• Darío Azuaga empezó a sentir el boxeo desde la infancia, en las calles de la entonces todavía “Ciudad Presidente Stroessner”, hoy Ciudad del Este, hasta donde la familia Azuaga Ledezma se trasladó cuando Darío tenía apenas dos años. Desde niño, empezó a frecuentar y ser partícipe de peleas callejeras hasta que a los 16 años, decidió hacer del boxeo una cuestión profesional.

Feliciano Darío Azuaga Ledezma nació en Concepción, el 9 de junio de 1974. Desde que vino al mundo, su vida estuvo ligada al boxeo. Mientras gateaba y empezaba a caminar, sus juguetes se mezclaban con vendas y guantes de su papá, el gran Pastor Azuaga. Su padre, más conocido como el "Indio Guaraní", fue un boxeador que en los años 70 y parte de los 80 se destacó a nivel internacional como uno de los grandes pugilistas paraguayos de la época. Además, don Pastor fue quien inspiró a la creación de la categoría "minimoscas", debido a que pesaba menos de 50 kilos. Esta nueva división fue aceptada por el Consejo Mundial de Boxeo (CMB), que determinó hasta 48 kilos el peso de los boxeadores para los minimoscas.

Darío Azuaga empezó a sentir el boxeo desde la infancia, en las calles de la entonces todavía "Ciudad Presidente Stroessner", hoy Ciudad del Este, hasta donde la familia Azuaga Ledezma se trasladó cuando Darío tenía apenas dos años. Desde niño, empezó a frecuentar y ser partícipe de peleas callejeras y a pasar a ser un gran dolor de cabeza para su madre, María Ledezma, algo que hoy, a sus 42 años, no niega. "Me gustaba la pelea callejera. En aquella época era famoso el matiné, el más concurrido era Cine Gran Avenida y ahí nos íbamos. Veíamos Rocky y salíamos de ahí buscando cualquier motivo para pelear. Me gustaba mucho la calle", expresa Darío, luego de una dura sesión de entrenamiento.

Round 1: A los seis años, Darío Azuaga se paseaba con su primo sobre una bicicleta Monark. Mientras su primo manejaba, él iba sonriendo y haciendo arriesgadas piruetas sobre el caño de la bicicleta, porque le gustaba mostrar sus habilidades, y sobre todo porque eso implicaba riesgo. En un momento del viaje, Darío perdió el equilibrio y cayó, con la mala suerte de que su pie derecho fue a trabar contra la rueda trasera. El impacto fue tal que el piñón le destrozó el primer dedo del pie derecho, que tuvo que ser amputado.

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ROUND 2: A los 13 años, Darío Azuaga tomó una de las decisiones más importantes de su vida. Terminó la escuela, les juntó a sus padres y les dijo: "Yo quiero boxear". Era claro que el mensaje era en realidad alejarse de los estudios. "Nunca me gustó estudiar", reconoce hoy nuestro boxeador. Fue así que empezó a trabajar y dedicó su tiempo libre a recorrer gimnasios mirando los entrenamientos de futuros boxeos.

Hoy, Azuaga reconoce que es un error dejar el estudio, pero dice que en aquellos tiempos tampoco había demasiadas oportunidades. Sobre todo, porque a pesar de que su padre era conocido boxeador, igual él tuvo que hacer su propio camino, tanto en la calle como en la lucha para llegar a ser profesional, porque si hay algo que el box como deporte tiene es que no hace diferencias para el que quiera llegar. En el cuadrilátero, portar apellidos no sirve.

ROUND 3: A los 16 años, Azuaga inició su camino buscando ser profesional. Empezó a entrenar en el gimnasio Club de campeones, del profesor Sebastián Mosqueira, donde fue sparring de algunos boxeadores más experimentados. Luego empezó a entrenar en el gimnasio Body Roger, en donde encontró a Moisés Zamorano, quien desde ese momento pasó a ser su técnico y maestro.

