Luis Irala, Nación Media

Luego de un primer tiempo trabado, en la complementaria llegaron los dos goles para la selección paraguaya por intermedio de Miguel Almirón y Fabián Balbuena. Los ingresos de Alejandro Romero Gamarra y Diego Gómez le cambiaron la cara a la Albirroja, dándole más fútbol al equipo en la zona de gestación.

El comienzo de los paraguayos fue a mil por hora y eso llevó a cometer muchas equivocaciones en todos los sectores. Es que la presencia del numeroso público hizo que ganara la ansiedad entre los integrantes del conjunto. Inconscientemente todos querían hacer su propio partido, todos querían justificarse porque fueron llamados a la selección. Juan Cáceres demostró que puede ser la solución en la zaga derecha, pero tendría que bajar varios cambios, porque estaba con las pulsaciones elevadas. Igual cosa ocurrió con la Joya Julio Enciso, quien de entrada se quiso “comer” la cancha, pero pecó de individualista y cuando se dedicó a jugar en equipo demostró que es un jugador distinto. La etapa inicial se fue sin la emoción del gol.

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En la complementaria los ingresos de Romero y Gómez clarificaron el panorama en la zona media. Apenas pisaron el césped y ya gestaron el primer gol. Recuperación del balón de Gómez, pared entre Almirón y Kaku, que terminó Miggy con un remate en la red.

El segundo tanto fue tras un tiro libre perfecto de Romero, que Balbuena ganó con un derechazo para liquidar el expediente. Lindo regalo de la selección a los padres en su día y a la APF por los 117 años. Sin importar la fragilidad del rival, la selección volvió al triunfo, además el momento excepcional de la mayoría de los integrantes del plantel en las mejores ligas del mundo, hace que la afición renueve sus esperanzas de regresar a un Mundial.

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