Por: Jazmín Gómez Fleitas

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Con su excelente ambientación y con una descripción palpable, la escritora logra subirnos a una máquina del tiempo, trasladarnos hasta los campos frescos de heno en Francia, obligarnos a aspirar el aroma de los baguetes y macarons, y depositarnos silencionsamente en medio de las hermanas Rosignol para acompañarlas a lo largo de la Segunda Guerra Mundial.

Pocas son las ocasiones en las que nos detenemos a pensar en la fortaleza de la mujer en el contexto de la batalla, y esta narración escarba en la historia, y desentierra la valentía olvidada de las mujeres que tuvieron que tomar decisiones peligrosas para salvar las vidas de sus hijos y su modo de vida pero con un protagonismo activo en la guerra.

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Gracias a ella, nos imaginamos a las mujeres en ese mundo, salvando a niños ajenos, trazando rutas para despitar al enemigo y pagando un precio inimaginable por su heroísmo. Es por eso que en la contratapa se destaca la primera oración del libro: "En el amor descubrimos quiénes queremos ser. En la guerra descubrimos quiénes somos en realidad".

En un pueblito de ensueño y romanticismo, Vianne se despide de su esposo que fue llamado a alistarse al ejército. Contra todo pronóstico se aferra a la esperanza de que la guerra no llegue hasta ella y su hijita, pero la realidad es que Francia pronto será ocupada por nazis y ella se verá obligada a tomar decisiones cada vez más difíciles. "Piensa en los sacrificios con los que puedes convivir y en aquellos que te resultarán insoportables".

Isabelle fue expulsada del internado una vez más, lo cual hace que esta ocasión sume un número incontable que ya no pretende recordar porque no volverá a ninguno. Siendo el lado opuesto de su hermana, no teme a nada y le hace frente a todo. No huye de la realidad profetizada, que la guerra está a la vuelta de la esquina, y elige cuál será su parte en ella. Sin detenerse a mirar atrás, entregará todo de sí para cumplir con la tarea que buscó hasta encontrar, y de la cual su familia quedará excluida.

La caracterización profunda de las protagonistas es respaldada por el ensamble inmejorable de los personajes secundarios, quienes son perfectos para ir desenvolviendo la trama y las situaciones que nos guiarán al súmmum de sus acciones. "Ahora sé lo que importante no es lo que he perdido, son los recuerdos".

Adictiva de pricipio a final, se vive una pulseada interna entre pasar de una página a otra frente a extender lo más que se pueda el ansiado final. Emocionante en todas sus formas, al finalizar las 586 páginas, sólo se busca encontrar a la siguiente aventura que nos haga madurar y sentir tanta emoción y valentía como ésta.

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