En el marco del aniversario del Museo Nacional de Bellas Artes se realizó la apertura de la exposición “Robo del Siglo”, una reinterpretación artística de las obras sustraídas del museo en 2002, junto a las piezas recuperadas y la proyección de las que aún siguen perdidas. La muestra presenta obras creadas por Victoria Bedoya, Leticia Casati, Masha Liachovitskaya y Anna Scavone.
Estas artistas reinterpretaron las piezas originales con su propia perspectiva contemporánea durante un evento que tuvo lugar el pasado 22 de marzo y recibió a alrededor de 350 personas para presenciar las reinterpretaciones de las piezas robadas.
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La exposición “Robo del Siglo” estará abierta al público de manera gratuita hasta el 27 de abril en el Museo Nacional de Bellas Artes, ubicado en Eligio Ayala 1345 entre Pa’i Pérez y Curupayty, en Asunción; los días martes a viernes, el horario de visita será de 9:00 a 19:00, y los sábados de 9:00 a 17:00, permitiendo así que un mayor número de personas tenga la oportunidad de apreciar la muestra.
La muestra cuenta con la colaboración de la escritora y poeta Bea Bosio, quien acompañó el proceso desde la recopilación de datos de las obras perdidas. “Robo del Siglo” forma parte de las acciones del Museo Vivo MUVI, un proyecto de la Dirección de Museos, liderado por el arquitecto Christian Ceuppens bajo la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Secretaría Nacional de Cultura.
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Darío Cardona toma Bellas Artes
El artista Darío Cardona presenta su nueva exposición “Mindmeld on glich & funghi” en el Museo Nacional de Bellas Artes (Av. Mariscal López casi Pai Pérez) con 20 obras creadas a partir de las intervenciones de fotografías digitales para generar imágenes imprevisibles. La muestra, inaugurada el jueves 9 de mayo, cuenta con textos curatoriales de la artista visual Lucy Yegros; la escritora Bea Bosio y la artista y autora Noelia Buttice.
La muestra, que estará disponible hasta el 9 de junio, se estructura a partir de dos conceptos: el glitch, que alude a las pequeñas perturbaciones que se registran en los sistemas digitales; y el funghi, los hongos como el proceso transformador de lo vivo. Ambos elementos generan cambios al azar, formando así imágenes imprevisibles.
“Es la unión de dos realidades, lo que ya no se ve, los vestidos de mi mamá que ya no está presente físicamente, con lo que vemos, las mujeres que viven en situación de calle. De la unión de estos dos puntos, encuentro una manifestación sanadora, la posibilidad de generar una imagen que no existía. Por eso, una vez que finalizo lo digital, comienzo con la transformación manual de cada pieza, donde se da una resurrección en la obra”, explicó Cardona.
Las 20 piezas, distribuidas en todos los espacios del Museo Nacional de Bellas Artes, nacen de la superposición de fotografías tomadas por el artista y su descomposición digital, que luego fueron impresas sobre pana en tamaños que varían entre los 2,40 y 13 metros de altura, e intervenidas manualmente con materiales corrosivos y pintura. Puede verse de martes a viernes de 9:00 a 19:00 y los sábados de 9:00 a 20:00, con entrada es libre y gratuita.
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Sobre el artista
Darío Cardona, nacido en Paraguay, se autodefine como creador. Vivió en Estados Unidos, donde estudió cinematografía en la New York Film Academy, y luego fue admitido en el American Film Institute. Seguidamente, en Argentina, fundó su empresa productora, con la cual escribió más de 30 guiones y libros. Esta labor lo llevó a viajar y participar de varios festivales internacionales. En el 2010, estrenó la película “Felipe Canasto”, con funciones en salas de cine y cine móvil.
Cuenta con varias exposiciones individuales realizadas, siendo “Mindmeld on glich & funghi”, la octava. Sus productos buscan la belleza en la sinestesia entre sentimientos humanos, artes, tecnología y finanzas. En su página web www.cardonah.com se pueden encontrar, explorar y descargar todas sus creaciones literarias y proyectos (guiones, cuentos, microcuentos), desarrollados a lo largo de su carrera.
