De las grandes necesidades que tienen las ciudades modernas, el suministro de energía y la provisión de agua son de las más esenciales para la población urbanizada. Esta sentencia cobra fuerza en países en desarrollo como el nuestro donde durante décadas se ha soportado la infraestructura precaria y poca inversión para estas dos áreas sociales muy sensibles.
Esta clase de inconvenientes en los servicios básicos es inaudito en países del primer mundo, donde solo una contingencia de enorme envergadura o un atentado es capaz de provocar apagones o la falta de agua.
En Paraguay, el problema del corte de energía eléctrica suele ir asociado a otros inconvenientes, siendo la carencia de provisión de agua la más complicada y que provoca las justificadas quejas de la ciudadanía.
La actual gestión de la Administración Nacional de Electricidad (Ande) ha puesto empeño y ha dedicado inversiones para mitigar los cortes del suministro, que muchas veces están vinculados a la carencia de un sistema de distribución acorde, en la mayoría de los casos, pero también –tal como ha sucedido últimamente– a casos de sabotaje, que perjudican a miles de usuarios, tanto del servicio de energía eléctrica como del agua potable.
Aunque la Ande ha logrado mejorar su servicio y reducir parcialmente los apagones no vinculados a incidentes climatológicos, ya que las fuertes tormentas terminan dañando al sistema eléctrico local, los cortes siguen ocurriendo ocasionalmente y otra empresa estatal, en este caso, la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay (Essap), es una de las más afectadas por estos cortes.
Para ayudar a cumplir con el propósito de su misión, proveer agua a la población, el titular de esta repartición estatal, Ludovico Sarubbi, realizó esta semana un importante anuncio que se suma a otros que viene desplegando la aguatera estatal en cuanto a servicios sanitarios.
Con el fin de asegurar el abastecimiento del líquido vital, la empresa estatal adquirirá más aparatos generadores que serán instalados en las plantas de tratamiento de agua potable, de tal suerte que cuando se produzca un eventual corte de luz, la población no se quede sin agua.
De esta manera, localidades tan importantes del interior, como Pilar (en el sur) y Concepción (en el norte), ya cuentan con sus propios generadores de energía que facilitan enormemente el servicio para los usuarios de estas ciudades, que de esta manera respiran aliviados.
El anuncio es muy importante, ya que representa no solamente una acción concreta ante una contingencia desfavorable, es decir, la falta de luz, con una inversión que hará la entidad estatal, sino cobra fuerza también porque se busca dar respuesta a un largo clamor ciudadano: no quedarse sin agua.
El anuncio es muy importante, ya que representa no solamente una acción concreta ante una contingencia desfavorable, es decir, la falta de luz, con una inversión que hará la entidad estatal, sino cobra fuerza también porque se busca dar respuesta a un largo clamor ciudadano: no quedarse sin agua cuando se produzcan apagones, y en especial en días de intenso calor como los vividos en nuestro país en cada verano.
Una situación ideal sería invertir más recursos para mejorar el sistema de distribución de la empresa eléctrica estatal, volver confiable a este sistema que en muchas zonas es incluso obsoleta. Pero las inversiones no han llegado. Los sucesivos gobiernos no han tenido la suficiente visión o se han impregnado de oportunismo político o de apatía para dar soluciones eficientes, y a pesar de tener un superávit de generación de energía limpia, gracias al enorme potencial hidroeléctrico de nuestro país, el usuario se ha visto privado de un servicio digno.
Aunque las soluciones reales –de fondo o estructurales– implican millones y millones de dólares de inversión (la Ande calcula que para tener un sistema de distribución decoroso y eficiente en la próxima década se deben destinar más de 250 millones de dólares por año), este tipo de medidas pone de relieve que hay planes alternativos que se llevan adelante, a pesar de los onerosos costos que implica adecuar un sistema a prueba de fallas.