• Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
  • MBA

Se pueden dar situaciones en la práctica en que uno disponga de liquidez, en tanto que a otros les podrían faltar. ¿Que podríamos hacer ante un escenario en que un familiar nuestro nos pide prestado dinero? ¿Existen aspectos a tener en cuenta? La plata “no tiene pariente” y por ende el préstamo si o si deberá tener un costo financiero.

Dado que se trata de un pariente o amigo cercano, la nebulosa se da acerca de qué tasa le podríamos cobrar por lo que estamos prestando.

Se dan situaciones en que no falta quien salga a decir: ¿Cómo le vas a cobrar interés por el préstamo si es tu pariente?

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Dentro del mundo de las finanzas, “negocios son los negocios”, y se hacen entre hombres y mujeres, por lo que el hecho de ser un familiar cercano “ya es harina de otro costal”.

El dinero tiene un costo implícito y deberá tener un retorno, sin importar quien sea, pues la capacidad adquisitiva que hoy podrías tener, mañana podrá reducirse si no va acompañado de intereses que protejan el valor de tu dinero. Hacer un préstamo a alguien que no tenga implícito un costo financiero sería como estar obsequiando algo.

Tengamos en cuenta que existe de por medio un índice de inflación que se va acumulando y suponiendo que el préstamo sea por 180 días y en el peor de los escenarios la inflación acumulada en dicho periodo haya sido del 10%, al haber prestado el dinero sin cobrar interés, estamos perdiendo directamente poder adquisitivo en idéntico porcentaje o más incluso, dado que muchos bienes son ajustados muchas veces en precios por encima del IPC.

En nuestro país, hasta ahora los índices de inflación son relativamente bajos, pero siempre los desembolsos van aparejados con costos financieros implícitos.

Tampoco podemos dejar de mencionar al costo de oportunidad, que es la rentabilidad que podríamos obtener en otro tipo de inversión, si dispusiéramos de dicho capital que hemos prestado, sin agregar al mismo un costo financiero (interés).

En nuestro paso por la vida, quien más quien menos, en alguna oportunidad ha tenido un caso en que una persona cercana le ha solicitado un préstamo para poder “cubrir un agujero” con promesa de devolución en X plazo. Siempre es recomendable antes de tomar o no la decisión de prestar el dinero que se nos está solicitando, recabar ciertas informaciones acerca del manejo que le da esa persona a sus ingresos y deudas contraídas, como también cuales son los activos corrientes y fijos con que cuenta.

Si en función a ello llegamos a la conclusión de que se trata de una persona que no maneja con mucha prolijidad sus finanzas, el prestarle el dinero con el solo afán de ayudarlo sería un error, pues no tendríamos la certeza de que la fuente de repago del capital por lo menos esté asegurado a su vencimiento.

Si por el contrario, concluimos que el prestatario es una persona responsable en términos financieros y que está pasando por una situación coyuntural desfavorable, entonces “cambia la película” y podría convertirse en viable, independientemente del nivel de relacionamiento que tengamos con él o ella.

Dado que el dinero que vamos a prestar es nuestro, no es “ningún pecado” sincerarse bien ante el potencial deudor en caso de que no sea posible la concreción de la financiación.

El ganar dinero de buena forma siempre implica sacrificio de por medio y por ende hay que hacérselo saber al que lo pide prestado, el por qué no se lo podemos otorgar o en caso positivo, la necesidad y el compromiso de que pueda cumplir con el repago del capital y de los intereses pactados en tiempo y forma.

En contrapartida, cuando decidimos realizar algún tipo de inversión, no generan tasas pasivas que se acumulan a nuestro capital, incrementándose la posibilidad potencial de que nuestros niveles de disponibilidades vayan fortaleciéndose, pues el objetivo primario es proteger nuestro capital, que se constituye en reservas para poder hacer frente en un momento dado a contingencias varias.

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