La jueza Elsa Idoyaga ordenó la prisión del sacerdote Silvestre Olmedo, ex párroco de la iglesia San José de Limpio, acusado de coacción sexual. El religioso pasó ayer en la penitenciaria de Tacumbú.

Este es el segundo religioso que pisa un penal en lo que va en el año, ya que el primero fue el sacerdote redentorista Estanislao Arévalos Pedrozo, quien fue condenado a 6 años de prisión.

La magistrada Idoyaga dispuso ayer la prisión del presbítero Silvestre Olmedo, tras la audiencia preliminar de imposición de medidas. El mismo está procesado por supuesta coacción sexual.

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También dispuso que este sea llevado hasta Tacumbú; sin embargo este reclusorio está cerrado a nuevos internos, por lo que lo más probable es que ingrese a la penitenciaría de Emboscada. Tras conocer lo dispuesto, el sacerdote se descompensó y fue derivado a un centro asistencial por un pico de presión.

CHICANAS

En la primera semana de enero pasado, la magistrada había convocado al religioso para que se presentara en su juzgado debido a un pedido de prisión preventiva, librado por la fiscal Luciana Ramos.

Desde que fue imputado –en diciembre pasado– el padre Silvestre "en todo momento intentó anular la causa" con diferentes chicanas, manifestó la agente del Ministerio Público.

El caso ocurrió el 21 de setiembre del año pasado. La víctima realizó la denuncia ante la Fiscalía, incluso después de haber hablado con el arzobispo de Asunción, Edmundo Valenzuela, quien le habría pedido que esperara mientras tomaba una decisión acerca de las acusaciones.

TRES CASOS MÁS

La mujer que denunció por acoso sexual al sacerdote Silvestre Olmedo, de la iglesia San José de Limpio, mencionó que hay tres casos más de jóvenes mujeres que habrían sido acosadas por el mismo cura.

La joven de 21 años estaba a cargo de la Pastoral Juvenil y tenía que hacer una nota de permiso del menor para un campamento religioso, por lo que fue hasta la secretaría de la parroquia aquel 21 de setiembre.

La mujer asegura que cuando le pidió ayuda al sacerdote, este le empezó a acariciar la espalda y luego el pecho. Inmediatamente, como si nada hubiese pasado, le dijo que después harían la nota. La mujer salió huyendo de la oficina.

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