• Por Augusto dos Santos
  • Analista

Hoy es el día internacional del culpable después de todas las elecciones. Mientras la campaña victoriosa aún no despertará de la resaca de un justo festejo, los perdedores realizarán o no una autocrítica, pero tratarán de encontrar las razones de la derrota, cada quien desde la óptica más o menos conveniente.

Para unos habrá deficitado la estrategia, para otros habrán faltado recursos, otros opinarán que era un problema de candidato, y muchos más tratarán de hacer un largo listado de razones, principalmente para evitar ese deporte tan poco nacional: la autocrítica.

Pero lo más importante es que quedarán claros algunos puntos que deben aceptarse como nítidos después de esta primera contienda pregenerales:

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1) El caso González Daher fue un golpe conmovedor para el oficialismo, tanto por la ubicación en el tiempo de su sonada filtración, como por la contundencia de su característica. Probablemente fue el hecho ahuyentador más importante del voto pensante que marcaba un volumen importante para Santi Peña.

2) Estas elecciones internas se recordarán como aquella cuya incidencia de los medios de comunicación fue determinante. Pero esencialmente no fue un enfrentamiento de medios, ni de periodistas, sino de grupos de poder muy consolidados en posesión de medios. Es totalmente lícito que los medios tengan sus opciones políticas, también los periodistas. Lo que quedará como materia pendiente en una y otra vereda será reparar la pluralidad, que sí fue muy afectada a consecuencia de la extrema polarización y el salvajismo que a veces se imprimió a los modos periodísticos.

3) No hubo diferencias notables entre ambos sectores como se esperaba "en logística". Hubo "oxígeno" suficiente para que los dos gigantes que se enfrentaban llegaran con potencialidades bastante parecidas.

4) A partir de ahora los colorados tienen un "destino siamés" si quieren llegar vivos a la Presidencia de la República en agosto del 2018. No es fácil. Las última experiencia con Blanca Ovelar es una biblioteca de errores que no se deben cometer. Es probable que los colorados reparen sus inquinas antes que los periodistas de una y otra vereda se reconcilien, como pasó toda la vida.

5) Según todas los sondeos a Horacio Cartes le fue muy bien como cabeza de lista. No hubo ningún castigo a su persona, como vaticinaba la oposición.

6) Un factor importante y estratégico que probablemente fue la ventaja esencial de la oposición colorada: la polarización es siempre un buen negocio para la disidencia.

7) Peña era un gran candidato, no hay dudas, de lo mejor en materia de preparación, pero la alta confrontación no le permitió desarrollar su mejor juego: el moderado, el bueno, el que pelea argumentos y no pasiones.

Ojalá Peña no tire la toalla, es de la gente que necesita la política para renovarse.

8) Dice Dick Morris que en política no hay balas de plata. Con esto quiere decir que nadie muere después de una derrota. El cartismo y el sector denominado Colorado Añetete tendrán que convivir hasta las elecciones del 2018 y después en el Senado para el arte de construir mayorías. Aunque, es cierto, existen menos posibilidades que el cartismo derive sus votos a otro sector que no sea el coloradismo que lo que pudo haber pasado si ganaba Santi Peña.

9) La alianza opositora está conformada y sin sorpresas. Efraín Alegre para la Presidencia, Leo Rubin para la Vicepresidencia. Las cartas políticas y mediáticas tendrán que barajarse nuevamente. La oposición sabe que no le será fácil seducir al cartismo como pudo haberlo intentado con la disidencia por lógica proximidad.

10) No nos olvidemos que la fe en el país se escribe con acciones y la ANR tiene un compromiso ineludible como continente de mayorías: demostrar que puede cambiar, renovarse, sostener las conquistas y corregir sus errores.

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