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El candidato presidencial más proeuropeo de Francia llevó su campaña a Londres esta semana y recibió allí una extrovertida bienvenida. Emmanuel Macron, un ex ministro de economía socialista de 39 años, fue hasta la capital británica buscando ganar el voto de los franceses en el extranjero, y es exactamente el tipo de entusiasta de la tecnología que admiran los votantes franceses latinos. Haciendo campaña como independiente detrás de los votos de la izquierda y de la derecha, Macron logró la asombrosa hazaña de saltar desde una humilde posición de outsider al segundo lugar de preferencia de votantes en las encuestas. Pero cuanto más se acerca a la presidencia francesa, más dura se pone la campaña.

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Pocos días antes de que Macron arribara a Londres, él había estado en un territorio más hostil: el puerto naval del Mediterráneo de Toulon, tradicionalmente un bastión de la derecha. La entrada a su manifestación fue bloqueada por decenas de partidarios del Frente Nacional y pies-noirs (Pies negro, franceses que residían en Argelia durante el gobierno colonial), gritando "¡Macron Traidor!" En un viaje a Argelia esa semana, Macron había dicho que la colonización francesa de ese país fue un "crimen contra la humanidad".

El mitin se hizo de cualquier manera. Macron dijo a la gente que "pedía disculpas" si había "ofendido" a alguien, pero añadió que Francia tenía que enfrentar todos los lados de su historia. El lugar no estaba lleno y el clima era neutro. La multitud parecía motivada tanto por la curiosidad como por la convicción. Jean-Luc, profesor de matemáticas de escuela secundaria, dijo que nunca había asistido a un mitin político y que estaba "intrigado" por Macron. Robert, un vendedor jubilado, dijo que votó por François Fillon, el candidato de centro-derecha, en la primaria de su partido, pero que ahora estaba "buscando una salida". (Fillon está siendo investigado por haber empleado a miembros de su familia en la nómina parlamentaria, a pesar de que habría poca evidencia de que trabajado algo). Fue la "manera diferente de hacer política" de Macron la que gustó, dijo un obrero naval retirado y votante socialista, aunque aclaró que no estaba todavía seguro de por quién iría a votar.

A dos meses de la primera ronda, las elecciones presidenciales francesas se convirtieron en las más impredecibles de la historia reciente del país galo. La única certeza relativa es que Marine Le Pen, del Frente Nacional, ganará uno de los dos lugares en la segunda vuelta. Esto ha convertido la elección en una carrera para enfrentarla. Aunque no ha organizado casi ningún mitin, Le Pen encabeza la encuesta de primera ronda con alrededor del 26% de los votos. Más de tres cuartas partes de sus votantes dicen estar seguros de su elección. Para Macron, que está en segundo plano con Fillon, esta proporción es solo del 45%.

Que Macron haya llegado a esta posición ya es bastante notable. Después de todo, es un joven que en julio del 2014, después de abandonar su puesto de subdirector de Gabinete del presidente François Hollande, se encontraba en su oficina de la planta alta del Palacio del Elíseo, reflexionando alegremente sobre los planes para escribir un libro, o tal vez enseñar filosofía. Hoy en día, las oficinas de "En Marche!", el movimiento que fundó el año pasado, se llenan de jóvenes en sudaderas y el lugar parece un cruce entre una empresa startup y una asociación estudiantil. Macron atrajo a los pesos pesados de la política, como Jean Pisani-Ferry, un economista, y logró el apoyo de François Bayrou, un centrista que ha renunciado a postularse. Y está reclutando candidatos de todos las preferencias políticas para las elecciones parlamentarias en junio. El objetivo, dice Macron, es rechazar "las opciones del ayer", perseguir la "novedad radical" en política y construir "una nueva Francia".

Sin embargo, además de su inexperiencia, Macron tiene que enfrentar dos obstáculos en particular si va a vencer a Fillon en la segunda ronda. Uno es si puede encontrar una manera de comunicarse y persuadir a un electorado más amplio, más allá de los votantes metropolitanos con un título universitario que simpatizan con él. "Es demasiado intelectual", dice un anticuario retirado, en un café con vista al puerto de Toulon, donde el portaaviones Charles de Gaulle está atrapado mientras se somete a reparaciones. La política abiertamente proeuropea de Macron está fuera de moda en algunas partes de Francia en estos días. Su apoyo a la política de frontera abierta de Alemania hacia los refugiados sirios –dice que "salvó nuestra dignidad colectiva"– colisiona con un estado popular de nacionalismo en ascenso. Y la actitud receptiva de Macron hacia la irrupción tecnológica no resuena muy bien para aquellos que temen ser las próximas víctimas. "Es muy débil entre los obreros y los empleados, y no es posible construir una candidatura exitosa sin ellos", dice Jérôme Fourquet, de Ifop, una empresa de encuestas.

El segundo obstáculo es hasta qué punto su éxito en la encuesta se reduce a una personalidad atractiva en lugar de un programa político convincente. El país, dice, necesita "visión", no muchas ideas políticas que los presidentes abandonan de inmediato cuando llegan al poder. Pero su renuencia a ser demasiado preciso ha dejado a Macron abierto a la acusación de ambigüedad. Preguntado cuál de sus políticas les gustaba más, los partidarios en Toulon no pudieron responder. Macron está a punto de revelar planes más específicos que, tal vez tácticamente, él ha evitado durante mucho tiempo. Sin embargo, esto conlleva nuevos riesgos. Algunas de las ideas que él esbozó en "Révolution", el libro que publicó el año pasado, son profundamente radicales, ciertamente para Francia. Quiere reducir el nivel general del gasto público, hacer que el Estado asuma el control del sistema de prestaciones de desempleo de los empleadores y los sindicatos, en vigor desde la Segunda Guerra Mundial, y devuelva la mayor parte de las negociaciones sobre las condiciones de trabajo a las empresas. Él es liberal, dice, "en un sentido nórdico". Conseguir el equilibrio correcto entre lo que Francia necesita y lo que los franceses votarán será peligroso

Una oportunidad históricamente inusual está dentro del alcance de Macron: la posibilidad de derrotar a todos los candidatos de las clases dominantes en la segunda ronda, y de ahí a la presidencia. Las encuestas sugieren que sería un candidato más sólido de segunda vuelta contra Le Pen que el Fillon dañado. Bajo la Quinta República, ningún independiente ha conseguido jamás tal hazaña. Por otra parte, ninguno ha tenido una oportunidad tan notable de hacerlo.

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