La pasarela era un túnel acristalado que se organizaba en torno a una pirámide colosal y llena de simbolismo donde las modelos caminaban con un parasol, entretanto sonaba la música instrumental especialmente compuesta por el islandés Jóhann Jóhannsson.
Así presentó ayer Gucci su colección otoño-invierno 2017/18 llamada El Jardín del Alquimista, abriendo las puertas de la Semana de la Moda de Milán que irá hasta el lunes 27.
Los looks propuestos por el diseñador cabecera de la casa, Alessandro Michele, eran andróginos, coloridos y extravagantes, un universo lleno de siluetas retro y formas clásicas, donde cobraron gran protagonismo las rayas, cuadros y los estampados de flores, el estilismo oriental, los aires barrocos.
La colección es un catálogo infinito, para hombre y para mujer, de sus obsesiones y su ideario estético: fauna y botánica, el hippismo, los 70's, las tribus africanas, los ovnis, la cultura inglesa de finales del siglo XVIII, la purpurina… todo amalgamado en una colección brillante de 20 looks de hombre y mujer.
Los complementos tuvieron mucha importancia, hubo desde bolsos, maletas, maletines, bastones hasta parasoles. Los labios de algunas de las modelos estaban llenos de purpurina en algunos casos; lo mismo ocurría en los modelos, con piercings en la nariz y orejas, y luciendo anillos en grandes cantidades.