• Por Augusto Dos Santos
  • Periodista

Era el mismo día en que se recordaba el cumpleaños del principal responsable del régimen sanguinario que acabó con la vida de miles de paraguayos. No hubo nadie que le recordara a Marito ese detalle.

Hay un problema unánime con el discurso político electoral en nuestro país: no existe. Es una de las razones por la que los candidatos caen con frecuencia en la incoherencia o el vyrorei.

No lo tienen los candidatos y no lo exigen los medios. Estos últimos están felices con un solo componente de la campaña: la sangre. Entonces, las redes son el contenedor de una guerra consagrada por la superficialidad, en el cada vez más ensartado ore concepto que los lectores solo leen literatura efectista.

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El diario La Nación editorializó por tercera vez sobre el punto, en esta semana y creemos que es importante recoger tales reflexiones: decían en tal nota editorial que "si solo dependiera de la clase política tradicional y de la agenda de muchos medios de comunicación de gran alcance y preponderancia llegaríamos a las elecciones internas y luego las nacionales sin exigir nunca a las expresiones políticas que nos revelen cuáles son sus planes de gobierno".

Es verdaderamente un aplazo rotundo de estos actores de nuestra sociedad el desagendar lo importante para anclar sus intereses mediáticos solo en el escándalo y la confrontación. Lo peor es que con singular hipocresía los medios nos quejaremos luego al final del proceso electoral por la mala calidad de los resultados electorales. Como serían cualificados tales productos del trámite electoral en tanto nunca invertimos tiempo en debatir con nuestros lectores, oyentes o televidentes las ideas de cada sector de cara al potencial que ellos arriben a liderar un país".

¿DE QUÉ HABLAN LOS CANDIDATOS?

Se puede llegar a ganar unas elecciones rehuyendo el debate. Claro que se puede porque en gran medida el electorado todavía está anclado en otras cuestiones, como el clientelismo, que los asegura en las mesas electorales, así no supieran cuál es una sola idea política de su candidato.

Las malditas/benditas encuestas arrojan resultados como una maquina expendedora de palomitas de maíz y dicen permanentemente a los candidatos que los temas centrales son empleo y seguridad. Eso está idiotizando el discurso electoral porque muchos candidatos creen que con hablar de eso es suficiente.

Una breve investigación sobre los discursos de los candidatos sobre temas claves, con un buscador simple de la red, nos lleva a descubrir los desniveles que existen en la materia de profundización del discurso y de qué manera la oposición prefiere la crítica antes que la propuesta en esta etapa (y quizás siempre, analizando desde el 2013) teniendo en cuenta la información publicada, no sondeamos la información distribuida vía mail o por otros conductos.

Hay algunas características interesantes. La única candidatura que se abrió a convocar a expertos a su propio PC para elaborar propuestas fue la de Santi Peña, por Honor Colorado. Los precandidatos Efraín Alegre y Marito Abdo, no han hablando prácticamente de sus planes de eventual gobierno y en un 90 por ciento su discurso político se basa en la crítica a Horacio Cartes.

La tercera fuerza visible, el Frente Guasu, si bien se encuadra también en un discurso de crítica constante, se ha cuidado en enviar a los medios y periodistas sus propuestas y posiciones sobre grandes temas, vía mail o en conferencias de prensa.

¿QUÉ PIENSAN LOS CANDIDATOS?

En este orden, el mismo editorial de La Nación se preguntaba: ¿Alguien sabe qué se propone en relación a la educación, a la salud, al empleo, más allá del discurso premasticado que elaboran las estrategias de marketing electoral? Por cierto, muy poco.

Pero a la hora de buscar culpables recordemos que por cada kilómetro de estridencia electoral (Que vende, no hay dudas) no nos detuvimos, en lo mínimo, a interpelar a los futuros gobernantes sobre la consistencia de sus propuestas”.

Los propios candidatos, como Mario Abdo Benitez, han huido despavoridos de una confrontación de ideas y proyectos y ello solo fue visto por los observadores de nuestra política como una “ausencia estratégica” sin que recuerde nadie que la información y el conteste público de los perfiles de acción de cada candidato es lo que ha tornado sería y confiable la pulseada eleccionaria en los países con democracias consolidadas”.

CIUDADANOS TENDRÍAN QUE EXIGIRLO

Es vital que los ciudadanos exijan el debate de las ideas de los candidatos. Rehuir el debate, aparte de un gesto de evidencia de las limitaciones habla a las claras de una especie de impunidad electoral, atendiendo que llegan a los comicios sin explicar nunca cómo van a hacer para gobernar si llegan al poder.

No dejan de provocar nauseas los políticos que hoy en día se erigen en juzgadores vibrantes de la realidad política, atorando con críticas sus discursos, mientras al mismo tiempo siguen con juicios pendientes en la justicia. Solo una sociedad sin sentido crítico puede admitir que la delincuencia se transforme en actora crítica y juzgadora de las políticas publicas.

Pero volviendo al editorial de La Nación reclamando la jerarquizaron del debate electoral, es muy justo su reclamo sobre "Con qué autoridad reclamaremos luego la pertinencia o impertinencia de determinadas acciones de Gobierno o del Congreso si jamas hemos preguntado al respecto como ciudadanos y como medios de comunicación".

El comentario recuerda con muy buen criterio: "Acaso no tuvimos congresistas a cargo del área de lucha contra el narcotráfico que siquiera sabían pronunciar la expresión estupefaciente. Muchos incapaces se filtran cada cinco años en las listas sábana y en los cargos electivos en general sencillamente porque los ciudadanos no hicieron lo que debían hacer, con la intermediación de los medios, fiscalizar sus conocimientos para la gestión que prometen".

La promesa electoral aguanta todo, comprobemos que los candidatos a cargos electivos lo sepan hacerlo. Y por sobre todo, hagamos en los medios un espacio al debate serio aparte del canibalismo de nuestros intereses y preferencias.

LOS MEDIOS, BIEN GRACIAS

Todos los medios critican con actitud doctoral la ausencia de propuestas de la clase política, pero les exigen para sus programas de debate político que se peleen y no pierdan tiempo con otra cosa que no sea la confrontación.

Algún medio incluso, en cualquier momento, saldrá con la idea genial de poner un link “para que los ciudadanos conozcan las propuestas”, bastante lejos de sus programas de contenidos políticos. Eso no representa otra cosa que destinar al debate político sobre planes de gobierno a un rinconcito que nadie lee. Es una trampa gatopardista.

En realidad lo mejor que podríamos hacer desde los medios es preguntarnos mucho. ¿Preguntarnos que, por ejemplo?

Ya sabemos que Efraín Alegre y Marito Abdo son excelentes criticando a Horacio Cartes. Aparte de eso. ¿Tienen planes de gobierno en materia de educación, de salud, de acción social, de obras y servicios públicos, de cultura, de ciencias, etc.?

Quizás sea hora que se comprenda que es lamentable que se asuma que el único espacio para debatir ideas de gobierno son los debates formales que muchas veces no se logran hacer porque unos los rehúyen.

Quizás sea hora de que los medios preguntemos un poco menos sobre quién vomitó sobre quién en esta semana y empecemos a indagar qué experiencias tienen Santiago Peña, Efraín Alegre, Marito Abdo, Luis Gneiting, Leo Rubin, manejando un Gobierno, un Estado. No es cualquier verdura, eh?

Hay algo más que los votos que cuidar el 17 de diciembre y en abril del 2018. Hay que cuidar el futuro. Arrepentirse, será tarde.

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