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Galería Matices expone “Paraguay Ilustrado” de Simona Murialdo
“Paraguay Ilustrado” se denomina la primera exposición de la artista italiana Simona Murialdo en Asunción, que fue habilitada el pasado 9 de mayo en Galería Matices, ubicada en Cruz del Defensor 241 casi Quesada, en Asunción. La muestra, que cuenta con curaduría a cargo de Dora Gómez Paiva, estará habilitada por dos semanas, de lunes a viernes de 8:00 a 18:00 y sábados de 8:00 a 12:00.
“Paraguay Ilustrado es una bitácora digital nacida en Instagram de gran expresividad y colorido. Un proyecto en constante desarrollo que se traslada al NFT y la realidad aumentada. En estos soportes las obras adquieren un nuevo cariz, una nueva mirada, surfeando el oleaje del verso libre. En esta ocasión, la muestra nos introduce a una fauna imaginada en madera e inspirada en los tallados de los maestros artesanos indígenas y dota de un protagonismo carismático a personajes de mitos y leyendas”, indica la presentación.
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“Estoy ansiosa por compartir con ustedes mi amor por Paraguay a través de mi arte. Aunque estoy aquí en Milán, quería encontrar un momento para agradecerles en persona”, expresó Murialdo por Instagram, que en el 2023 expuso en el Centro Cultural del Lago de Areguá. “Espero que mis obras les emocionen y les transmitan un poco de la belleza y esencia de Paraguay, que me cautiva cada vez que regreso. Muchísimas gracias a todos por estar aquí hoy y por todo su sincero apoyo, no lo doy por sentado”.
Simona Murialdo (1969) es una artista de diseño de gran trayectoria en Italia. Actualmente se desempeña como consultora y docente en el prestigioso Instituto Marangoni de Milán. Casada con Daniel Sánchez (Paraguay) se volvió una una entusiasta de la cultura, historia y la biodiversidad de Paraguay.
Combina su vasta experiencia en el mundo de la moda y diseño para retratar con maestría delicadeza los encantos naturaleza autóctona paraguaya gente. Sus obras se imprimen con un procedimiento denominado Giclée. En este tipo de impresión chorro tinta deposita el pigmento en papel forma pequeñas gotas ‘pulverizando’ soporte.
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Carmen Dora, su pintura y el legendario 121
- Por Toni Roberto
- tonirobertogodoy@gmail.com
Este domingo, Toni Roberto nos lleva hasta el alma de una vieja casa de la calle Tte. Ruiz, del barrio Las Mercedes, donde habitaba la pintora Carmen Dora Pérez, una artista que hoy, después de más de una década de su partida, es redescubierta por la investigadora, antropóloga y artista Fátima Martini. Inspirado en ello, el autor de estas páginas hace un recorrido imaginario por su obra en el legendario pequeño coche de esta mujer paraguaya del siglo XX.
Tengo una sola manera de mirar la obra de Carmen Dora Pérez (1930-2011); sentado en su antiguo Mazda 121 de los años 70, recorriendo con ella y su madre Mamá Dora, su eterna copiloto, los barrios de Asunción. Los que tuvimos el privilegio de conocerla y alternar por varios años podemos visualizar su pintura de otra manera, desde la inmaculada subjetividad que nos dan los afectos, aquellos imborrables que nos regaló ella, gracias a una ciudad que en aquellas décadas era muchos más lenta y que nos daba la posibilidad de sumergirnos en lo que hoy, en el siglo XXI, llamamos “glocalidad”.
“Carmen Dora, ¿podés dejarme en la parada del 30?” o “¿te vas a ir a la muestra en Magíster, nos podemos ir contigo?” son los vagos recuerdos que me quedan de aquellos maravillosos años 80, cuando nos conocimos en la vieja casita de madera del IDAP (Instituto para el Desarrollo Armónico de la Personalidad), al que llamábamos naturalmente la casita del TEI.