En esa época, Darío Azuaga ya tenía ganado el apodo de "Indiecito Guaraní" –en honor al de su padre– y tuvo su primera pelea oficial –que ganó– con ese mote, a los 19 años. En su segunda presentación, tenía en frente a Luis Alberto Ocampo, ídolo correntino que venía de perder el título mundial y que, como una manera de levantar su moral, le vieron un "paraguayito" inquieto que sirva de sparring para luego buscar de nuevo la consagración mundial. Lo que Alberto Ocampo y sus promotores no sabían es que el "Indio", desde ese momento, empezó a ser el "Indio de Oro".

La pelea fue durísima y en el décimo asalto, Ocampo, el ídolo argentino, caía abatido en su propia tierra, ante su propia gente. Zamorano y los pocos que acompañaron al "Indio" subieron al cuadrilátero a festejar, y en medio de los abrazos y la algarabía, su DT Zamorano le dice "vos no sos el indicieto guaraní, vos sos de Oro, sos el Indio de Oro". Así nació la leyenda.

ROUND 4: Si hay una pelea que Darío "Indio de Oro" desea repetir es la que le tocó perder contra Pedro Javier "Alacrán" Torres, un pugilista argentino que ganó igualmente varias coronas internacionales. El enfrentamiento del olvido –que paradójicamente, resulta inolvidable– se dio el 30 de octubre de 1999. "Yo venía de 49 peleas invicto, tenía que ser mi victoria Nº 50, me preparé con todo, estaba muy motivado, pero 'Alacrán' era un rival demasiado duro, muy difícil", dice hoy, Azuaga.

Cuando Azuaga habla de sus peleas mira al infinito. Mueve sus manos, hace gestos, como que recuerda algunos de esos momentos en el cuadrilátero. "Voy a pelear hasta donde mis fuerzas me permitan. Yo me siento capaz todavía", reitera.

ROUND 5: Ser paraguayo. "Su condición de paraguayo lo postergó de combatir por un título mundial en su mejor momento y tras sufrir una grave lesión en su hombro izquierdo en el combate ante el argentino Pedro "Alacrán" Torres el 30, ya no fue el mismo. La mayoría de sus derrotas fueron en categorías superiores a las de peso gallo, y en el exterior, donde dio ventajas de altura y peso, y donde su preparación muchas veces era deficiente, priorizándose la parte monetaria que la deportiva", reflexiona para La Nación el periodista Santi Álvarez, conocedor como pocos del mundo pugilístico de nuestro medio.

"Era un peleador nato, de sangre caliente y con estilo agresivo, que iba para adelante a sabiendas de que cuando ubicaba bien sus golpe la pelea se terminaba. Se lo recordará como uno de los más grandes del boxeo paraguayo, por su entrega y su carisma que aún mantiene", concluye Álvarez.

ROUND 6: Nada que callar. Cuando el "Indio" comenta sobre la situación actual del boxeo nacional, se pone algo tenso y habla casi sin parar. Es evidente que es algo que le molesta desde muy dentro suyo. "La Federación Paraguaya de Boxeo está muy mal manejada. Gente que no es del boxeo maneja la federación ahora. El ministro Pecci (Víctor) tiene que ponerse los pantalones. A mí me choca mucho que otra gente que no sabe lo que es el boxeo maneje todo esto. A nosotros, que fuimos y somos lo que damos todo por este deporte, nos dejan de lado", expone.

Según Azuaga, no hay que tener miedo de decir la verdad –o en este caso, la suya– en este tipo de cuestiones. Añade que actualmente se nota que el boxeo paraguayo está en picada, porque no se promociona y no hay incentivo para los más jóvenes. Pide, en ese sentido, que el Ministerio del Deporte intervenga lo antes posible.

ROUND 7: El recuerdo. "Para mí, papá va a ser siempre mi guía y mi ejemplo. Uno se queja muchas veces de las cosas, pero la verdad que hoy, viendo lo que soy y lo que pude disfrutar, puedo decir que tengo la suerte de tenerlo todavía conmigo y que es, para mí, mi ídolo", expresa el "Indio" Azuaga, evocando una sonrisa.

Los padres representan una carga emotiva muy importante en la vida de Azuaga. "Papá me sacó de un hoyo en el que estaba y me hizo ver la vida de nuevo, mi mamá es una luz, es una persona que me aguantó siempre (ríe). Así que para mí, son todo".

