• Por Bernardo Neri Farina
  • Presidente de la SEP
Rubén Bareiro Saguier.[/caption]

Rubén Bareiro Saguier fue uno de los escritores paraguayos más universales, en un tiempo en que la literatura latinoamericana comenzaba a fijar mojones en los centros literarios de Europa: España y Francia, especialmente.

Nacido en Villeta el 22 de enero de 1930, pasó su infancia en ese pueblo del Guarnipitán pleno de leyendas ("Ese territorio cuyo centro era el fogón en que se atizaban los cuentos de póras, entierros y pomberos…", según sus propios recuerdos). Ahí siguió sus primeros estudios hasta que ya en Asunción hizo una rutinaria carrera de Derecho, carrera que nunca pudo atraparle la vida. Se licenció luego en Letras, por la Facultad de Filosofía de la UNA. Ya tenía su proa rumbo a la literatura.

Formó parte del círculo de Josefina Plá, en la llamada Generación del 50. Comenzó a escribir joven aún y en 1954 ganó el concurso de cuento de la revista Panorama con su relato "El clown". En ese momento ya sabía que su camino lo llevaba al mundo de las letras. Su destino sería escribir. "Escribir es para mí una necesidad. Cada frase, cada poema, cada cuento, cada libro es el resultado de una profunda carga que se va acumulando, hasta que la tormenta desencadena el agua de la palabra" (Rubén dixit).

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En 1955 fundó la mítica revista Alcor, de la que Josefina Plá dijo: "Actualmente es la única puerta de acceso solvente a la vida artística y literaria nacional para el extranjero que desea tener una idea del nivel de estas manifestaciones en nuestro medio".

Por aquel tiempo, también, Rubén comenzó a tener problemas con el incipiente gobierno del general Alfredo Stroessner.

En 1962 viajó a Francia, donde comenzó su producción literaria mayor. En 1971, Casa de las Américas, de La Habana, Cuba, le otorgó el célebre premio que lleva el nombre de dicha entidad a su primer libro de cuentos, "Ojo por Diente". Esa distinción hizo que su permanencia en el exterior se convirtiera directamente en exilio político. Tras aquel premio, Rubén retornó al Paraguay y fue apresado por la dictadura bajo la "terrible acusación" de comunista: "Y de golpe comprendo / que mi patria, / la antigua tierra abierta / de los dueños del viento, / se ha vuelto este pedazo de sombra / entre cuatro paredes / y una reja".

CARTA SOLIDARIA

Aquel apresamiento, sin embargo, no le salió gratis a Stroessner. Prestigiosas personalidades de la literatura universal firmaron una carta en la que le solicitaban al dictador la libertad de Rubén: Jean-Paul Sartre, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Ernesto Sábato, Simone de Beauvoir, Roland Barthes, Fernando Savater, Vicente Aleixandre, Marta Lynch y Manuel Puig, entre otras.

Rubén fue liberado y retornó a París a seguir enseñando, escribiendo y a continuar su peregrinaje lejos de su país. Pese a su lejanía, su obra siempre llevaba latente su inocultable nostalgia: "El frío del camino / se me sube a los huesos / por los hoyos del cuero / que calca en cada suela / la forma exacta / de mi patria".

Tras la caída de la dictadura retornó al Paraguay, pero volvió a alejarse para cumplir un nuevo papel: embajador en París. Quién mejor que él para ocupar tal cargo.

Después se quedó afincado en el Paraguay, para escribir sus últimas escrituras, leer sus últimas lecturas y decir sus últimos decires con su voz queda, cálida y amigable, que se apagó definitivamente el 25 de marzo del 2014.

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