• Por Jorge Torres Romero
  • Periodista

No se puede aprobar un proyecto de modificar la Constitución Nacional para la reelección entre gallos y medianoche, expresaba en su audición el doctor Carlos Mateo Balmelli. Si hay un tema en Paraguay, hartamente debatido es precisamente el tema de la reelección. Hemos escuchado todas las voces y todas las interpretaciones posibles al respecto.

La sociedad paraguaya a estas alturas ya está en condiciones de discernir si es correcta o no, si le conviene y si está a favor o no. El punto es que existen sectores que a toda costa quieren imponer que la interpretación o conclusión a la que ellos llegaron es la única verdad.

¿Por qué la otra interpretación no puede ser tenida en cuenta? ¿Porque responde a intereses particulares de Horacio Cartes, Fernando Lugo y Nicanor Duarte Frutos? Y la interpretación de los que dicen lo contrario, ¿no responde a ningún interés? Me dirán acá, el interés de defender la Constitución Nacional. ¿Quién atacará la CN? ¿No está acaso contemplada precisamente en ella, la figura de la enmienda como herramienta válida?

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Entonces, de qué violación hablamos. De que debe ser vía reforma. Y es aquí donde está abierta la interpretación, porque quedó una ventana abierta en la redacción de la carta magna en el Artículo 290. Y ante esta duda, debates e interpretaciones, es absolutamente válido que cada uno llegue a una conclusión y la defienda, pero no por eso es la verdad.

Me preguntaba el otro día, ¿por qué la interpretación de Óscar Facundo Insfrán, Benjamín Fernández Bogado, Jorge Seall Sasiain y Hugo Estigarribia tendría más peso o valdría más que la opinión de Rodrigo Campos Cervera, Daniel Mendonça, Emilio Camacho y Carlos María Ljubetic? Nadie me supo responder con objetividad, más allá de la salida típica de los bravucones de que estos últimos están "vendidos".

Insisto y reivindico el derecho de cada sector en defender su posición. En lo que no estoy de acuerdo es en la avalancha mediática de quienes llegaron a una conclusión y atropellaron con su línea descalificando automáticamente a quienes comulgan con la otra lectura. ¿Quiénes son los verdaderos dictadores? Son aquellos que quieren imponer su verdad a toda costa, dejando de lado a la ciudadanía para que sea ésta la que tenga finalmente la última palabra.

En esta discusión, oficialistas y opositores hicieron mal los deberes. El oficialismo colorado se humilló con las planillas proenmienda con las firmas de muertos y falsificaciones, y del otro lado, un sector opositor y disidente incapaz de consolidar un proyecto atractivo, convincente, que entusiasme como alternativa de modelo de desarrollo para nuestro país que está despegando para el futuro.

Es por ello que el Paraguay está divido en cuatro: 1) Un sector que quiere seguir este modelo que ha generado algunas transformaciones exitosas en la gestión pública. 2) Otro que se vuelca al populismo de una figura (Lugo) que vendió un modelo de opción por los más pobres. 3) El de los saldos y retazos que no calzaron en ninguno de los dos (Efraín, Marito, Desirée). 4) El que no está en ninguna de estas líneas y que a gritos pide la construcción de un modelo alternativo despojado de todos los vicios de los anteriores.

En estas aguas navegamos los paraguayos. Tenemos las herramientas para avanzar y optar por cualquiera de estos. Sin optar por ninguna opción violenta de llegar al poder. Sin más "marzos paraguayos", sino con la herramienta de la participación popular, en donde el soberano tenga el veredicto y no solamente los dictadores de la verdad.

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