EL PODER DE LA CONCIENCIA

  • Por Alex Noguera
  • Periodista
  • Alex.noguera@nacionmedia.com

Hace 45 años, en 1980, se estrenaba “El imperio contraataca” en el que un wampa (un ser de pelo blanco parecido a Pie Grande) atrapa y cuelga cabeza para abajo a Luke Skywalker en una cueva de hielo. Mediante el poder mental que le otorga la Fuerza, el héroe se concentra y hace que el sable de luz vuele hasta su mano, entonces nuestro protagonista logra vencer al animal y se salva del peligro.

Con los años, esa escena, aunque ficticia, adquiere un significado que trasciende el subconsciente y convierte en realidad lo que cualquier persona pudiera imaginar.

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La Fuerza existe, no es un mito. Prueba de ello son casos que se pueden observar en la iniciativa de las personas. Hay quienes llaman fe a este poder, otros le dicen cábala, así que, de alguna manera u otra, cada día se producen infinidad de manifestaciones traducidas en milagros, que son verificables de mil maneras distintas.

Las cábalas son tantas como personas viven en el planeta. A modo de ejemplo, podemos referirnos al partido del jueves, cuando la Albirroja logró su clasificación. Todo fue fiesta con el resultado, sin embargo, durante el encuentro muchos paraguayos se comieron las uñas u optaron por no ver ni escuchar el partido “para no perder”. Para evitar la “yeta”, también están los que habitualmente visten la casaca de su club, pero como la energía de la Selección es total, todos los muchachos prefieren vestir la Albirró, que está por encima de cualquier club.

No solo la gente “normal” tiene sus grados de superstición, ya que es habitual que los propios jugadores al entrar en la cancha se agachen, toquen el pasto y se persignen. Nadie les obliga, pero les da confianza. Otros entran dando saltitos como una rana coja.

Los hinchas también suelen vestir ropa de un determinado color, aunque sea negro. Con tal de ganar, todo es válido. Incluso están los que siempre usan la misma remera a pesar de que pueda estar sucia y tener mal olor. Para algunos, esa prenda trasciende la vida, y los hijos la “heredan” de su viejo.

Los amuletos también tienen gran valor. Muchas personas llevan a la cancha algún objeto que les trae suerte; desde estampitas escondidas en la billetera, pulseras, crucifijos, hasta rosarios o esa vieja radio a pilas, cuyo dial ya ni gira, pero todavía logra transmitir.

En cuestión de dar un empujoncito más en busca de una posible victoria, todo vale. Muchos, como buenos herejes que nunca cumplen su obligatoria misa dominical, el día del partido de fútbol recurren al infaltable “Padre Nuestro”, y por si acaso, nunca está de más el “Ave María”.

Las creencias suben de nivel cuando el fanático decide que si gana su equipo es capaz hasta de peregrinar. Y si la promesa fuera resultado de un clásico favorable, los “fans” incluso pueden ir en patota caminando hasta Caacupé.

Podríamos seguir enumerando muchos más ejemplos, en este caso solo referido al partido entre Paraguay y Ecuador en el que la mayoría usó la “Fuerza” a su manera para logra el punto de la clasificación.

Pero analizando con mayor profundidad y pensando que el sable de luz no puede volar por sí solo, el hecho es que en realidad a veces sí es posible lograr lo imposible.

Prueba de ello fue el proceso de las Eliminatorias Sudamericanas para el Mundial 2026 iniciado con Guillermo Barros Schelotto, que luego tomó Daniel Garnero y que finalmente concretó Gustavo Alfaro. Las tareas de los dos primeros entrenadores no alcanzaron el rendimiento esperado, sin embargo, con el mismo plantel de jugadores, los resultados y las formaciones fueron muy diferentes. Todo estaba perdido, una nueva frustración era inminente, pero algo cambió y el final fue completamente opuesto.

Unos le llaman fe y la gente se reúne para orar en templos creando un aura de poder invisible, otros “cabuleros” van a la cancha con la esperanza de que el aliento a los jugadores se transforme en victoria y alegría. También están quienes, en los momentos difíciles, una persona recurre a su poder interior para meditar, pedir o calmar una profunda angustia, o como en el caso de la extremaunción, un enfermo recupera la salud sin explicación lógica.

En 1980, el mundo del cine evidenció la realidad de esta desconocida energía y una simple frase transformó el poder mental en conciencia. A partir de entonces, desde una lejana galaxia resuena: “Que la Fuerza te acompañe, Albirroja”.

Etiquetas: #Albirroja

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