Fráncfort, Alemania. AFP.

En teoría, los bancos centrales no hacen política. Pero, en las últimas semanas, los responsables de varias de estas instituciones han roto su silencio y se han mostrado preocupados por el auge del proteccionismo y el populismo.

"El proteccionismo no conducirá a nada más que a una bajada de la prosperidad" generalizada, avisó Yves Mersch, miembro del directorio del Banco Central Europeo (BCE), tres semanas después de la investidura del presidente estadounidense Donald Trump, defensor de esa doctrina económica con el lema "America first" ("América primero"). "El comercio mundial sigue al ralentí debido a una creciente tendencia hacia medidas proteccionistas y a mayores tensiones políticas", señaló la semana pasada el Banco Central indio. Para el Banco Central de Brasil, la política económica estadounidense vuelve a "la coyuntura económica mundial muy insegura". "La vía hacia la prosperidad liberal no puede pasar por la construcción de barreras entre unos y otros", declaró por su parte Philip Lowe, gobernador del Banco de Australia.

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La Reserva Federal estadounidense (Fed) no ha hecho ningún comentario sobre el tema, aunque su presidenta, Janet Yellen, señaló el martes "la falta de claridad" de los proyectos económicos de la administración Trump.

La mayoría de los grandes bancos centrales, muy apegados a su independencia respecto a los gobiernos, suelen mantenerse al margen de las cuestiones políticas. A cambio, utilizan sus propios criterios para fijar los tipos de interés y preservar la estabilidad financiera. "Es cierto que los banqueros centrales han pisado un terreno que no era el suyo en los últimos años al formular recomendaciones políticas de manera prudente. Pero, de un tiempo a esta parte, se ha superado claramente otra etapa", explica a la AFP Frederik Ducrozet, del banco suizo Pictet, especializado en gestión de activos.

Las recientes intervenciones de los bancos centrales en el debate público "reflejan sobre todo el hecho de que el proteccionismo no era verdaderamente un problema hasta el momento", más que una voluntad de desempeñar un papel político, considera Ben May, de la firma de asesoría Oxford Economics.

Crece el miedo a globalización

Ahora no faltan motivos de inquietud para los bancos centrales –entre el Brexit, las amenazas de nuevas tasas aduaneras en EEUU, el proyecto de desregulación de las finanzas presentado por la administración Trump–, mientras la economía mundial intenta pasar página a la crisis financiera del 2008. A todo esto, se añade la posibilidad de una guerra de divisas tras las críticas de Washington hacia Alemania y Japón, acusados de manipular sus monedas para sacar beneficios comerciales. "Observamos un creciente escepticismo hacia la globalización y no solo en EEUU. En Europa también crece el miedo a la globalización y el rechazo de los mercados abiertos", lamentó hace poco Jens Weidmann, gobernador del Bundesbank.

Los bancos centrales observarán las distintas elecciones claves previstas este año en Europa, especialmente las de Francia y Alemania, donde los partidos nacionalistas y antieuro tienen el viento en popa. En Francia, si ganara la presidenta del ultraderechista Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, el país "dejaría la Unión Europea (UE), lo cual significaría probablemente el final de la unión monetaria", dice Jörg Krämer, economista en Commerzbank.

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