• Por Gabriela Rojas Teasdale (*)
  • @GabyTeasdale

Esta semana quiero compartir con ustedes la historia de transformación de Nadia Burgos, una joven profesional que se aferró a nuestro programa de capacitación en valores comprometiéndose de una manera muy profunda. Al igual que sus compañeras de hospital, Nadia debió superar obstáculos para seguir adelante con el entrenamiento, pero esa persistencia rindió frutos: hoy se siente una profesional más humana y una mejor compañera de trabajo.

Este es su testimonio:

"Soy bioquímica y ejerzo mi profesión en el hospital distrital de Mariano Roque Alonso. Me convertí en facilitadora gracias a la jefa de mi unidad que llevó las capacitaciones al hospital, preocupada por el crecimiento de quienes integran el plantel de funcionarios de salud. Iniciamos las Mesas Redondas con mis compañeras Isabel, Marta, Selva, Cinthya. Al principio fuimos avanzando tímidamente: no es fácil abrirse a los demás, especialmente cuando se trata de asuntos personales que sacan a luz nuestras diferencias y ponen a prueba nuestro compromiso.

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En el proceso enfrentamos una epidemia de dengue y otra de enfermedades respiratorias que significaron una sobrecarga de trabajo y dejaron poco tiempo para nuestros encuentros. El entrenamiento estuvo a punto de fracasar, pero la fuerza que habíamos recogido en las primeras reuniones nos sirvió para no bajar la guardia y seguir adelante. Y fue la mejor decisión. Hoy puedo decir con orgullo que me siento una mejor persona, una persona más tolerante y comprometida, una persona que aprendió a no juzgar con la primera impresión, una persona que aprendió a escuchar.

En mi entorno laboral conozco mucha gente de carácter fuerte, de trato difícil. Antes cuando me encontraba con este tipo de personas me cerraba, optaba por la indiferencia. Ahora puedo ver más allá, darme cuenta que tienen personalidades distintas a la mía, que tienen sus luchas interiores, sus frustraciones.

Aprendí a ponerme en el lugar del otro sin aferrarme a mi propia manera de ver las cosas. Aprendí que cuando ponemos un rótulo a alguien ponemos un límite que no nos deja ver más allá. Aprendí a respetar a mis semejantes y eso para mí fue una experiencia altamente enriquecedora que me acompañará el resto de mi vida.

Otro aspecto que fortalecí fue el compromiso. John Maxwell dice que hay momentos en que solo tu compromiso personal te mantiene avanzando, la fe en uno mismo. Al inicio de los entrenamientos decíamos que queríamos ver el resultado y después decidir si seguiríamos avanzando.

Y aprendimos que no puede ser así, que cuando nos comprometemos con algo no importa si está funcionando o no al inicio. Con el paso del tiempo las piezas se ordenan y vamos viendo resultados.

Cada una de mis compañeras de mesa se convirtió en una maestra para mí, por lo que les agradezco infinitamente. Como paraguaya yo también persigo el sueño de buscar la transformación para mi país trabajando día a día por un Paraguay mejor. Sé que habrá días de retroceso, pero también sé que esos días servirán para tomar el impulso que hace falta para continuar con mayor dinamismo".

(*) Presidenta de la Fundación Transformación Paraguay

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