Por Antonio López

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La decisión de la cúpula de la Iglesia paraguaya –que si bien admitió que hubo un "acto indecoroso"– de aplicar como sanción a un sacerdote acusado de intento de acoso realizar solo "ejercicios espirituales" para reparar el daño moral, causó indignación y demostró una vez más cuán "perdida" está esa iglesia que debería ser un ejemplo para la sociedad. Pero sin embargo parece ser que desde la propia cúpula se propicia "actos indecorosos" que solo hacen que la pérdida de los valores y de credibilidad de los pastores se haga cada vez más profunda.

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Pero más triste es que monseñor Edmundo Valenzuela, arzobispo de Asunción, cabeza de la Iglesia, minimizara el hecho cometido por el presbítero Silvestre Olmedo, considerando que era un tema de poca relevancia y pedía a los jóvenes que no hicieran "de una piedrita, una montaña".

¿Un hecho irrelevante, intento de acoso por parte de un sacerdote a una joven que trabajaba como encargada de la Pastoral Juvenil en una parroquia de Limpio? Es realmente vergonzoso la actitud asumida por monseñor Valenzuela, cuando que, incluso, el propio Ministerio Público había imputado a Olmedo por coacción sexual y violación a la autonomía sexual el pasado 23 de diciembre.

A la lamentable declaraciones de Valenzuela habría que agregarle lo dicho por monseñor Mario Melanio Medina, obispo de Misiones y Ñeembucú, quien ayer señaló que las denuncias por acoso contra representantes de la Iglesia Católica son "una manera de hacer negocio". "El problema es que acá cualquier cosa empiezan a denunciar… de hace 10 años. Se convirtió pues esto en una manera de hacer también negocio, por eso creo que hay que investigar las cosas", dijo Medina, para agregar un poco más de argumento al intento de "tapar" todas las denuncias, que no son pocas, que se hacen contra representantes de la Iglesia en nuestro país.

La Iglesia Católica paraguaya está en este momento en su peor momento, en un momento donde la pérdida de credibilidad se ahonda y donde los propios integrantes de esa iglesia hacen poco o nada para salvarla.

Está visto que dentro mismo de la Iglesia Católica paraguaya las cosas no son como los que se quiere mostrar cada domingo en los templos; está visto que las "verdades cristianas" que se predican no salen precisamente de bocas de quienes tienen altura moral para darlas a conocer. No, la Iglesia Católica paraguaya está en este momento en su peor momento, en un momento donde la pérdida de credibilidad se ahonda y donde los propios integrantes de esa iglesia hacen poco o nada para salvarla.

Hoy por hoy, los obispos y sacerdotes son los peores conceptuados y lo lamentable es que les está ganado la soberbia. Es así de simple.

El no hacer "de una piedrita, una montaña" es el claro ejemplo de que algo anda mal. De que esa Iglesia que siempre, pese a sus errores, fue respetada en nuestro país, hoy por culpa de los propios obispos y sacerdotes ha perdido ese respeto de incluso los propios católicos y con más razón de los cientos de miles de detractores.

Y para concluir viene muy al caso una parte de un escrito del papa Francisco, como prólogo de un libro sobre el acoso sexual donde el santo padre señala: "¿Cómo puede un sacerdote, al servicio de Cristo y de su Iglesia, llegar a provocar tanto mal? ¿Cómo puede haber consagrado su vida para conducir a los niños a Dios, y acabar, en cambio, devorándolos en eso que he llamado un sacrificio diabólico, que destruye tanto a la víctima como la vida de la Iglesia?". Clarísimo.

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