• Por Gabriela Rojas Teasdale, Socia del Club de Ejecutivos

Quiero contarles la historia de una joven con la que tuve el gusto de compartir algunas sesiones de coaching recientemente. La llamaré Sofía, aunque se trata de un nombre ficticio que utilizo para preservar su identidad. Sofía buscaba dar sentido a su vida. Y tenía deseos de trabajar en algo significativo, por lo que iniciamos un proceso de autoconocimiento. En una de nuestras sesiones me comentó que había un problema que le impedía avanzar, que no sabía manejar, y que su mayor deseo era solucionar ese quiebre para poder enfocarse de manera positiva en sus sueños: se trataba de la relación con su padre.

Sofía sentía su ausencia desde pequeña, tanto en lo cotidiano como en momentos importantes de su vida en los que no estuvo presente por motivos laborales. Él era una persona de renombre en nuestro entorno y ella no quería ser reconocida simplemente como su hija porque se sentía capaz de lograr sus propios sueños. Sofía no quería parecerse a su papá y tenía muy claro que en el momento de formar una familia esa sería su prioridad, ahí estaría su foco.

Me gusta mucho analizar este tema porque es habitual que perdamos el enfoque respecto a lo que vale la pena. Me dolería enormemente saber que mis hijos no me consideran un buen ejemplo porque pongo otras cosas antes que ellos. Considero apasionante lo que hago y trabajo duro en mi empresa. Ya midiendo resultados, buscando nuevos clientes, construyendo, creciendo e innovando siempre. Pero eso no es lo más importante y si tuviera que elegir entre la empresa o mi familia, claramente elegiría a mi familia.

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El compromiso con la familia es más importante que el que asumimos con una empresa, con la sociedad o con los amigos. Por eso quiero preguntarte: ¿tienes un plan para mejorar tu relacionamiento con tus padres, tus hijos, tu esposo o esposa este año? ¿Lo estás poniendo en práctica? ¿Cuánto tiempo conversas con tus hijos al día? ¿Conoces sus miedos, alimentas sus fortalezas, estás realmente conectado con ellos?

Charles Swindoll dijo que "cada día de nuestra vida hacemos depósitos en el banco de la memoria de nuestros hijos". Ellos son nuestro mejor legado, nuestra obra maestra. Debemos inspirarnos para hacer de esa obra la mejor que jamás haya existido y eso lo podemos hacer definiendo nuestras prioridades.

Podemos definir nuestras prioridades, manejar nuestros tiempos y tratar de equilibrar nuestra rueda de vida, cuidando todo aquello que nos importa de verdad. La vida es buena y corta. Por eso tenemos que aprender a disfrutarla de la mejor manera con aquellos a quienes amamos. Todo lo que cosechamos da frutos y debemos esforzarnos para que esos frutos sean buenos y no terminen dañados como le ocurrió a Sofía, quien tuvo que pasar por un proceso de aceptación y perdón, llena de dolor porque su papá siempre tuvo como prioridad a su empresa.

Al conectarnos con nuestros hijos les evitaremos muchos problemas de relacionamiento, autoestima y personalidad. Seamos un ejemplo en la vida de ellos, hagamos la mejor inversión de nuestras vidas… cada día, todos los días.

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