La alicaída oposición que viene en picada desde hace unos cuántos años en medio de un egocentrismo en sus filas que impide todo intento de éxito a futuro está en uno de sus peores momentos, principalmente por la hipocresía que los delata y los embarra con los mismos vicios que rechazan en sus discursos, pero avalan con sus actos.
Han tocado fondo al punto de evadir el grave problema de corrupción que arrastra y chispea el intendente destituido Miguel Prieto, a quien han adoptado como ahijado de la esperanza, pese a los indicios de robo en su gestión en la Municipalidad de Ciudad del Este.
Hoy, en Paraguay los militantes de la oposición no pueden siquiera sostener sus arengas, puesto que no están en condiciones de criticar, ya que los cuestionamientos que han nutrido sus discursos por años pesan alevosamente sobre una persona a la que han decidido blindar de manera descarada.
No hay dudas de la administración corrupta que lideró Miguel Prieto en la Municipalidad de Ciudad del Este. Los hallazgos explayados en investigaciones periodísticas, estudios del grupo de ciudadanos organizados en una contraloría, el informe del equipo interventor que se adentró durante 60 días en los archivos documentales, la imputación fiscal que dejó al descubierto maniobras en licitaciones para facilitar contrataciones al margen de la ley demuestran hasta el hartazgo el esquema de ordeñe en la comuna.
Los mismos que alguna vez siguieron y apoyaron a Prieto, decepcionados con su proceder, lo han denunciado con pruebas corroborables fehacientemente. Varias de las irregularidades objeto de cuestionamientos han sido confirmadas, incluso en programas de televisión por el propio intendente destituido.
El mismo reconoció haber contratado a parientes en su administración siendo esta acción un alevoso caso de nepotismo, que tanto critican sus aliados.
Todo lo mencionado no cuenta para la oposición. Con la hipocresía y el descaro que los identifican, varios representes aplicaron la ya conocida “ley del ñembotavy”, la peculiar forma de hacerse del tonto para desentenderse de una situación.
El amparo que tanto critican a sus adversarios fue una herramienta muy bien utilizada para cerrar filas a favor del exintendente, con más denuncias e indicios de corrupción en su contra. Es así que, una vez más, fueron aplastados políticamente por sus rivales que sí supieron sortear posiciones sobre el otro intendente en apriete.
La defensa planteada como una persecución política que hicieron varios parlamentarios opositores a Miguel Prieto intentando ofender incluso el profesionalismo y los años de experiencia del interventor, así como la caravana hasta el Este para instigar a la gente a seguir votando por el continuismo, no es una demostración de unidad y camaradería, es la muestra de que no tienen empacho de apañar a un corrupto, cuando se trata de los suyos, del equipo.
Lastimosamente este linaje de impresentables, falsos, sin autoridad moral y sin proyectos sustentables dejan sin la magnífica oportunidad de contar con una oposición sólida, coherente y eficiente, que constituya una garantía para equilibrar el poder en favor de la gente, de la colectividad. Esta capaz sea la más triste consecuencia para quienes de alguna manera tengan otras expectativas política y electoralmente.
La ciudadanía es entendida y madura. Sabe la diferencia entre la realidad y el montaje, de los hechos y las palabras. Esta es la razón por la que esta oposición experimenta el fracaso continuo, lo peor es que no da señales de mejora.
Tan distantes están de convencer predicando con el ejemplo y más perdidos aún del norte que aspira la colectividad. Y, mientras se aferran a la derrota defendiendo lo indefendible como las miserables acciones de Prieto en pandemia, sus adversarios seguirán ganando adeptos y consolidándose como la alternativa más válida para un electorado que busca soluciones reales y no versos que se lleva el viento.
La oposición es simple membrete en la actualidad. No son capaces de renunciar a los vicios que denuncian con mucho ruido, menos aún encaminar un consenso con resultados visibles que tumben las bases de sus rivales y peor aún desafían la inteligencia del pueblo protegiendo a un corrupto camuflándolo como mesías.