipo de innovaciones?

–El problema que hay es que a nivel mundial solamente el 17 % de las patentes aparecen mujeres. Hay una brecha muy grande en patentes. Imaginate que para que haya una paridad en algún momento, que llegue­mos a ser 50 y 50, se estima que la igualdad de género en patentes en la región, es decir América Latina y el Caribe, se alcanzaría en 2068. En Para­guay el nivel es más bajo aún. Aproximadamente en el 9 % hay mujeres, aparte de que Paraguay en sí tiene muy pocas patentes. Para tengas una idea, desde el 2007 hasta 2023 sola­mente hay 23 patentes.

COMPETITIVIDAD

–¿Por qué son importantes las patentes?

–Para un país promover el uso de patentes fortalece su capa­cidad de competir a nivel glo­bal y estimula la inversión en ciencia y tecnología. Un sis­tema de propiedad intelectual sólido impulsa la innovación nacional y atrae inversiones extranjeras, ya que ofrece un entorno seguro para desarro­llar y comercializar nuevos productos. De este modo, las patentes como la mencionada contribuyen no solo al desa­rrollo científico, sino también al crecimiento económico y al bienestar de la población. Las patentes son un indicador de competitividad. Hay muchas personas con mucha creati­vidad y mucho talento. O sea que esto es una cuestión de un proceso de capacitación, de formación y de financiación para que las personas que tie­nen creatividad y talento pue­dan realmente lograr hacer sus patentes.

–Finalmente, doctora, para ir cerrando la charla ¿le gus­taría agregar algo que no le haya preguntado?

–Quiero mencionar que todo este trabajo se hizo en el Centro para el Desa­rrollo de la Investigación Científica (CEDIC). Es una organización sin fines de lucro que tiene 17 años de antigüedad, que funda­mos María Celeste Vega, Miriam Rolón y yo con la idea justamente de hacer ciencia en el área de salud y ambiente, y formar a jóve­nes en la investigación. Nuestros primeros jóve­nes ya son todos doctores, tienen PH. D. en diferen­tes partes del mundo. Sola­mente dos de los seis están fuera del CEDIC ahora. Una es Fabiola Román, que está en el Reino Unido tra­bajando. Después hay otro trabajando en Unila (Uni­versidad Federal de Inte­gración Latinoamericana) en Brasil y todos los demás están acá con nosotros, vol­vieron con su doctorado y estaban poniendo el hom­bro para seguir adelante con el centro.

LA PATENTE

Las moléculas evaluadas en la patente poseen actividad sobre los parásitos causantes de la enfermedad de Chagas y las leishmaniasis. Son derivados sintéticos de un compuesto natural y fue aislado por primera vez en 1994 por Siegmund Kunz y Hans Becker, a partir de Ricciocarpos natans, una hepática encontrada en Europa Central.

La presente invención describe un método simple y econó­mico para la obtención del compuesto 2,5 - dihidroxibiben­cilo y sus derivados a partir de moléculas disponibles en el mercado para la fabricación de una especialidad farmacéu­tica para su uso contra la enfermedad provocada por los protozoos Leishmania sp. y Trypanosoma cruzi.

El proceso de síntesis tiene gran aplicación industrial, ya que puede utilizarse para la fabricación de una especialidad farmacéutica para el tratamiento de las distintas formas de leishmaniasis y de la enfermedad de Chagas.

PERFIL

Antonieta Rojas es bióloga por la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (Facen) de la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y licenciada en Ciencias de la Educación por la Facultad de Filosofía de la UNA. Es Ph. D. en Zoología Aplicada por la Universidad de Gales, Reino Unido, y especialista en Salud Pública y Entomología Médica de la Universidad de Sao Paulo, Brasil.

Sus líneas de investigación se centran en la ecoepide­miología de las enfermeda­des transmitidas por vectores y el impacto del cambio climático en salud. Fue presidenta de la Sociedad Científica del Paraguay, actual secretaria general de la Federación Latinoamericana de Parasitología (FLAP), miembro de la Junta Expan­dida de la Federación Internacional de Medicina Tropical (IFTM), miembro del Foro Consultivo de UNITING to Combat Neglected Tropical Diseases.

Es investigadora Nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SISNI-Co­nacyt), miembro titular del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) por las universi­dades privadas, presidenta del Hub Arapy de Ciencias Climáticas, investigadora sénior en el Centro para el Desarrollo de la Investiga­ción Científica (CEDIC) y rectora de la Universidad Comunera (UCOM).

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