En largas clases de pintura con Olga Blinder, se notaba quién seguía al pie de la letra las instrucciones y también quiénes no, como Carmen Dora y yo, que junto a otros formábamos esa rebelde cofradía. Cuando Fátima Martini me presentó el delicado trabajo de rescate de su obra contenida en unas páginas digitales, esa ventana de la notebook se convirtió en la misma de aquel autito celeste de cuatro puertas que parecía preparado para un viaje con la familia Picapiedra. Mujeres, mujeres y más mujeres, como ella, una generación que nació entre los quehaceres del hogar de una tradicional ama de casa y la determinación de llevar tareas independientes como lo hizo ella a partir de la decisión de dedicarse a la expresión tomando varios talleres de arte.
CARMEN DORA Y LA LIBERTAD DE LAS PALOMAS
Todas las féminas retratadas por Carmen Dora tienen mucha personalidad. Tal vez desde una mirada chagalliana, congeladas en el tiempo, recordando a muchas de su generación que vivían a caballo entre la opresión y la potente libertad que dan las palomas que aparecen y desaparecen en sus obras. En el recorrido en el legendario coche, llegamos a sus arquitecturas y a sus particulares flores que, después de ver tantas damas retratadas por ella, con una mirada a “no sé dónde”, me recuerdan a la primera pintora paraguaya Ofelia Echagüe Vera de Kunos, tal vez rescatada de las enseñanzas de Blinder, quien fuera alumna y vecina de aquella adelantada mujer paraguaya del siglo XX, dibujante, pintora y educadora.
Todo ello me lleva a buscarlas en esas casonas, en esas flores, en esas naturalezas. Tal vez, conciente o inconcientemente, siempre estarán ahí, en cada una de esas puertas, de esas ventanas, en cada pétalo de las flores de algunos de sus jarrones, en la torre de alguna de sus iglesias o simplemente en la tensa quietud de sus fugaces palomas decididas a volar a quién sabe dónde.
El viaje en el 121 terminó. Llegamos a su casa, a una angosta pero extensa cuadra de la calle Tte. Ruiz, del barrio Las Mercedes, tratando de seguir recorriendo la obra de Carmen Dora Pérez, que hoy nos sorprende al redescubrirla en la tercera década del siglo XXI desde un rincón de la ciudad de Asunción.
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El arte indígena gana protagonismo en la decoración de interiores
La Nación del Finde conversó con Gustavo Gauto García, fundador del espacio Popore junto con César Centurión, sobre el auge de la decoración con artesanía de los distintos pueblos nativos del Paraguay. Contó que cuando su local nació, en el año 2017 y de forma online, si bien había gente que incorporaba arte indígena y arte popular en sus ambientaciones era una minoría en comparación con la tendencia que se está dando en estos últimos años.
“Este auge repercute directa y positivamente en las familias de artistas que viven de este trabajo y mantienen un legado ancestral” (Gustavo Gauto García, gestor cultural y creador del espacio Popore).
“Desde Popore, al crear la marca, quisimos que las obras no se vean nada más como piezas expuestas en pedestales. El trabajo fue exhibir de una manera que se acerque más al cotidiano de las personas, en una sala, en el comedor, en la habitación y de esta manera se pueda apreciar de cómo podrías utilizar, por ejemplo, un cesto Mbya Guaraní, dando ideas al cliente”, señaló.
LEGADO ANCESTRAL
Dijo que hoy en día muchos arquitectos, decoradores y empresarios del rubro inmobiliario optan por el arte indígena y popular para la identidad de sus espacios. “De esta manera más personas consumen lo nuestro y es algo que nos pone superfelices, ya que esto repercute directa y positivamente en las familias de artistas que viven de este trabajo y mantienen un legado ancestral”, celebró.
Al hablar de arte indígena, Gustavo destacó las creaciones de los Mbya Guaraní en todo lo que es cestería, fibras planas para enmarcado (cuadros) y tallas en madera. En el bagaje de los Aché se pueden hallar tallas en madera de cedro con dibujo pirograbado, una de las piezas más solicitadas, y pantallas en fibras naturales que son enmarcadas para cuadros.
Entre tanto, los Ishir, Manjui y Ayoreo proponen telares en karaguata, cada comunidad con su propio sello de identidad; aparte de las tallas en madera de rae y todo lo que es arte plumario. Por su parte, los artesanos del pueblo guaraní occidental sobresalen por sus máscaras que son utilizadas en rituales y fiestas, pero que también lucen maravillosas como ornamentos en distintos espacios contemporáneos.