ROUND 8: La vida en llaves. Hace 11 años que un pequeño local sobre Acceso Sur y 22 de Setiembre, en la entrada a la ciudad de Ñemby, tiene un cartel que dice "Cerrajería el Indio". Allí, Darío Azuaga deja de ser el "Indio de Oro" y se transforma en un maestro cerrajero, deja los guantes y toma las herramientas para moldear llaves para sus clientes.

El local del "Indio" está adornado acorde a lo que es un boxeador. Póster de Mohamed Alí y de Sugar Ray Leonard de ambos lados. Suena de fondo un vallenato puro y el "Indio" dice: "Este tipo de música me gusta, yo soy del pueblo" y ríe. Está, en lo alto, un póster que es mucho más grande que los demás y en donde se anuncia su pelea contra Gerry Peñalosa, un boxeador filipino. "Recorrí el mundo gracias al box, estuve en Asia, peleé en África, conozco Europa, pero hoy estoy aquí, esperando un cliente", dice, y vuelve a soltar una carcajada.

ROUND 9: El peor golpe. Ocurrió el sábado 27 de setiembre del 2014. "Yo estaba entrenando y generalmente nunca atiendo mi teléfono cuando suena, pero ese día mis alumnos me dijeron: 'atendé profe, así descansamos un rato', entonces atendí la llamada y era mi señora. No le entendía muy bien, pero escuchaba que lloraba, hasta que me dijo: 'Mary se suicidó'. En ese momento no sabía qué hacer, no sé cómo explicarte lo que uno siente en ese momento", dice Azuaga.

María del Mar Azuaga, la hija del "Indio de Oro", fue encontrada muerta la tarde de ese sábado en el baño de su casa. Tenía 19 años y estaba siguiendo la carrera de su papá, entrenando con él. Los primeros informes hablaron de un suicidio, pero hoy, Azuaga, dice que no cree en nada de eso.

ROUND 10: Desazón, dolor, justicia. "Nunca nadie me confirmó que mi hija se suicidó. En la Fiscalía hasta ahora está su celular que llevaron como prueba, pero no se hizo nada. Nadie mueve nada porque no hay plata. No creo en la Justicia en este país. Cuando a mí me avisaron lo que pasó con mi hija, yo estaba en Asunción y llegué en 15 minutos a mi casa en Ñemby. Acá la Policía está a 12 cuadras y yo estuve primero", dice.

Añade que no piensa bajar los brazos justamente en honor a su hija. Ahora luce un tatuaje del rostro de la joven en su pecho, lado izquierdo, por encima del corazón. "Mi tatuador Federico Correa es un artista, le pedí que le dibuje a Mary en mi corazón y así lo hizo", expone Azuaga.

ROUND 11: El amor. Cuando el "Indio de Oro" habla de su esposa, Angélica Colmán, se le ilumina el rostro. "No tengo palabras para ella. En estos 22 años de casados me dio todo y fue más fuerte que yo, soportando cada golpe. Es el ángel que tengo que me cuida siempre, que me protege", expone emocionado.

El "Indio" conoció a Angélica cuando él estaba en su mejor momento. Se casaron y tuvieron una hija, Mary, que ahora les acompaña desde el cielo. Viven juntos en Ñemby y cada fin de año van a Concepción, a visitar a los familiares de Angélica, que es uno de los pocos requisitos que ella establece.

ROUND 12: Lo que soy. "Soy esto que ven gracias al boxeo. Le debo demasiado a este deporte y voy a seguir luchando todos los días por llegar a mi mejor nivel para volver a pelear", asegura Azuaga.

Para marzo o abril de este año, el "Indio" estaría concretando una próxima pelea por el título internacional de la WPC. Mientras tanto, el ganador de títulos Sudamericanos por la CMB y WPC, OMB Latino (OMB) y Mundo Hispano (CMB), el que llegó a estar incluso en el puesto 1 en el ranking mundial de la OMB y entre los mejores 3 del CMB y AMB, hoy sigue siendo entrenador, abriendo cada mañana su cerrajería en Ñemby y recomendándose a su ángel que desde el cielo cierra puños con él.

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