El clima de negocios ha mejorado en nuestro país en los últimos dos años, lo que se aprecia con las evaluaciones realizadas por los organismos especializados y entidades de fuerte presencia en la economía. Se aguarda ahora que continúe dando cumplimiento a sus proyectos, otorgue mayor impulso a las leyes que dinamizarán la actividad productiva y consoliden el desarrollo industrial.
Uno de los asuntos de gran valor para el nombre de la nación paraguaya fue alcanzar el grado de inversión que se obtuvo en el 2024 por parte de la empresa calificadora internacional Moody’s. Esta valoración histórica del Paraguay, aparte de premiar todo lo que se ha hecho bien en la economía nacional, ayudará a abrir las puertas a mejores condiciones de financiamiento en el mercado internacional, lo que tendrá sus efectos positivos en los proyectos de infraestructura y programas de desarrollo social, según indicó el viceministro de Economía, Felipe González.
Recientemente vino al país una delegación de la calificadora internacional que se reunió con los técnicos de Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), y en la ocasión confirmaron el mantenimiento del grado de inversión a Paraguay, poniendo de resalto la solidez de sus fundamentos económicos, fiscales e institucionales. Recordó que la medida de ratificación llega en un momento que está marcado por la volatilidad en la región, en que algunas economías perdieron últimamente su estabilidad financiera.
“Nos señalaron que consideran correcta la decisión tomada el año pasado al mejorar la calificación de Paraguay. Destacaron nuestras fortalezas económicas, fiscales e institucionales, y que las perspectivas trazadas hace un año se están cumpliendo con los resultados actuales”, explicó el funcionario de Economía.
Uno de los gremios más importantes de la actividad económica, la Unión Industrial Paraguaya (UIP) sostiene que el clima de negocios en el gobierno del presidente Santiago Peña se destaca porque ha registrado señales alentadoras para la economía. “El hecho de mantener la estabilidad macroeconómica en un contexto regional desafiante es un mérito que valoramos”, afirmó el presidente de la UIP, Enrique Duarte, quien señaló que uno de los asuntos de mayor relevancia de estos dos años fue el impulso de iniciativas legislativas encaminadas a dinamizar la actividad productiva. También resaltó que se han tenido y se mantienen indicadores macroeconómicos de gran valor, como el crecimiento económico sostenido, una política fiscal responsable y una inflación controlada.
Mirando al futuro, apuntó que el desafío está en el área de la microeconomía, en que se requiere avanzar hacia una realidad más competitiva, que tenga reglas claras, seguridad jurídica y mayor previsibilidad. Entre los obstáculos más importantes que tiene la realidad paraguaya señaló a la burocracia, porque, así como está no ayuda a atraer más capitales. Por ello hay que impulsar la digitalización de los trámites y la modernización de los numerosos organismos del Estado que se transformen en entidades potenciadoras del dinamismo en forma permanente.
El sector industrial es uno de los más vigorosos de la economía paraguaya y cada año va conquistando nuevos logros para beneficio del país. Por eso, nuestra nación, tradicionalmente dependiente del agro, paulatinamente va ganando terreno en el campo fabril con todo lo que ello implica para crecer con más rapidez. Si todo marcha al ritmo actual, en alrededor de una década el Paraguay puede convertirse en un emporio industrial para transformar los productos agropecuarios y exportar artículos generados en las plantas industriales con mayor valor agregado que sus exportaciones actuales. Esa transformación económica hará que se constituya en un poderoso estado con mayor peso económico en el mundo.
La actual coyuntura económica nacional como internacional está mostrando datos de la realidad que indican que el Paraguay se encuentra marchando decididamente hacia la consolidación del desarrollo. El crecimiento económico concretado en lo que va del año está indicando que en el 2025 logrará alcanzar metas más altas que las obtenidas en el 2024.
Por sus múltiples efectos en diversos ámbitos, eso representará con seguridad mayores posibilidades de progreso y bienestar de las personas. Si hay más trabajo, mayor producción, con más ingresos que alcancen a los diferentes grupos sociales, sin duda todos saldremos ganando.
Porque las utilidades económicas que alcancen los inversionistas y sus empresas a la larga se tienen que transformar en mejores condiciones de vida para miles de personas.