• Por Gabriela Teasdale
  • Socia del Club de Ejecutivos
Días atrás, cientos de personas visitaron la desembocadura que une el río Salado con el Paraguay para observar el asombroso espectáculo natural que nos regalan los lirios gigantes conocidos como jakare yrupê. Tanto o más que la belleza de estas hojas, nos sorprendió la actitud de muchos de los visitantes que aprovecharon el paseo para depredar la zona, mostrando nuestra peor cara. En ese acto afloró la falta de amor por lo nuestro y lo poco que valoramos y cuidamos lo que tenemos.
Una de las personas que llevó las hojas dijo que lo hizo porque no había ningún cartel que prohíba hacerlo. Esto podría reflejar una carencia en lo que respecta a señales y protección del ambiente, pero de ninguna manera es una excusa para la destrucción. Cuidar y honrar nuestra tierra, sus paisajes, arroyos, ríos y animales tiene que ser nuestra tarea hoy, y siempre. No podemos dejar que nos gane la indiferencia y la mediocridad. Los paraguayos debemos ser capaces de hacer que todo funcione bien.

A partir de lo que sucedió con el jacare yrupê surgieron muchos comentarios y chistes, pero uno que me entristeció especialmente decía: “Típico de los paraguayos. Esto es Paraguay, ¿qué podemos esperar?”. No puedo entender lo poco que nos queremos; como sociedad, como nación, porque nuestros pensamientos nos afectan y nos condicionan. Entonces, nos conviene preguntarnos: ¿es un problema de autoestima?

Desde hace algunas semanas somos testigos de uno de los peores escándalos que involucra a representantes de la Justicia paraguaya y actores políticos destacados en una espiral de corrupción que incluye sobornos, tráfico de influencias y otros delitos. Un caso que deja al desnudo grandes falencias y nos demuestra lo mucho que debemos trabajar para fortalecernos como sociedad.

Porque si no nos sentimos capaces de hacer lo que corresponde, no nos valoramos, nos descalificamos o simplemente somos insignificantes ante nuestros propios ojos, nos urge educarnos. Nos urge creer que algo mejor siempre es posible. Hay una frase de Gandhi que comparto constantemente con alumnos y amigos, y que también suelo citar en mis columnas: “Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque se convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino”.

¡Qué bueno sería autoevaluarnos desde este sabio pensamiento! Preguntarnos a nosotros mismos el futuro que vislumbramos como paraguayos y los hábitos y acciones que debemos cambiar para transformarnos en lo que queremos ser.

La señora que se llevó las hojas del río sabía que lo que estaba haciendo estaba mal; también lo sabía el funcionario del JEM protagonista de los audios que desataron el escándalo. Pero hicieron lo que hicieron porque pensaron que en Paraguay finalmente uno hace lo que quiere y no hay consecuencias. Nosotros permitimos la injusticia, la violencia, la corrupción, la destrucción, la basura, las cosas mal hechas, la mediocridad. Y si lo permitimos, somos parte también del problema. No podemos juzgar ni señalar a los demás porque todos somos responsables, compartimos un espacio que nos compromete a todos, no solo a unos cuantos.

Dejemos de dar excusas y explicaciones. Y trabajemos para corregir lo que está mal. Si hay ignorancia e indiferencia empecemos a educar, iniciemos un camino de soluciones, de descubrimiento, en el que la persona sea nuestro objetivo. Solo con el buen ejemplo podemos impactar otras vidas. Todos los paraguayos debemos hacer lo correcto y colaborar unos con otros en la construcción de una nación que necesita cambiar pensamientos, palabras, hábitos y acciones. John Maxwell dice que todo lo que vale la pena es cuesta arriba y no es fácil el camino que nos lleva al desarrollo, pero vale la pena porque el Paraguay se lo merece. El desafío está en que cada uno de nosotros empiece a representar la excelencia y la grandeza que queremos ver en nuestra querida tierra guaraní.

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