• Por Óscar Germán Latorre
  • Abogado

Somos un pueblo muy desmemoriado. Han pasado poco más de 28 años desde la caída de Alfredo Stroessner y, evidentemente, aún quedan muchos que sueñan con volver a la etapa de privilegios que disfrutaron durante muchos años.

Desde luego, la gran mayoría de los ex seguidores de Stroessner llevan una vida económicamente modesta porque no todos fueron los grandes beneficiarios y saqueadores de las arcas del Estado.

No pretendo plantear una caza de brujas para recuperar bienes malhabidos porque eso implicaría generar una falsa expectativa y una innecesaria inseguridad jurídica que en nada contribuirá para construir un mejor futuro.

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Ahora bien, lo que me parece inaceptable es que muchos que han heredado esas fortunas malhabidas hoy se presentan como supuestos auténticos demócratas, defensores de la Constitución, los dueños de la historia del Partido Colorado y ejemplos de la moral política, mientras disfrutan de sus establecimientos ganaderos, empresas y sociedades anónimas que han incursionado en todas las esferas de la vida pública y privada. Algunos de esos herederos del estronismo son los que indisimuladamente plantean regresar a ese pasado de pesadillas y persecuciones para muchos y de privilegios para unos pocos.

Y como si eso no fuera suficiente, algunos políticos perdieron por completo la vergüenza porque sin rubor alguno aparecen con personas sindicadas supuestamente como narcotraficantes o públicamente vinculadas a ellos. Solo basta ver ciertas listas de candidatos y entenderemos claramente lo que aquí estoy planteando.

Tampoco pretendo que los hijos paguen las culpas de sus padres, pero si van a disfrutar de sus fortunas malhabidas por lo menos que se callen. Tampoco desconozco que en todos los movimientos internos existen verdaderos luchadores contra la dictadura, a quienes aprecio y les reconozco todo el coraje que han mantenido en aquellas épocas.

En las próximas elecciones internas de la ANR la lucha será entre los adoradores de un pasado que debería avergonzarnos a todos y quienes pretenden mirar al futuro. Eso está absolutamente fuera de discusión y el día en que tengamos que elegir a nuestros candidatos tengamos bien presente que esos son los dos caminos que internamente nos ofrecen.

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