Amartya Sen gana el Nobel de Economía por desarrollar la teoría de que los valores y los principios éticos se convierten en un factor de producción poderoso, cuando los empresarios y líderes los ponen al servicio de la economía y del desarrollo empresarial. Según afirma él, al igual que la tierra, el trabajo y el capital, hoy ya sumamos el conocimiento, los valores y principios éticos son un verdadero factor de desarrollo para los países y su gente.

Por: Beltran Macchini

Director Ejecutivo de Visión Banco y dirigente gremail empresarial.

En Paraguay, desde distintas organizaciones hemos trabajado el tema de los valores en el mundo de las empresas, quizá las más relevantes sean la Asociación de Empresarios Cristianos y el Pacto Ético Empresarial, iniciativa apoyada por el Gobierno americano, y el Pacto Global de las Naciones Unidas. Podemos decir que a lo largo de estos años hemos creado ya una masa crítica importante en el mundo empresarial que reconoce que -para hacer negocios sustentables- los valores y principios éticos son fundamentales. Debemos reconocer también que no son las únicas iniciativas y que en distintos gremios e incluso fundaciones empresariales se ha instalado este concepto.

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Últimamente se ha lanzado la iniciativa de "La transformación está en mí", de John Maxwell y un grupo de líderes, que ha difundido los conceptos del liderazgo transformacional que recoge esto mismo que Amartya Sen desarrolló y que se ha extendido a distintos sectores de la sociedad.

Las preguntas que uno puede hacerse es ¿por qué no avanzamos más rápido?, ¿por qué esto no contamina positivamente al resto de la sociedad, a la política, a los tres Poderes del Estado y en general a todos los paraguayos?

Mi conclusión, luego de observar durante más de veinticinco años la evolución del sector empresarial, del sector político y de la sociedad y su comportamiento, incluido el mío propio, es que hemos olvidado que la educación es la base de todo, aquella que viene del ejemplo brindado por nuestros padres, maestros, dirigentes, autoridades y jefes. Además de que los valores y la ética están ausentes en nuestras conversaciones cotidianas, están ausentes en nuestra educación formal, a nivel de la Educación Escolar Inicial, la Escolar Básica, la Media y más aún de la Universitaria.

Entonces, parecería que estamos condenados a sufrir los perjuicios que traen la inmoralidad, la pobreza, la tristeza, la muerte y la falta de esperanzas. Un amigo peruano me decía que, en algún momento de la historia en Perú, él creía que ya no podía ser peor y siempre ocurría lo contrario, siempre era peor; hasta que un día casi sin darse cuenta empezaron a cambiar y a introducir la moralidad de vuelta, aunque a cuentagotas en algunos espacios de la vida nacional.

Y por casa, parecería que luego de 28 años de proceso democrático tenemos una descomposición importante y vale la pena preguntarse si el Poder Judicial, el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo son corruptos y es por eso que la sociedad es corrupta (aunque hay excepciones, como mencionamos), o si los tres Poderes del Estado son así porque la sociedad está descompuesta.

Nuevamente, mi amigo peruano me dijo: Empezamos a cambiar cuando un presidente de la República empezó dando el ejemplo y empujando en el sentido opuesto al que íbamos. El valor del ejemplo de las autoridades no debe ser subestimado, me decía. Mirando nuevamente a nuestro querido país; parece que nuestra realidad de falta de compromiso ético de nuestras élites nos condena a seguir trajinando por un camino de deterioro en nuestra moralidad.

No quiero parecer pesimista, pues cuando la mentira y la hipocresía gobiernan las élites es difícil visualizar un camino diferente. Estamos nuevamente en el proceso de elegir a nuestras futuras autoridades y se abre otra vez un espacio para discernir y evaluar las conductas de nuestros hombres públicos. No volvamos a elegir a hipócritas y mentirosos, votemos a aquellos que manifiestan un compromiso de vida a través de su ejemplo y quizás tengamos en la dirigencia política y en el Gobierno a un grupo de ciudadanos que, sumados a aquellos liderazgos basados en valores del resto de la sociedad, podamos hacer una revolución para alcanzar el desarrollo sustentable del Paraguay. Y, amigos, resistamos en esos espacios conquistados a base de valores y principios éticos, aunque sean como islas en el mar de la inmoralidad, por el bien de nuestros hijos.

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