Montreal, Canadá | AFP

Con una imagen de unidad nacional y del multiculturalismo canadiense en torno al primer ministro Justin Trudeau, se desarrollaban ayer jueves en un complejo deportivo de Montreal los funerales de tres víctimas del ataque en la mezquita de Quebec.

Generalmente reservada para partidos de hockey, deporte nacional en Canadá, la pista de patinaje que se halla a dos pasos del estadio olímpico, abrió sus puertas el jueves al final de la mañana a un público numeroso y a varios líderes políticos y religiosos.

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Bajo un sudario blanco, los restos de tres víctimas fueron ubicados en el centro de la pista de patinaje, cubierta para la ocasión con una inmensa moqueta gris, con cuatro banderas de Canadá, de la provincia y de las ciudades de Montreal y Quebec.

Tras la ceremonia, a la que concurrieron más de 5.000 personas, entre ellas varios dirigentes políticos de todos los partidos, los cuerpos de esos tres canadienses binacionales serán repatriados a Argelia y Túnez, sus países de nacimiento.

Los dos argelinos, Jaled Belkacemi, de 60 años, y Abdelkrim Hassane, de 41, se encontraban el domingo de noche en la mezquita de Quebec para rezar cuando un estudiante canadiense de 27 años, cercano a la extrema derecha, abrió fuego contra unos cincuenta fieles presentes.

PADRES E HIJOS

Seis personas resultaron muertas y ocho heridas por disparos del atacante, quien se entregó sin resistencia a la Policía una hora después. Belkacemi, padre de dos niños, era profesor en la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad Laval de Quebec.

Padre de tres niñas de 10 años, 8 años y 15 meses, Hassane trabajaba para el gobierno de Quebec como programador informático. Llegó a Canadá en el 2010. Boubaker Thabti, de 44 años, era empleado de una empresa agroalimentaria y residía en Quebec desde el 2011. Era originario de Tataouine (sur de Túnez) y era padre de dos niños de 11 y 3 años.

Esta tragedia es para Canadá como una deflagración cultural. Elogiada y defendida con orgullo, la Carta de Libertades oculta mal las fracturas de una sociedad en la que movimientos racistas ya no temen aparecer públicamente en la provincia francófona de Quebec.

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