Por Christian Pérez
General Díaz le dio un baño de realidad a Cerro en el inicio del Clausura. El Águila dio cátedra de practicidad y le dejó un claro mensaje al Ciclón: en el fútbol moderno manda el trabajo, el tiempo y la estabilidad.
Aldo Bobadilla radiografió las debilidades del rival y no se expuso nunca intentando jugar de igual a igual. Un 4-1-4-1 perfecto, con un desconocido Alejandro Sosa como figura y siendo "bombero" del medio y la defensa, el General no brindó huecos entre las líneas y dañó en momentos claves. A pesar de un esquema aparentemente cauto, presionó alto y obligó siempre la equivocación de la torpe defensa azulgrana.
Cerro solo fue un intento de equipo. Defiende horrible quemando a Marcos Cáceres con cambio de perfil, no tiene traslado ni sorpresas con Torales y Riveros en el medio.
"Gato" García fue una gran novedad, pero apenas duró 40 minutos, tiempo en el que nunca encontró un lugar ideal. Colmán es el mismo intermitente y Alfio Oviedo hizo lo que pudo en medio de su soledad.
El Águila comenzó ganando con una jugada que nació en un lateral. Espínola lanzó, Cerro durmió y Prieto castigó.
El ánimo azulgrana recién cambió con el ingreso del siempre rendidor Rodrigo Rojas, el corazón del equipo. Álvarez cambió de esquema y antes de terminar el tiempo inicial, Velázquez empató.
En el segundo tiempo, Cerro no tuvo ideas, se impacientó, cayó en el juego del equipo de Bobadilla, que pescó un error y liquidó con espacios. Leichtweis provocó un penal de Silva y el mismo atacante firmó el 2-1, por cierto merecido.
El Ciclón se nubló y perdió el alma con la lesión de Rodrigo, terminó con diez y dando pena.