• Por Ariel Ruiz Díaz
  • Lic. en Comunicación y consultor en accesibilidad

Mi motivación para entrenar nació de un encuentro inesperado: correr y conocer a Camila Pirelli. Ella, con su ejemplo, me inspiró a dar un paso adelante y descubrir que el deporte no solo es competencia, sino también un camino de superación y encuentro.

En ese recorrido apareció Carreri, un proyecto que me abrió la posibilidad de entrenar y vivir la experiencia de correr acompañado de atletas guías. Carreri no es solo un entrenamiento: es inclusión, es la prueba de que el deporte puede y debe ser un espacio para todos.

Hace unos días participé en la corrida de Farma Center. La ansiedad me acompañó desde los días previos, porque no sabía cómo iba a responder mi cuerpo ni cómo iba a manejarme en un evento de esa magnitud. Pero lo que encontré fue un escenario distinto: un espacio donde la inclusión no era un discurso, sino una realidad. Ver podios completos en categorías de discapacidad fue un mensaje claro de que estamos avanzando.

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No niego que terminé lastimado. El esfuerzo me pasó factura. Pero los progresos son evidentes y eso me llena de energía para seguir por este camino. Porque más allá de la marca o la distancia, cada kilómetro recorrido significa un paso hacia una sociedad más inclusiva.

Quiero destacar también a los atletas guías, esas personas que comparten la carrera, que prestan su tiempo, su voz y hasta su paso para que podamos correr juntos. Ellos son un puente que rompe las barreras y hacen que el deporte cumpla su verdadera misión: unir.

Correr me enseñó que la inclusión se construye en movimiento. Por eso, la invitación es clara: sigamos corriendo, sigamos construyendo inclusión mediante el deporte.

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