Por Richard E. Ferreira-Candia

Periodista, analista y docente

@RFerreiraC

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Se entiende por la palabra "poder", desde una mirada política, como "el dominio, imperio, facultad y jurisdicción que alguien tiene para mandar o ejecutar algo", así como "la fuerza, vigor, capacidad, posibilidad, poderío". Compartir es "repartir, distribuir algo en partes" y "participar en algo". Y participación es el "acto y efecto de participar", que es "tomar parte en algo" o "tener las mismas opiniones, ideas, etcétera, que otra persona".

El Comandante leía desde su teléfono lo que había encontrado en el sitio de la Real Academia Española (RAE) sobre las descripciones exactas de estas palabras, tomando un sentido específico. Tomó de su taza un sorbo del café negro, sin azúcar, que ya había pedido en el altillo del Café Literario, donde de nuevo nos encontramos, hizo su característica pausa para dar más fuerza a lo que iba a decir, y continúo: -Hay varios tipos de poder, mirando siempre el lado político, como el Ejecutivo, Legislativo, Judicial, referidos a los tres poderes del Estado; el jerárquico, público y, entre otros más, los siempre preocupantes absoluto, arbitrario y fáctico.

Igualmente, en su contexto más general, poder es entendido como la capacidad de dominio, la de influir sobre los demás así como una suprema autoridad en un entorno. La discusión sobre el tema, desde las definiciones políticas, está sostenida desde diversas visiones. Entre ellas están las de Maquiavelo, que entiende al poder "como una compleja situación estratégica en una determinada sociedad", y probablemente la más clásica de Max Weber desde la sociología, que señala que se entiende como "cada oportunidad o posibilidad existente en una relación social que permite a un individuo cumplir su propia voluntad".

Algunos sostienen que para tener poder político hay que tener poder económico, mientras que otros consideran que solo es necesario contar con la capacidad adecuada, sobre todo técnica, y aplicarla en los escenarios en los que uno desee. Y ahí entramos en el poder de la persuasión. Está también el poder social –generalmente poco valorado en cuanto a la fuerza que puede tener– que se refiere a la capacidad de, sobre todo a través de la presión, lograr cambios en las estructuras políticas, gubernamentales y hasta incluso sociales. Además, el poder mediático, del que ya hablamos en reiteradas ocasiones.

-En fin, podemos seguir hablando de más definiciones y análisis, pero vayamos a lo que estábamos viendo, dijo el Comandante.

Con las dos tazas de café negro, sin azúcar, ubicadas en la mesa del altillo de uno de los lugares de Asunción más acogedores y emblemáticos, conversábamos sobre una entrevista al papa Francisco que fue publicada en el diario El País, de España, en la que en una parte hacía referencia al poder que tiene como máxima autoridad de la Iglesia Católica.

¿Incómodo con el poder tampoco se siente?, le preguntaron, a lo que Bergoglio respondió: "Es que el poder no lo tengo yo. El poder es compartido. El poder es cuando se toman las decisiones pensadas, dialogadas, rezadas; la oración a mí me ayuda mucho, y me sostiene mucho. A mí no me incomoda el poder. Me incomodan ciertos protocolos, pero es porque yo soy así, callejero".

Más allá del aspecto religioso de su respuesta, nos llamó la atención su definición: "El poder es compartido". Intentamos analizar cómo puede ser aplicable en la política, donde el poder generalmente va más ligado al absoluto y autoritario, sobre todo en sociedades en las que se vivieron largas dictaduras.

El comandante hizo una nueva pausa, tomó un poco de agua tónica que había pedido antes, e indicó que un amigo le había dicho alguna vez que en psicología unos autores dividieron el poder en cinco tipos, entre los que estaban el de "recompensa" y el de "coacción". El de recompensa está ligado al otorgamiento de beneficios materiales o de otro tipo para mantener el poder sobre un determinado individuo o varios individuos. El de coacción, describió, se relaciona a la capacidad de imposición o amenazas de castigos por parte de quien tiene el poder para lograr un fin. Este tipo de poder es bastante común en el entorno político, atendiendo a las presiones para mantener cargos o cortar beneficios/recompensas en caso de que no se acompañe una causa. Su principal herramienta es la generación de miedo; pero como probablemente es una de las más nefastas formas de tratar de mantener o lograr el poder, también genera una reacción negativa y mucho resentimiento hacia quien lo aplica, detalló el Comandante. Entre los tipos de poder –siguió mencionando de nuevo a su amigo– también están el "legítimo", el de "referencia" (relacionado a la persuasión) y el experto (habilidades para áreas específicas), desde luego aplicables a la política, aunque los dos mencionados primero (recompensa y coacción) son los que despiertan preocupación en las sociedades vulnerables socialmente.

Tomó el último sorbo de café, y mientras levantaba la mano para llamar a nuestro amigo el mozo para pedir otra taza, el Comandante dijo que es importante preguntarnos constantemente qué tipo de poder prevalece en nuestro escenario político. El compartido, es decir el que se ejerce "cuando se toman decisiones pensadas, dialogadas", definitivamente no es. Eso.

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