Celia de Anca y Salvador Aragón

Hay tres tipos de identidades que todos tenemos como seres humanos. Se nos dan identidades de origen al nacer: género, raza o religión, entre otras. Más adelante, formamos identidades de crecimiento, en las que buscamos satisfacer nuestras necesidades emocionales con base en nuestros gustos y aversiones. Finalmente, conforme nos volvemos más independientes, solemos buscar la forma de contribuir a la sociedad a través de nuestras identidades de aspiración.

Estas tres fuentes de identidad le dan forma las comunidades a las que nos unimos y creamos. Las comunidades de aspiración son especialmente poderosas: cuando se reúnen personas que comparten las mismas ambiciosas metas, pueden mover montañas. Mientras que las comunidades de origen y crecimiento actualmente atraen el mayor tiempo de los líderes de recursos humanos, nosotros pensamos que las comunidades aspiracionales merecen más atención.

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Las comunidades corporativas de aspiración son grupos unidos por un desafío empresarial o intelectual en común. Ellas se beneficien de las diferencias entre sus miembros para crear o ejecutar tareas específicas, y cuando la tarea está completa, se disuelven. Tienen el beneficio añadido de ayudar a promover lazos entre los empleados de diferentes comunidades de origen y crecimiento, lazos que de otro modo podrían no ocurrir.

Los resultados de nuestra investigación sobre afiliaciones de grupos sugieren que las compañías trabajan mejor si sus empleados son capaces de alcanzar una movilidad horizontal entre grupos de afiliación. Las comunidades de aspiración ofrecen una forma de hacer esto, haciendo que los diferentes grupos sean más permeables y accesibles.

Para que una comunidad corporativa de aspiración funcione, necesitan estar presentes cinco elementos:

-Un proyecto en común: Este puede ser establecido desde arriba (la compañía define un desafío particular) o desde abajo (la compañía le permite a los empleados desarrollar sus propias ideas creativas y actuar con base en las más convenientes).

-Voluntario: Las personas típicamente no son asignadas a ellas, sino que se unen porque están emocionadas acerca de poner sus ideas a trabajar.

-Corto plazo: Una comunidad de aspiración no representa una nueva posición o una nueva carrera: es un lugar temporal donde el individuo puede canalizar sus ideas o habilidades, y una vez que el proyecto está completo, el grupo se disuelve.

-Interrelacionado: Los miembros pueden pertenecer simultáneamente a muchos otros, creando múltiples enlaces entre los grupos.

-Colaborativo: Las comunidades de aspiración no son proyectos a seguir en solitario, sino que requiere que los empleados trabajen juntos. Las personas se unen para crear o ejecutar una solución a un problema existente o para desarrollar una nueva iniciativa o un nuevo producto, haciéndolo juntos.

Ya sea que se trate de una iniciativa temporal o una forma permanente de organizar una empresa, las comunidades corporativas de aspiración están ayudando a las compañías a aprovechar las diversas motivaciones y fortalezas de los empleados.

Las organizaciones no pueden forzar a sus empleados a tomar café con tal o cual grupo, pero sí crear estructuras donde los empleados puedan moverse temporalmente de su zona de confort para unirse a comunidades temporales de aspiración que fortalezcan los lazos interorganizacionales y ayuden a la compañía a alcanzar sus metas estratégicas.

(Celia de Anca es actualmente la directora del Center for Diversity in Global Management en la IE Business School. Salvador Aragón es profesor de innovación y sistemas de información en la IE Business School).

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