• Por Dany Fleitas
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El 8 de noviembre del 2016 fue una fecha histórica para los Estados Unidos y el mundo, no solo porque ganó contra todos los pronósticos el republicano Donald Trump a su oponente demócrata Hillary Clinton, sino también porque también se registró otro hecho significativo: diarios tradicionales que llevaban décadas –a veces más de un siglo– sin jugarse a favor de un candidato, en esa oportunidad sí lo han hecho. Al margen de los canales de TV, de los blogs, redes sociales y medios puramente online, la prensa escrita tuvo un protagonismo fundamental. A los ojos del mundo, y esencialmente para quienes estamos en el mundo de la comunicación, el desenlace de aquella gesta cívica, más que una sorpresa, fue una gran lección de aprendizaje.

Trump ganó esas elecciones a pesar del gran respaldo de medios tradicionales que tubo la demócrata Hillary Clinton, quien tuvo el respaldo de medios de la talla del Washington Post, del New York Times, de USA Today (segundo diario con más difusión que rompió su tradición de 34 años y pidió el voto por la candidata demócrata) y de The Wall Street Journal. Trump ni siquiera contó con el apoyo de diarios que desde décadas respaldaban al Partido Republicano, como Arizona Republic, Cincinnati Enquirer, Dallas Morning News y Houston Chronicle de Texas, Richmond Times-Dispatch de Virginia, Tulsa World de Oklahoma y New Hampshire Union-Leader. En el caso del Arizona Republic, es la primera vez en sus 126 años de historia que pidió el voto por un demócrata. A menos de 40 días de las elecciones, Trump solo tenía a su favor al conservador The National Enquirer. Es más, la cadena de noticias CNN también jugó a favor de la demócrata según publicaciones norteamericanas de la época.

Es bueno tener presente siempre lo que pasa en la mayor democracia del mundo, pues la derrota de Clinton –inclusive contaba con el apoyo del carismático presidente Barak Obama– también significó un golpe bajo para importantes medios de la prensa escrita norteamericanos. Lo que ocurrió en Estados Unidos hace 12 meses debería ser un parámetro a tener en cuenta por los candidatos que aspiran a cargos electivos de relevancia. Por lo que se vio, hoy día, ya no basta ni es suficiente contar con el respaldo de uno o más medios tradicionales para poder triunfar en unas justas electorales, sino que –a juzgar por los hechos– los electores están dejando de considerarlos como única fuente para tomar decisiones a la hora de entrar al cuarto oscuro.

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Salvando las distancias y sin ánimo de compararnos con una de las sociedades más desarrolladas del mundo, Paraguay no es ya una isla que vive como en la época del doctor José Gaspar Rodríguez de Francia. No hay que subestimar el gran momento tecnológico que se vive en el país. La era de la revolución de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, con internet y la telefonía como vehículo, son la "estrella" en esta competición que se llama elecciones. La palabra "nube" y "virtual" tienen hoy su cuota de poder: es el ámbito donde se discute todo, donde se define todo.

En la actualidad, gracias a esas plataformas, nuestros conciudadanos son mucho más criteriosos que antes. La enorme cantidad de datos e información que consumen desde muy pequeños les da una gran ventaja para un mejor análisis. Son ellos quienes tendrán precisamente un rol protagónico en las elecciones de abril del 2018, en que están habilitados 4.260.816 personas –en su mayoría jóvenes– para elegir al presidente y vicepresidente, gobernadores, concejales departamentales y legisladores (senadores y diputados).

Ahora que se avecinan las internas y las nacionales, sería bueno que algunos periódicos tradicionales, que solapadamente apoyan a ciertas figuras, en algún momento asuman como sus pares norteamericanos y se sinceren con sus lectores y abiertamente digan "por este nos jugamos".

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